Los principales rasgos de mi carácter
El talento, la gracia, la ligereza, esta lucidez a veces feliz, a veces insoportable... y, por supuesto, mi cándida desesperación.
La cualidad que prefiero en un hombre
Su desprendimiento económico.
La cualidad que prefiero en una mujer
Que resulte baratita (sobre todo sentimentalmente).
Lo que más aprecio de mis amigos
La conversación chispeante, y el que me pueda despedir de ellos sin demasiadas explicaciones (acepto que sea también viceversa).
Mi principal defecto
Cada 30 de febrero siento un doloroso arrebato de humildad.
Mi ocupación favorita
Siempre estoy o follando o pensando (nunca las dos cosas a la vez; aunque las vivo de manera cruzada: follar me estimula el pensamiento, pensar me pone cachondo).
Mi sueño de felicidad
Aprender al sol.
Lo que para mí sería la mayor desgracia
No aprender nunca (y que encima esté nublado).
Quién me gustaría ser
El hombre en cuyo abrazo desfallecía Beatriz Viterbo.
Dónde me gustaría vivir
En una chabola (¡climatizada!) en lo alto del Pan de Azúcar.
Mi color preferido
El de ese divino oscurecimiento de la carne, progresivo, en anti-sfumato, que rodea el ano de las mujeres.
La flor que más me gusta
Naturalmente, como diría Darío: la rosa sexual.
Mi ave favorita
Cualquier pájaro enjaulado que no cante. (A los canarios y jilgueros que no cesan de cantar les deseo un futuro de pajarito frito.)
Mis autores preferidos
Primer deslinde: que no sean barrocos. Y, de entre los no barrocos, aquellos en cuyas frases se engarzan inteligencia y emoción.
Mis poetas favoritos
Vale aquí también lo de antes, aunque en poesía sí sé disfrutar del barroquismo. Por ejemplo: adoro a Góngora, adoro el Polifemo (pero si tengo que elegir, prefiero a Garcilaso o al capitán Aldana).
Mis héroes de ficción
El cabo atrapado de Jean Renoir, el Sherlock Holmes de Billy Wilder y el Cary Grant de Encadenados.
Mis heroínas de ficción
La Ingrid Bergman de Encadenados, Irma la Dulce y la Félicie del Cuento de invierno de Eric Rohmer.
Mis compositores preferidos
Monteverdi, Mozart, Schubert, Pixinguinha, Noel Rosa, Cartola, Chico Buarque, João Donato, Antonio Carlos Jobim y Luixy Toledo.
Mis artistas favoritos
Tiziano y Marcel Duchamp.
Mis héroes en la vida real
Hoy en día, los ciut-adanes.
Mis heroinas históricas
Mesalina y todas las que se abrieron de patas para gozar ellas mismas, y de paso desprestigiar a sus envarados "grandes hombres".
Los nombres que más me gustan
Ultimamente, los de los mafiosos que salen en Los Soprano. El que más: Ralph Cifaretto. Y en lo que a nombres de lugares se refiere: sin duda, Plaza de Uncibay y Rua Visconde de Pirajá.
Lo que más odio
El abuso de poder, la falta de magnanimidad. El sectarismo. La fe ciega. La mezquindad. La pomposidad. La cursilería.
Los personajes históricos que menos me gustan
Primero: los muy crueles. Segundo: los muy bobos.
La campaña militar que más admiro
Lo del paso de las Termópilas no estuvo nada mal. Fue el Little Big Horn de los espartanos: murieron con las sandalias puestas.
La reforma que más aprecio
No ha llegado aún. Sería la implantación de aquella asignatura que proponía Savater como alternativa a la clase de religión en el bachillerato. Se llamaría "Asignatura Condorcet" y consistiría en un relato a los alumnos de todas las atrocidades que se habían cometido en nombre de la religión cada día del año. Una suerte de Efemérides Fanática, o de Santoral Asesino.
El don de la naturaleza que me gustaría tener
Me gustaría ser capaz de producir un tsunami cada diez años (donde yo eligiera).
Cómo me gustaría morir
Con noventa y nueve años, tiroteado por mi mejor discípulo porque me ha pillado en la cama con su joven y bella esposa (ella se salva).
El estado actual de mi espíritu
Desclasado.
Las faltas que puedo soportar
Las que aún están por cometerse.
Mi lema
"Hay que huir, en la medida de lo posible, de ese tipo humano al que todos nos parecemos" (André Breton).