2.4.15

Un benefactor puro

Cuando murió Juan Claudio Cifuentes, Cifu, me puse el disco de jazz que tenía más a mano, que resultó ser Bill Evans at Town Hall (1966), y con él he seguido estas dos semanas; embelesándome sobre todo con "I should care" y "Make someone happy". Y con el Cifu de fondo, y el beneficio del Cifu: pensando en que ha sido un benefactor puro. Ha pasado por la vida dejando solo bien: un bien público, al alcance de quien quisiera (de quien quisiera elevarse). Tiene mérito que piensen en uno y solo haya en ese pensamiento música de jazz y una voz y una imagen armosiosas con esa música: dignas de su pasión. Así Cifu.

Yo estoy entre quienes lo descubrieron un poco tarde, en la tele. Recuerdo la primera noche de Jazz entre amigos, de la segunda cadena de TVE. Fue en 1984, el año de una de las grandes decepciones de mi vida: la de la universidad española, por la que sigo teniendo un desprecio que ya no me va a curar nada. Yo venía de un excelente bachillerato (público), y si menciono esa decepción es porque solo otros aspectos de lo público la compensaban: como Jazz entre amigos y los programas culturales de la segunda cadena en general, y Radio 3 y Radio 2 (hoy Clásica). A quienes carecíamos de otros accesos, tener esas ventanas nos salvó.

En aquel primer programa Cifu empezó por donde había que empezar: explicando qué era el swing. Y su manera de hablar tenía algo de swing también. Había en los entendidos de jazz, que Cifu encarnaba a la perfección, una suerte de erudición tranquila, exhaustiva pero acogedora, que invitaba a entrar en la casa y no a salir huyendo, como ocurre con otro tipo de erudiciones. De alguna manera se parecían, se parecía, a mis mejores profesores del instituto: el de matemáticas, la de historia, los de literatura, los de filosofía, que hablaban de sus materias como Cifu hablaba de jazz, y hacian audible el swing de esas materias, que salía de la clase y se incorporaba a la vida.

No ha dejado de sorprenderme en la biografía de Cifu, en la que solo me he fijado tras su muerte, que su programa de radio Jazz porque sí lo tuvo en varias emisoras privadas antes de entrar en 1998 en RNE. Yo lo recuerdo siempre en la radio pública, quizá porque él representaba como pocos ese ideal. Mi seguimiento no era fiel, pero reconfortaba la idea de que él estuviera ahí para cuando hiciera falta. Para escuchar su voz, sus informaciones, su música y su despedida inolvidable, capaz de curar ella sola los insomnios: "Besos, abrazos, carantoñas y achuchones múltiples para todos".

En los archivos de RTVE siguen sus programas. Caballero me recomienda precisamente el que le dedicó a Bill Evans en 2010. Vaya para un Jueves Santo alternativo, un poco melancólico pero antipenitencial.

[Publicado en Zoom News]