Hacía tiempo que no asistíamos en la tele a un chaparrón de sensatez como el de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, en La Sexta Noche. De pronto parecía que estábamos en Europa, y a ráfagas incluso en Estados Unidos. Como si España fuese un país serio. Aunque esta sensación tiene truco: Rivera destaca justamente por lo raro que resulta. En un país normal sería normal. Su gran virtud está en los defectos de los otros. Su centrismo es excéntrico.
Lo que dicen los políticos ("los políticos") ya sabemos lo que es, y el valor que tiene. Pero entre tanto es mejor que digan cosas sensatas. Estas en sí mismas, con su sola presencia, producen efectos positivos: fomentan un tejido de sensatez. La insensatez produce justo lo contrario, como conocemos de primera mano, por ejemplo, por los nacionalistas: políticos que han empeorado y envilecido el ambiente.
En espera, pues, de que Rivera se equivoque o se tuerza en la acción política, quizá de gobierno, lo que dice va saneando la atmósfera. Tiene un carisma suave, que inspira más simpatía que mesianismo. Transmite la complejidad y la dificultad de los asuntos. Y sobre todo da muy bien en pantalla. A diferencia de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias e incluso Toni Cantó, Rivera es un actor cuya actuación no se nota. Habla con naturalidad y posee una firmeza sin énfasis. (El presidente Rajoy, por su parte, no parece un actor; pero porque no parece nada: va a lo suyo y ni siquiera se molesta en fingir).
El diputado Gorriarán, que se ha pasado meses con el berbiquí abriendo boquetes en su propio barco (UPyD), dijo que Rivera era "el candidato del establishment". Nuestros marxistas, esos entrañables tunos ideológicos, piensan lo mismo: Ciudadanos ha salido de lo que Gramsci llamaba "la caja de herramientas del sistema". Debe de ser verdad, y por eso el PP, ese partido anti-establishment y anti-sistema está tan fastidiado con el ascenso de Ciudadanos. Al final Rajoy e Iglesias, que tanto se necesitaban mutuamente, van juntos a por el lampiño.
Lo cierto es que sí: Rivera es el candidato del establishment. El del "establishment" democrático y constitucional, que tiene que ser corregido y mejorado, sí, pero desde dentro: porque fuera hay otra cosa que no es la democracia. Y el "sistema" del que con tanta suficiencia hablan nuestros revolucionatas es nada menos que el Estado de Derecho, cuyas corrupciones y todo lo demás no se han hecho desde él, sino contra él: violando su ley. Entre tantas irresponsabilidades y romanticismos, no está mal que cuente con su candidato.
[Publicado en Zoom News]