Llevo ya un montón de Diadas citando este aforismo de Nietzsche, que se cumplirá otra vez mañana: “En las fiestas patrióticas también los espectadores forman parte de los comediantes”. La comedia sigue porque los líderes independentistas no solo no atenúan, sino que intensifican su histrionismo (todos son ya Boadella imitándoles); pero sobre todo porque dos millones de catalanes les apoyan. Un apoyo que es en sí mismo histriónico a estas alturas.
Y a estas alturas el columnista duda si seguir con lo mismo. Hay un cansancio acumulado, por la gota malaya de la tabarra catalanista. Pero también el convencimiento de que las agresiones contra la democracia, por más que insistan, no deben quedar sin respuesta. Este es uno de esos pulsos pesados en que no se puede flaquear, aunque el brazo duela. Solo que mientras que ellos, los nacionalistas, se lo pasan pipa con su delirio estólido que les llena la vida, nosotros los antinacionalistas maldecimos todo el tiempo que nos están haciendo perder y que nos la vacía.
Una clave decisiva la ofreció el comediante mayor Quim Torra en julio, cuando tras su visita a Moncloa declaró en Catalunya Ràdio: “Le he dicho a Sánchez que tengo cincuenta y cinco años, los hijos mayores y nada que perder”. Qué triste vida la que a esa edad carece de otro horizonte más apetecible que la inmolación por una causa idiota. La riquísima vida reducida a una pijada abstracta, que además se sustenta en la mentira. Por otro lado, está el egoísmo escalofriante del president, como señalaba un lector de El País: el que Torra considere que no tiene nada que perder le parece razón suficiente; sin atender a lo que puedan perder los otros. Es, como supo ver Boadella, otra variante del padre Ubú.
Así que estamos en la rueda del año, pasando en 2018 por las fechas ominosas de 2017. Ya se han cumplido las del 6 y el 7 de septiembre, en que los finos señoritos independentistas aprobaron en el Parlament una ley equivalente a la ley habilitante de Hitler de 1933. Y hasta que llegue el 1 de octubre hay que pasar otra vez por la Diada. La historia catalanista se repite como comedia atroz. Y con fingido escándalo cuando se denuncian obviedades como que TV-3 es una televisión propagandística y manipuladora.
Pero ante todo hay que insistir en que la manifestación de mañana es contra España y los españoles solo en segundo lugar. En primer (¡en primerísimo!) lugar es contra los conciudadanos catalanes de los manifestantes. Se trata de seguir metiéndoles el palitroque por la oreja a sus vecinos. Me acuerdo de aquella comedia que estuvo de moda hace un tiempo: La catarsis del tomatazo. Me temo que el procés seguirá siendo un tomatazo sin catarsis.
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En El Español.