Yo me eduqué con este aforismo de Cioran: "Mirad la jeta de quien ha triunfado, de quien se ha esforzado, no importa en qué campo. No descubriréis en ella la menor huella de piedad. Tiene madera de enemigo". La estética de la derrota, con su inocencia, con su pureza, quizá equívocas; con su invitación a la pereza también.
Paradójicamente, me proporcionó otra perspectiva el traductor de ese aforismo de Cioran, Fernando Savater: en La tarea del héroe hablaba de las virtudes, y el encanto, de la acción exitosa. El héroe como encarnación del potencial triunfante del ser humano. Un ejemplo, un horizonte, de adónde podemos llegar: nuestras posibilidades no siempre se cumplen en nosotros, pero en el héroe sí. Verlo en él nos alienta.
Los Juegos Olímpicos son uno de los ámbitos donde esa fuerza se exhibe. Menoscabarla contribuye al debilitamiento general. La gimnasta que falla, o que da un paso al lado, debe ser acogida y comprendida: reintegrada cálidamente en el común. Pero sin jugar a que la competición era otra, porque la competición era la que es. Quien no quiera competir, que se venga a mi sofá, que le hago sitio entre mis ventiladores en estéreo. Pero no empequeñezcamos los triunfos que la propia gimnasta alcanzó.
Lo más gracioso, como digo, es que la exaltación de la no competitividad la ejercen ahora los más competitivos del mercado. Se conoce que da puntos en la carrera. Al cabo, se trata de una exaltación punitiva: contra los otros.
No es de extrañar que el ídolo sea un hombre como el presidente del Gobierno, que se dio una medalla de oro a sí mismo. Bueno, él dijo “España” (“España tiene la medalla de oro en vacunación”), pero como descartó a la “oposición destructiva”, de la resta queda él: él con su medalla de oro.
Estar a muerte con Sánchez, el cantor de la “resistencia” a toda costa, el killer sin autocrítica, y al mismo tiempo con Biles por su vulnerabilidad y sus pasos al lado: eso es un win-win y lo demás son tonterías.
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En El Español.