27.7.25

Abriendo melones mentales

[Montanoscopia]  
 
1. Una de mis aficiones malévolas de la temporada ha sido seguir La cena de los idiotés, de la cadena Ser, aunque por los vídeos. Resulta fascinante, porque es como abrir la caja craneal del establishment y contemplar lo que se cuece en su cabecita. Ahí lo personal no es que sea político, es que es directamente gubernamental. Por ello La cena de los idiotés es el Consultorio de Elena Francis del sanchismo. Del mismo modo que Elena Francis se planteaba dilemas cotidianos de la vida franquista que ella resolvía muy franquistamente, Aimar Bretos y sus comensales se plantean dilemas cotidianos de la vida sanchista que ellos resuelven muy sanchistamente. Todavía me parto con el del propietario comprometido (¡propietario y comprometido, vayan fijándose en el engranaje cerebral!) que duda si alquilarle el piso a un inquilino que exhibe la banderita de España en la muñeca. O el del abuelo de un pueblín de Asturias, querido por todos, del que destapan un atroz pasado fascista; una variante de este es el del abuelo franquista del que descubren que era gay (¡tremendo el engranaje cerebral!). Naturalmente, la cosa se adorna un poquito y el tono es desenfadado (¡para eso están Jabois y Caballero!). Pero en los dilemas laten las ansiedades del régimen (una recurrente es la de las tretas admisibles o no para trepar), y bajo su rollo casual asoman los pinchos de una férrea disciplina.  
 
2. Hemos asistido a la cala de otro melón mental con Ana Belén. Cuando la noticia de la corrupción del Gobierno estaba fresca, ella manifestó algunas dudas, ciertos titubeos, con un atisbo de estolidez que no reflejaba precisamente tensión moral. En menos de un mes ha terminado de aflojarse: Ana Belén es una de las firmantes del manifiesto en favor de la corrupción. Ellos lo llaman de otra manera, pero es eso. Y en favor de cosas peores que la corrupción: el debilitamiento del Estado de derecho, la desigualdad perpetua entre los españoles... ¡Vaya la muralla!  
 
3. El PP no deja de tener su utilidad para nuestra salud pública. Gracias a la corrupción de Montoro, han salido muchos a mostrarse preocupados por la corrupción, cuando ya no lo parecía. Gracias a la mentira de Noelia Núñez, han salido muchos a mostrarse preocupados por la mentira, cuando ya no lo parecía. El problema español es semafórico: circulas siempre de acuerdo con el semáforo de los tuyos. 
 
4. Menudo papelón el del PP. Por fortuna, ya avisé unos días antes de que saltara el caso Montoro que no cabía esperar ninguna regeneración por parte de ese partido. Ni del PSOE, por supuesto. Y mucho menos de sus respectivos extremos pútridos, Vox y Podemos-ETA (permítanme que llame a este así tras el sándwich moral que Irene y Belarra se montaron con Otegi). El bipartidismo tiene al menos un sistema de saneamiento, limitado pero efectivo: la renovación de las aguas fecales.  
 
5. A Julio Ramón Ribeyro lo conocí como personaje que competía en soledades en los cafés de París con Martín Romaña, en la novela de Alfredo Bryce Echenique que fue mi preferida absoluta como lector adolescente. Tiempo después salió de La vida exagerada de Martín Romaña y pasó a ser el autor de otro de mis libros preferidos: Prosas apátridas. Ahora ha aparecido un librito delicioso que en su día fue rechazado por demasiado breve: Dichos de Luder, acogido en La Caja Books. Luder es una suerte de Juan de Mairena peruano, que protagoniza escenas como de clochard taoísta y emite frases (los tales dichos) irresistibles. Amontono algunas. "Yo no soy roto ni descosido: soy un remendado". "Casi todos los grandes escritores son unos pesados. Solo la muerte los vuelve frecuentables". "Los clásicos siguen plagiándonos desde la tumba". "No es que yo sea bondadoso. Sucede simplemente que no soy malo. He escogido el cómodo camino de la virtud por omisión". "Toda mi obra es un acta de acusación contra la vida. No he hecho nada por mejorar la condición humana. Si mis libros perduran, será por la perversidad de mis lectores". En otro pasaje le cuentan que un artículo se ocupa de todos los escritores de su generación menos de él. Respuesta de Luder: "Me libré de la redada". 
 
* * * 

24.7.25

Días perfectos


Thomas Bernhard y cine japonés: en esto se resume, y va a seguir resumiéndose, mi verano; más los días iniciales del Tour, con el Mont Ventoux de anteayer como plataforma de lanzamiento. A la playa ya he ido lo suficiente: dos chapuzones y a otra cosa, mariposa. ¿Viajar? ¡Tururú! No pienso meterme en uno de esos trenes ministeriales del terror; ni en ningún otro, por su contagio. Los desaprensivos amigos me arrastrarán a alguna cena impepinable, pero eso será lo máximo: mi misantropía se mantendrá en su punto de caramelo. Del sexo paso; del amor, ni te digo. Me quedan las estudiosas lámparas y los estudiosos ventiladores, revoloteadores de apuntes. ¡Aplicación en la canícula!, tal será mi lema. Que veraneen otros. Me gusta el estrépito turístico (acústico y cromático), pero para pasar a toda pastilla, sportivamente, camino de mi refugio. Este será un templo bernhardiano y un templo japonés hasta septiembre. Con música: ahora Carl Philipp Emanuel Bach interpretado por Keith Jarrett.
 
Persistirá un hilillo de servidumbre con la actualidad, para poder servirles estas columnas. No me he pedido descanso, como no he hecho nunca desde que soy columnista salvo en de agosto de 2023, en que alcancé, como tantos, la saturación absoluta. Un prestigioso tertuliano (valga el oxímoron, aunque en su caso es real) lo dejó porque no estaba dispuesto a seguir otra legislatura ocupándose de Égolo. Escribir en verano, de todas formas, ya no es lo que era. Se echa de menos la famosa serpiente. Los monigotes políticos del año no se terminan de ir nunca. También en las supuestas vacaciones nos dan la brasa, y de qué manera. Nos fastidian de todos los modos posibles e imposibles. Vivimos la insoportable dictadura del monigotado.
 
Aun así, ¿quién puede negar la perfección de los días? En mi visionado de cine japonés, tras empaparme de Mizoguchi, Shindô, Ozu y Naruse, he hecho una derivación germano-japonesa con Perfect Days, de Wim Wenders. He llegado el último a esta película que todo el mundo celebró a principios de 2024; pero, como tengo por costumbre, llego el último y me pongo el primero. ¡Qué película deliciosa! Y con una enseñanza elemental de carácter autoayudístico: el zen de la vida cotidiana; la atención a cada instante, y a la tarea del cual. Los días son perfectos y solo necesitamos evitarles nuestra rozadura. El señor Hirayama limpia retretes tokiotas, trabajo de parias en un célebre lugar de Oriente (no sé si en Japón), pero él va en el flujo del tiempo tan pichis. Los baños son lo más en arquitectura moderna (hay por ahí reportajes extraordinarios), y se recurre al truco de que no llevan restos de pis ni caca (al fin y al cabo, la película es un encargo de sus gestores), pero baste el carácter simbólico del asunto. Por otro lado, puede que Wenders haya dicho "¡acción!" después de que Hirayama haya terminado lo asqueroso de su trabajo. Todos, en fin, podemos ser Hirayamas.
 
Llegar el último permite acceder a la bibliografía segregada en este año y medio. Curiosamente, el mejor artículo sobre Perfect Days, el de Mauricio Bach, está en The Objective. En otros medios hay también elogios, pero no faltan la lectura ideológica sobre la vida anticapitalista (¡decrecentista!) de Hirayama ni la que le reprocha esa soledad libre de vínculos; un reproche que procede de los mandamientos vigentes.
 
Mandamientos que yo me pienso saltar este verano sin vínculos, sin cuidados, sin masaje sentimental, sin empatía. Solo cine japonés y Bernhard; autor este cuya filosofía sintetizó Cioran: "Estamos todos en el fondo de un infierno, cada instante del cual es un milagro".
 
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20.7.25

Progresismo nominal (y otras falacias)

[Montanoscopia]  
 
1. Escribí sobre Moderaditos, el libro de Garrocho, pero se me pasó resaltar la cita de Oakeshott que recrea al final y que es la clave vitalista de la moderación política: "Cabe ser moderado en política para poder ser radical en todo lo demás".  
 
2. Se pasan años llamando fascistas a quienes no lo son, y cuando aparecen fascistas de verdad, como los abyectos y repulsivos congregados en Torre Pacheco para "cazar" inmigrantes (y españoles que se lo parecieran), animados por el inicuo Vox, les entra una euforia extra que delata que antes mentían como bellacos. Y a unas alturas en que la palabra fascista ya la tienen debilitada y carente de efectividad, en su boca al menos. Aparte está el uso que hacen algunos columnistas para adornarse y para eludir hablar una semana más del Gobierno: Torre Pacheco es el minarete (¡justamente!) al que se suben los misceláneos como muecines de su inacabable autopromoción. 
 
3. Dos muestras de progresismo (o socialismo) nominal y solo nominal. Pilar Alegría: "Mientras haya un gobierno progresista, no habrá ningún privilegio de ningún territorio". María Jesús Montero: "Mientras haya un solo socialista en Moncloa, nunca jamás habrá privilegios de unos territorios". Son dos claras paráfrasis de un argumentario (¡qué fenómenos sus perpetradores!) que incide en lo mismo: somos progresistas o socialistas porque lo decimos, independientemente de lo que hagamos. En este caso, abogar por el antiigualitario (y reaccionario y antisocialista) cupo catalán. Lo alucinante no es ya que digan cosas así, sino que sus militantes, simpatizantes y votantes (y la intelectualidad y la farándula casi en pleno) las sostengan.  
 
4. La prueba de que no se está en el partidismo es que todas las noticias sobre corrupción (ahora llegan las del exministro del PP Montoro) son un mazazo. Para el partidista, en cambio, son motivo de alegría las de la corrupción de enfrente, que distraen de las de la propia. Y sirven de escudo y coartada.  
 
5. Muere Guelbenzu. En sus reseñas de novelas anglosajonas había ráfagas incitantes que despertaban algo en mí... algo que luego no encontraba en tales novelas, ni tampoco en las suyas. Descanse en paz. 
 
 
6. Muere también el humorista Josele (¡menudo es Caronte!). Se me había borrado de la cabeza. Ninguna nostalgia ahora, solo el recuerdo del casete que teníamos en casa con lo de Vente pa' España, tío, en que hacía gracietas costumbristas sobre la época de la Transición. Me viene este resto de diálogo: "Que se ha muerto Mao". "¿Que se ha quemao?". Una cierta nostalgia, ahora sí, de cuando el humor no era inteligente.  
 
7. Un representante del humor inteligente (ja) era Pedro Ruiz, al que ahora nos tenemos que estar comiendo de nuevo por culpa de las redes. Una inteligencia autoadjudicada la suya, lineal, ramplona, insufriblemente didáctica, con mensaje: ¡es un cantautor del humor! Lo último es el sermón que le ha soltado al pobre Lamine Yamal por haber celebrado su mayoría de edad con putas y enanos. ¡Está integradísimo Lamine, es más español que nadie, y va y le suelta un torrepacheco moral!  
 
8. Leo sobre la serie Superestar, en que Vigalondo resucita a los frikis aquellos de hace veinticinco años: Dantés, Porras, Genil, Arlekín, Tamara, Loly Álvarez... Yo los recordé hace diez o doce, cuando me di cuenta de que aquel mismo rollo lo reproducían los podemitas del principio: Iglesias, Monedero, Echenique, Errejón, Bescansa, Espinar... El curso de sus vidas ha sido más o menos idéntico. Vigalondo debería considerarlo para una futura serie.  
 
9. Andanada en La Cultureta contra las bermudas. Salgo con las mías (¡son mi uniforme de verano!) con mayor fruición. 
 
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17.7.25

Entre la moderación y el cóctel molotov

He leído el celebrado Moderaditos, de Diego S. Garrocho (Debate). El autor ha acertado a concentrar en este prontuario mi ideal político, que es un ideal formal cuya expresión suprema es la democracia liberal, indisociable del Estado de derecho. Nada hay más progresista para mí que esto, y por ello quienes se dicen progresistas pero lo obstaculizan o corroen me parecen más bien reaccionarios.

Aunque aquí incurro en una de las trampas que señala preventivamente Garrocho, para el que la división entre izquierda y derecha es una inercia arrastrada desde hace más de doscientos años (desde la Revolución francesa, por supuesto). Mi carácter me separa de algunas cosas más del ideal. Por ejemplo, mi sangre caliente, que me hace estallar con demasiada frecuencia. O mi poca paciencia ante las deliberaciones; aunque esto lo compenso con mi admiración hacia quienes deliberan con paciencia. También mi debilidad por el ataque ad hominem, para mí irresistible porque me resulta humorístico. En relación con esto, peco de otro vicio que denuncia Garrocho: la tendencia a pensar que quienes sostienen ciertas posturas lo hacen por mala fe o por interés espurio, por un defecto moral. En el fondo, me temo, soy un moralista. Podría resumir todo lo anterior definiéndome como un moderadito que se aburre, y entonces trata de divertirse contraviniendo el ideal; o al menos dinamizándolo.

Pero el ideal se mantiene como ideal. Garrocho tiene el acierto de vincular la moderación a la valentía política. Los que nos hemos metido en estos fregados intermedios sabemos el coraje que hay que tener para aguantar la acusación de "cobarde": los que la lanzan son la primera piedra de toque de nuestra valentía. La postura matizada, atenta a la complejidad, es la que se corresponde con lo real, por otra parte: el moderadito lo que hace muchas veces es resistir al griterío por respeto a este primer dato del saber.

La mención en un par de ocasiones a Tucídides me ha llevado a una cita que recordaba de El mal de Corcira, de Lorenzo Silva. En Corcira, actual Corfú, se desencadenó la primera guerra civil entre los griegos y el personaje Bevilacqua parafrasea lo que dijo el historiador de ella: "Quienes actuaban de forma temeraria y atolondrada pasaron a ser ensalzados por ser más leales al partido que el resto. En cambio, quien se mostró prudente pasó a ser considerado cobarde, quien pedía moderación se vio acusado de ser poco hombre, y a quien apostó por la inteligencia le achacaron incapacidad para la acción. El que se dejaba llevar por la ira era el que se creía digno de confianza, y el que no, sospechoso. A quien se adelantaba a intrigar, a hacer el mal, o empujar a otro a hacerlo, era al que se respetaba, por astuto".

La paradoja de Moderaditos es que ha llegado a la vez en el mejor momento y en el peor momento. En el mejor momento porque es más necesario que nunca en nuestra historia reciente. En el peor momento porque casi todo parece irreversible ya. Yo mismo decía hace poco, medio en serio, medio en broma, que los buenos chicos constitucionalistas a lo que nos veíamos empujados ahora era a meterle fuego al Tribunal Constitucional. Habíamos sido asépticos patriotas constitucionales a los que de repente les pedía el cuerpo lanzar cócteles molotov.

Aunque, fatalmente moderaditos, eran simples desahogos verbales. Algo que regocijaba a un simpático trumpista, que se reía de mi pasividad. Al menos sé que disfrazarse de bisonte es más ridículo aún. Desde el otro extremo, resuena la pregunta de Lenin: ¿Qué hacer? Yo personalmente no tengo ni idea.

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13.7.25

Parálisis en la pasarela del barco sanchista

[Montanoscopia] 

1. Entre las medidas contra la corrupción que propuso Sánchez en el Congreso no estaba la única que se ha demostrado efectiva hasta ahora: atender a Ketty Garat y sus informaciones en The Objective. Por contra, lo que ha venido haciendo el Gobierno de Sánchez y sus extensiones politológico-mediáticas con esta periodista y este medio ha sido atacarlos. De este modo han estado encubriendo la corrupción, hasta que no han tenido más remedio que reconocerla. Con las investigaciones de la UCO ha pasado lo mismo. Así que un respeto a los verdaderos luchadores contra la corrupción, entre los que no han estado precisamente ni Sánchez, ni sus ministros, ni sus periodistas, ni sus politólogos ni politólogas. 

2. En el debate Feijóo estuvo, en efecto, sucio. Exactamente a la altura (a la bajura) de Sánchez. 

3. Que el PP se presente como "partido regenerador" es cómico, por la trayectoria que tiene y por lo que es. En España no hay regeneración posible, por culpa de los dos grandes partidos y por la de esos personajes entrañables: los españoles. Lo máximo a lo que se puede aspirar es al alivio periódico, mecánico, de cambiarle el agua a las aceitunas. Y ocasionalmente a la expulsión del poder de un autócrata como Sánchez. Esto de por sí supondría un avance regenerador. Pero con el resto de la retórica pepera solo se ilusionarán los ilusos. 

4. La antropología, ya les dije, es la única ciencia social sólida. ¡Qué inagotable espectaculito el del ser humano! Ahora estoy fascinado con los que iniciaron la escapada del barco sanchista pero se han quedado paralizados en la pasarela, como ratas congeladas. Cuando parecía que la caída de Sánchez era inminente tras los primeros audios de Koldo, se pusieron a correr pasarela afuera, contorsionándose con un impostado cabreo: se trataba de esculpir una imagen de disconformidad con el sanchismo que anulara los años de conformidad (o silencio pancista) con el sanchismo; una imagen a la que recurrir ante el siguiente Gobierno, para continuar medrando. Pero como el capitán ha decidido mantenerse en el barco, los supuestos cabreados han ido ralentizando el movimiento, como fotogramas de película de Peckinpah, hasta quedarse quietos como el vizcaíno del Quijote. Y ahí se mantienen los pobrecicos, hasta que se decante la situación. 

5. Escohotado lanzó divertidas andanadas contra el Departamento universitario como célula de represión y obstáculo para el conocimiento. Se podría decir lo mismo de la Redacción de El País, histérica esta semana contra sus columnistas Daniel Gascón y Ana Iris Simón (a esta ni le han publicado la columna). 

6. La politóloga Bascuñán, cheerleader sin fisuras de Sánchez, dice que el problema del sanchismo es el antisanchismo, como escribió aquí nuestro Dudda, pero sin ironía. Ella lo cree a ciegas, y cree que el antisanchismo se estudiará en las facultades. Yo creo que la mermada politología deberá ocuparse más bien, para recuperar algo de credibilidad, de las politólogas (y politólogos) cheerleaders

7. Escribí que Vivian Gornick y Rebecca Solnit eran dos autoras que, sin haberlas leído aún, me interesaban, pero que me parecieron un plomo en sus actos durante la Feria del Libro de Madrid. Pues bien, resulta que ahora Gornick me ha parecido estupenda en la entrevista que le ha hecho Javier Aznar en su podcast. ¡Resulta que la pobre fue un plomo por su entrevistadora, y es de suponer que Solnit también! Las sometieron a un tercer grado de catecismo feminista, sin que la vida apareciese por ningún sitio. Al final se volvió a cumplir lo que decía Pániker: "Todo entrevistado acaba reducido a los límites mentales de su entrevistador". 

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11.7.25

La abuela de Ipanema

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 6:30

Buenas noches. En mi última intervención de la temporada quiero ahorrarles mis rabietas de cascarrabias ultramontano contra todo lo que se mueve y proponerles un movimiento exaltante: el de la música brasileña. Esta es mi gran pasión vitalista. El filósofo Nietzsche decía que "sin música la vida sería un error" y yo digo que "sin música brasileña mi vida sería un error". Hay un aniversario adorable: resulta que la muchacha que inspiró la canción A garota de Ipanema, Helô Pinheiro, acaba de cumplir ochenta y dos años. Aunque la bossa nova triunfó en Brasil en 1959 con Chega de saudade, interpretada por João Gilberto, el bombazo internacional se produjo en 1964 con The girl from Ipanema, cantada en inglés por Astrud Gilberto, con su marido João Gilberto a la guitarra, Stan Getz al saxofón y Antonio Carlos Jobim al piano. Jobim y Vinicius de Moraes, de cuya muerte se acaba de cumplir también cuarenta y cinco años, solían sentarse en un bar del barrio de Ipanema, en Río de Janeiro, y veían bajar todos los días a la playa a la chica que les inspiraría la canción.

La canción tiene un tono celebratorio, pero también nostálgico: porque esa belleza que pasa nos resulta inalcanzable. Esta es la clave de su perduración. En una canción posterior, Carta ao Tom 74, Vinicius recuerda entrañablemente el tiempo en que "nuestra famosa garota ni sabía / hasta qué punto la ciudad turbaría". Luego lo sabría, porque tras el éxito Vinicius y Jobim desvelaron la identidad de la garota, que prácticamente ha vivido de eso toda su vida, así como su hija Ticiane Pinheiro, conocida como A filha da garota de Ipanema. Mas volvamos a Helô Pinheiro. Aquella chica es hoy la abuela de Ipanema, pero se mantiene espléndida y cuando ella pasa el mundo enterito se sigue hinchiendo de gracia y fica mais lindo por causa do amor.

10.7.25

Tour y Sanfermines

Durante esta semana exacta, hay una cada año, tenemos los Sanfermines por la mañana y el Tour por la tarde. Se nos articula así una sacralidad del día, como las horas marcadas de los monasterios: vísperas, maitines... El ciudadano va haciendo su vida (con el chaparrón inevitable, a poco que se descuide, de detritus político), pero en esos dos momentos puede pararse a meditar.

Es una meditación particular, porque no es tranquila, sino emocionante. Es una trepidación, pero con tantos destellos de enseñanzas que se impone su carácter pedagógico. De pedagogía vital, descarnada, arisca; en el filo del tiempo, de lo abismático de lo real, de lo agónico de la acción, de la muerte.

A los Sanfermines me reenganché hace dos o tres años, por el calvillo ese de las retransmisiones (o carequinha, dirían en Brasil), y a las ocho estoy ante la pantalla religiosamente. El corazón en un puño en los minutos que dura el encierro: puñales lanzados sobre la multitud que se apelotona, y que corre a su par, y que cae. Los toros portando esos puñales. De aquellas parrafadas de Dragó sobre qué significa todo eso, emerge una palabra: ¡genesiaco! Rozarse con la muerte para renacer. Algo que técnicamente podríamos hacer en cada instante, en realidad; pero un toro lanzado contra ti ayuda a la simbolización.

El resto de la fiesta me da igual, sobre todo ese chupinazo frecuentemente proetarra; pero el encierro sin caretas, recogido en sus breves minutos, es otra cosa. Justo por Dragó pensé de adolescente hacer una escapadita para rozarme con la afilada intensidad del cuerno, aunque nunca lo hice y ya no estoy para esos trotes. La intensidad solo puede ser ya vicaria, electrónica. Pero alguna chispa efectiva salta durante ese tiempo en suspensión: el peligro contemplado también produce adrenalina. El desayuno luego está más sabroso.

Y por la tarde el Tour, que empezó antes de los Sanfermines y terminará después. En los tiempos del navarro Indurain, la coincidencia del 7 de julio la resaltaban los ciclistas del Banesto con un pañuelo rojo. Me acabo de enterar de que evoca la decapitación de san Fermín en Amiens, por donde pasó el Tour hace dos días. ¡Todo encaja!

En el Tour de este 2025 se subirá Hautacam, donde fue vencido finalmente Indurain, concluyendo su era. Es la montaña que se agigantó aquel día. Y se subirá el Mont Ventoux, el monte petrarquista que vio morir a Tom Simpson. Y vuelve, si no recuerdo mal, una contrarreloj pura, toda cuesta arriba, en Peyragudes.

Escribo después de la contrarreloj en que Pogačar se ha hecho con el maillot amarillo y ya tiene a más de un minuto a Vingegaard. Poca incertidumbre competitiva parece que va a haber. Pero no importa. También la había con Indurain. En el ciclismo lo que cuenta es la estampa: la representación del auto sacramental. Los trances agónicos, el riesgo. El espectáculo de la pelea con el propio límite.

Algo de toro tienen, por cierto, las bicicletas. Las llaman cabras, pero son taurinas. Dragó diría que la conjunción con los ciclistas produce minotauros. El Tour puede verse como unos Sanfermines en que los touros (en portugués) fueran los propios corredores. Los ciclistas tienen además algo de toreros. Recuerdo que Lejarreta tras una caída parecía Manolete tras una cornada.

Así que por la mañana los Sanfermines y por la tarde el Tour. Escuelas sobrias de vida. Algo de agitación emocional, mental. Inyecciones nietzscheanas: inyecciones que nos pinchan los ciclistas, sin que tengamos que pasar un control antidoping después. Después, tras el Tour, lo que viene es la merienda. Que también sabe divino. 

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6.7.25

Tiempo de ventiladores

[Montanoscopia] 

1. Ya está en marcha el Tour, ya hay algo bello y noble garantizado a diario durante tres semanas. El de 2025 es además un Tour premium, como lo es (para mí) todo aquel en que se sube el Mont Ventoux. 

2. Mi vida, a estas alturas del verano, es lo que transcurre en el interior del colchón de vientos suscitados por mis ventiladores. Cuando tengo que salir a la calle, alejándome de ellos, ya no es vida. Tiene que ver con el ciclismo: las ruedas movidas por pedaladas absolutorias. Ruedas mandala, ruedas danza de Shiva: ventiladores éticos. 

3. Está también el ventilador del humorista Leo Bassi y su uso instructivo. Era un ventilador industrial, colocado en el escenario de cara al público. Bassi arrojaba a sus aspas estiércol, que se difundía entre las butacas. Otra buena metáfora del sanchismo: ¡núcleo irradiador! Los culpables son los otros, a quienes, como Ubú, enmierdro

4. Es mucho más limpio lo que hace Ábalos con las mujeres (un intercambio sexual por un precio establecido, sin más historias) que lo que hace Sánchez: eso de untárselas como tocino en pan para su autopromoción. El amontonamiento de mujeres al peso para que salga una foto "feminista" ahora que las encuestas indican una caída del voto femenino al PSOE. Y ellas, las mujeres del partido, acuden al llamado del gañán con sus mejores galas. 

5. Mis amigos Manuel Arias Maldonado y Jorge Bustos no han querido dejar de cobrarse la victoria sobre los que en su día propugnábamos el pacto de Ciudadanos con el PSOE. Aunque algunos, si bien es cierto que soñábamos con la posibilidad, lo que defendíamos ante todo era una posición de fuerza de Rivera que obligara (o desenmascarara si no) a Sánchez. En cualquier caso, hoy está claro que con lo de "la banda de Sánchez" Rivera se quedó corto. Y lo que es más importante: su negativa a aquel pacto nos ha ahorrado a los votantes de Ciudadanos ser cómplices, aun involuntarios e indirectos, de la corrupción del PSOE. 

6. Precisamente estos días he estado leyendo el libro de Arias Maldonado Forever Cinema (Confluencias): monumento cinéfilo. Junto con sus ensayos profesionales de teoría política (es catedrático en la materia) y sus columnas de actualidad en medios como The Objective, el autor viene cultivando una línea de artículos sobre cine (como los de Rancho Notorius), que son los que recopila, organizadamente, en Forever Cinema. El resultado es imponente, por la amplitud, la variedad de registros e intereses cinematográficos y el rigor apasionado con que los aborda. Resalto lo de apasionado, porque asistimos aquí a un buen ejemplo de lo que Eugenio Trías, otro cinéfilo, explicaba en su Tratado de la pasión: que la pasión, lejos de ser un obstáculo para el conocimiento como se suele repetir, es un motor para el mismo. Arias Maldonado ejercita la razón apasionada en sus escritos sobre cine. De pronto se me aparece no como un cowboy de medianoche, sino como el cowboy del mediodía: aquel mediodía del que Nietzsche destacaba la ausencia de sombra, pero que en el cinéfilo Arias Maldonado se perfila como la sombra luminosa del cine. 

7. Últimamente, al final de todas las películas extraordinarias que veo (por ejemplo, Le pont du Nord de Rivette o Las hermanas Munekata de Ozu) aparece: "Subtítulos: Bárbara Mingo". Se ha convertido en un sello de calidad. Filmin debería poner la etiqueta: Subtituladas por Bárbara Mingo. Es un lujazo, porque ella es la mejor escritora española viva. Y digo viva para no ofender a las muertas; entre las que incluyo a casi todos los escritores españoles vivos. 

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3.7.25

Vuelve Anaximandro

Vuelve Anaximandro, aunque en verdad siempre está ahí, con su ley rigiéndolo todo, inexorablemente. Lo que vuelve es nuestra percepción en los momentos espectaculares. En otra situación española no muy lejana, la del 1-O de 2017, recordé a este filósofo griego de los llamados presocráticos, siglo VI a.C.; en el bachillerato de antes todo el mundo lo conocía: "Donde tuvo su origen, allí es preciso que retorne en su caída, de acuerdo con las determinaciones del destino. Las cosas deben pagar unas a otras su castigo y pena según sentencia del tiempo".

Del tiempo o de la realidad. Lo que está pasando con el sanchismo, su descomposición acelerada, es más bello que la Victoria de Samotracia, que también era griega. La realidad acojona. Es de una belleza implacable, inapelable. No deja ningún cabo suelto. Sus leyes sí que son rigurosas, sin un Pumpido que te las acomode. Son leyes básicamente asesinas. La justicia se impone imperialmente. No de un modo barato, ni ramplón; no es el mecánico "el que la hace la paga", sino algo más apabullante: tiene que ver con el engranaje, con el equilibrio intrínseco, con lo que es. Disculpen que me ponga metafísico, pero aún no he comido.

En la política española se podría formular aproximadamente así: lo que está fuera de la Constitución es delito. Ahora lo es también el Tribunal Constitucional, que se ha puesto fuera desde dentro. No me estoy refiriendo a delito penal, sino a delito político. La Constitución instaura un ámbito plural de convivencia, una democracia moderna, un Estado de derecho homologado. Desde 1978, todo el que la ha cuestionado ha incurrido en aberración: la extrema derecha, la extrema izquierda, los nacionalismos (con sus variantes independentistas y proterroristas), los populismos... Lo que pretendo que se entienda es esto: no es que los mencionados sean aberrantes porque quieran, sino porque, si cuestionan el Estado de derecho, ¿qué otra cosa podrían ser? Fuera de la democracia solo está la aberración democrática.

Cuando el PSOE pactó con ellos se volvió aberrante. Fue por impaciencia por el poder, a la que le dieron una cobertura moral para poder digerirla: ¡la lucha contra la corrupción, ja! La corrupción la llevaban a cuestas, y como vemos estos días también en los cimientos. Litros de corrupción corrían por sus venas, como en una mala canción de Ramoncín. A esa luz el esperpento se acentúa: tanto discurso pontificante, tanta admonición, tanta "fachosfera"... El muro del que habló Sánchez no era más que la fortificación de la porquería que quedaba dentro, presidida por Sánchez. La ley terrible es que la corrupción política y la económicomoral iban juntas, eran siamesas. Ahora se van por el sumidero, y si el PSOE no se pasokiza, como ha ocurrido con sus equivalentes de otros países más saneados, es porque aquí el franquismo sociológico se ha agarrado a ese partido.

Hay una mala noticia para los españoles: Anaximandro no hará excepción con ellos. Habrán de pagar su castigo y pena por no haber expulsado con prontitud de la vida pública a un sujeto como Sánchez, ese Calígula electoral. Queda mucha ruina por delante, destrozos institucionales, embrutecimiento ambiente, aniquilación de la conversación pública. De esta se han encargado personalmente una recua de politólogos y periodistas que merecerían ser pasokizados también.

Tal vez, después de todo, la ley de Anaximandro sí que sea además barata y ramplona y descienda hasta el mecánico "el que la hace la paga". Así nosotros. Tendremos lo que nos merecemos. O mejor, como puntualizó Toscano separando la paja sanchista (en la culpa, desdichadamente no en la condena): "Tendremos lo que os merecéis".

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29.6.25

Optimismo estadístico, pesimismo antropológico

 
[Montanoscopia]  
 
1. Hasta aquí ha llegado el régimen del 78. Sus adversarios han logrado algo notable: destruirlo desde dentro. Ha sido una prestidigitación meritoria. Ahora los que estábamos con la Constitución de 1978 hemos de renegar de ella (y hablar también del "régimen del 78", como sus enemigos), porque su sustancia ha resultado ser otra. Mejor dicho: está claro que siempre fue la misma, solo que hasta este momento no se había revelado. Y sí que era fácil: ha bastado media docena de parteros de la historia lo suficientemente sumisos y lo suficientemente sinvergüenzas. Por fin lo sabemos: gracias al Tribunal Constitucional puede operar arbitrariamente un déspota en España, si el Tribunal Constitucional avala su despotismo. El Tribunal Constitucional era el caballo de Troya.  
 
2. Los tres grandes golpes al Estado de derecho en España desde la muerte de Franco: el golpe de Tejero (1981), el golpe del independentismo catalán (2017) y el golpe del Tribunal Constitucional (2025). Este es aparentemente menos grave que los otros; pero algo lo hace peor: es el único que ha triunfado. 
 
3. Josu de Miguel ha señalado en El Mundo la importancia de que la ley de amnistía la negociara alguien como Cerdán. Yo la llamaría ya abiertamente Ley Cerdán. Y al tribunal que la ha avalado, Tribunal Cerdán. Chorreantes de corrupción (política) por todos sus poros.  
 
4. En cuanto a la excusa de "la convivencia": claro, por el aquietamiento de los matones del independentismo. La mitad simbólica de españoles que quedan al otro lado del muro que instauró Sánchez no se teme que la rompan. 
 
5. Flor de un día la esperanza en Ahrens, el nuevo director de El País. El editorial decisivo de su incipiente trayectoria, el que valora el aval del Tribunal Cerdán a la Ley Cerdán, ha resultado ser muy Bueno. 
 
6. Hace bien Felipe González en decir que no votará al PSOE. Fue interesante que especificara que al decirlo no se dirigía a los militantes, sino a los votantes. Los militantes están perdidos. Entre los votantes que no lo son quedan todavía ancianos que siguen votando al PSOE como si votaran a González. No serán ya muy relevantes electoralmente, pero al menos González les habrá evitado, aunque tarde, una postrera complicidad con la bellaquería.  
 
7. Súbito destello de optimismo al pensar que estadísticamente es imposible que nos vuelva a tocar un sujeto como Sánchez. Vendrán otros malos, pero jamás peores. Lo que induce al pesimismo es su herencia. No ya la de sus destrozos institucionales, ni la del embrutecimiento general, sino la del desolador aprendizaje que nos lega: el de que para los suyos no hay líneas rojas. Lo podíamos sospechar, pero no lo sabíamos. Lo hemos sabido por Sánchez: los suyos seguirán a su líder en todo, hasta el fin; diga lo que diga en cada instante, haga lo que haga. Habrá escisiones en el apoyo, pero este se mantendrá lo suficientemente firme. Argumentarán lo que sea en su favor. Así pues, una de cal y otra de arena: optimismo estadístico, pesimismo antropológico. 
 
8. Primer baño en el mar. Es siempre el mejor. Los órganos del cuerpo, el cuerpo mismo, y el cerebro, redescubren el alivio de la gravedad. Hay una reacomodación de densidades. Incluso la sangre encuentra otro ritmo en las venas, suavizado, sin trompicones. Venimos de ahí: del líquido amniótico. La sensación seguirá siendo perceptible durante todo el verano, pero cada vez más atenuada. Hasta el último baño de septiembre, tan divinamente melancólico. Todo se inventó en Grecia. También la salida helenística o alejandrina: la posibilidad del refugio de la envilecida polis en el mar. Emboscadura azul. 
 
* * * 

27.6.25

Biografía de Javier Marías: mala y recomendable

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 2:10
 
Buenas noches. Me lo he pasado pipa con la primera gran biografía que se ha hecho de Javier Marías, que se publicó el año pasado y no ha leído casi nadie: El espía de las almas. La vida y las opiniones del caballero Javier Marías. El autor es el periodista Manuel Adolfo Martínez Pujalte, primo de aquel Martínez Pujalte del PP. La editorial, murciana, se llama Diego Marín. Me enteré de la existencia de esta biografía por el artículo que le dedicó Alberto Olmos en El Confidencial hace meses y que creo que es lo único que se ha escrito sobre ella. Ocurre que el libro es malo, su estilo es defectuoso, está mal puntuado, mal editado, es feo, reiterativo, chapucero... ¡pero funciona! Es un misterio gozoso de la lectura. El biógrafo es retórico, vanidosillo, roza la ridiculez muchas veces (recuerda al escribidor Pedro Camacho de La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa), pero lo salva la pasión por su biografiado Marías, sobre el que ha acumulado una ingente documentación, que le ofrece al lector con puntillosidad. Su imperfecta manera de escribir informa y emociona, transmite, algo que otros que escriben mejor no alcanzan. Tal vez se deba a su devoción por Marías, o a su desarmante ingenuidad. El caso es que el lector se encuentra con el hombre Marías en estas páginas, y se entera de su vida, de muchísimos datos que desconocía, y le coge cariño, y le vuelve la nostalgia, y se le reaviva la admiración, y le entran ganas de releer sus novelas. Por eso les recomiendo a los amantes del escritor esta biografía al parecer ya muerta, pero llena de vida. Recuerdo autor y título: Manuel Adolfo Martínez Pujalte, El espía de las almas. La vida y las opiniones del caballero Javier Marías.

26.6.25

Como insectos en su ámbar las frases

Vengo de una experiencia inmersiva en veinte años de vida petrificada. La ocupación de mi cuenta de correo se me puso en el 96% y amenazaba con colapsar. Le ocurrió a una amiga, que me dijo que en un momento dado ya no pudo hacer nada, ni siquiera borrar mensajes para liberar espacio. Así que me puse a borrar mensajes cuando todavía me era posible.
 
Llevaba casi veinte años con la cuenta y no volvía a los primeros mails desde entonces; en realidad, nunca se vuelve a ningún mail, salvo para alguna consulta ocasional. El empuje del presente no nos deja tiempo para el pasado. Me ha sobrecogido toda la vida que había ahí enterrada. Como es una vida hecha solo de palabras, se conservaba tal cual. Con una espontaneidad que no tenían las antiguas correspondencias en papel. Son casi diálogos, más aún en los intercambios privados de Twitter, cuyas notificaciones permanecían también.
 
Es, como he dicho, una vida petrificada, pero petrificada con su fluir del momento: dinámico en sí mismo pero ya aquietado. Como insectos en su ámbar las frases. Empecé repasando cada mensaje minuciosamente, y considerando su borrado. Pero así no avanzaba. Decidí ser tajante y borrarlo todo, salvo los intercambios con una persona. Era el juicio, en fin, a veinte años. Inmisericorde. Amputación total (salvo esa única excepción). No quise conservar nada.
 
Me ha sorprendido la cualidad de gusanera de los buzones. No sospechaba lo que pueden guardar. Es en cierto modo monstruoso. Uno va haciendo su vida analógica en 2025 y no es consciente de que la internética de 2006 o 2008 sigue ahí, intacta. Es abrumador. Me acordé de las dead letters de Bartleby, el escribiente, que provocaron su nihilismo y su pasividad. Aunque las cartas de mi archivo sí fueron entregadas y estuvieron vivas, y llenaron días y noches.
 
No me pude resistir a echarles un vistazo a muchas; un último vistazo, antes de borrarlas. Las más perturbadoras son las de personas a las que nunca llegué a conocer y de las que no sé nada. Su existencia también se limitaba, para mí, a estos cruces verbales y algunas pueden que estén muertas. Sí sé que murieron Félix Bayón, Chema Cobo y Mar de Marchis, pero ahí se mantenían con sus complicidades conmigo. Bayón diciéndome una madrugada que brindáramos en la distancia por un amigo suyo al que le había salido bien un diagnóstico médico. Al final se murió él antes.
 
Hay amigos y examigos. Novias: con estas se ve el proceso completo de la relación, hasta una estela de comunicaciones posteriores, tiernas a veces, que va languideciendo. Hay jovencitos que me adulaban hasta que triunfaron. Personajes con los que no recordaba haberme escrito jamás; por ejemplo, un escritor que me cuenta (a propósito de un tuit mío) lo tontos que son otros dos escritores (en realidad, eran tontos los tres). Los mails escrutadores del personaje de Cicatriz (corté el contacto, pero me lo crucé justo cuando salió la novela). Los mails con la escritora célebre de la que luego me distancié (no recordaba que hubiésemos sido tan amigos). O la amiga puramente virtual (nunca llegamos a encontrarnos) con la que durante varios años estuve hablando todas las noches; años oscuros pero entrañables en esas conversaciones: ¡cuánta intensidad! ¡Y humor!
 
Es una vida paralela, volcada por los dedos: ¡la vida digital! Da vértigo pensar en todo lo pulsado y tecleado, en todo lo leído y mirado. Los miles o millones de microgestos. Aunque seguían ahí almacenados, se cumplieron en su instante, en su relampaguito electrónico. Los míos (casi todos) ya no están.
 
* * * 

22.6.25

Escenificaciones pornográficas

[Montanoscopia]  
 
1. Cuando saltó el escándalo de la fontanera del PSOE me asomé a la web de El País. Era la noticia número dieciséis. Al día siguiente me volví a asomar: era la cuarenta y tantos. Luego la subieron porque el PSOE le abrió un expediente a esa mujer que a los lectores de El País casi no les constaba. Durante años, noticias contrarias al Gobierno solo se han asomado al periódico en la columna de opinión de Gascón; más recientemente, también en la de Garrocho. Entonces quitaron a la directora Pepa y pusieron al director Jan (o Bueno y Ahrens). Este parece haberles metido guindillas per angostam viam a sus periodistas, que de repente están que trinan contra Sánchez. O lo estuvieron en los pocos días que mediaron entre la publicación de los audios de Koldo y la reafirmación de Sánchez en su discursito del lunes. Ahí algunos periodistas empezaron a regurgitar las guindillas per angostam viam y volvieron a lo suyo. Ahrens no debe consentirlo: tiene que dejar las guindillas atadas y bien atadas.  
 
2. Una subtrama es la de las novelistas del régimen tratando de dotar a Sánchez de un psicologismo barato, muy propio de la novelística española. ¿Por qué no se creyó Sánchez las acusaciones contra Cerdán? Porque pensaba que formaban parte de los bulos que trataban de hacerle daño. Los guionistas de Dexter se lo curraban un poquito mejor.  

3. Está siendo divertidísimo el espectáculo del reposicionamiento. Los que llevamos años con la crítica al sanchismo no hemos necesitado enfatizar ahora. Los parvenus del antisanchismo sí. Han necesitado, como acto inaugural que exorcice su silencio, ejecutar escenificaciones de cabreo en las que hay más pornografía que en los tejemanejes con putas del trío del Peugeot.  
 
4. A propósito de las irrefrenables pulsiones sexuales de Ábalos, me he acordado de un gran verraco que hubo en el PSOE malagueño de los ochenta. Al genial Romero Esteo, autor de teatro y profesor, le gustaba contar, con su exagerado histrionismo de siempre, que un dirigente local del partido convocó al verraco y le soltó más o menos esta parrafada: "Tengo que trasladarte un malestar que existe en la agrupación, compañero. Ya sabemos que eres el Kennedy de Málaga y que necesitas copular cinco o seis veces al día. En eso no entramos, porque entendemos que el cuerpo te lo pide y no tienes más remedio. ¡Pero no te tires a nuestras mujeres, cabrón! ¡No te tires a nuestras mujeres!". 
 
5. En el ítem anterior he puesto "copular" por no ser grosero. El verbo original era otro. Pero la actualidad sí es grosera. Ha salido un nuevo personaje: Jordi el Niño Polla, actor porno con el que la última amiguita de Ábalos, Anaís, ha rodado películas. Sin embargo, otro actor porno español, más fino, acude en mi rescate con el nombre de batalla que utiliza: Francis Ford Coppula.  
 
6. Con esto del proxenetismo han vuelto a mentar al suegro de Sánchez, que fue dueño de la Sauna Adán. Yo pasaba mucho por delante, porque estaba junto a la librería Fuentetaja. Una vez entré literariamente en ella: por la novela Mansos de Bop Pop (Roberto Enríquez), que está ambientada allí. La novela es buena, por cierto. Hay una escena formidable, de la que sale el título. Cuando "el prostituto negro" está penetrando per angostam viam al narrador, le dice a este: "¡Qué mansos os volvéis cuando os follamos!". Una alegoría exacta del sanchismo.

7. Millás en su última columna: "Uno preferiría que a la humanidad no se le hubiera ocurrido el porno". Y que lo diga, padre: sobre todo el político. 
 
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19.6.25

Ricardo Reis, el mejor


Otra manera de combatir al Quemasangre, al sujeto que pertenece a la estirpe de los instigadores de enfrentamientos civiles, al embrutecedor y envilecedor y abaratador, es ocuparse de lo que lo excluye. Así hoy de Ricardo Reis, que es el heterónimo más pulcro de Fernando Pessoa. "Siéntate al sol. Abdica / y sé rey de ti mismo", dice en una oda. Una invitación a dignificarse.
 
Se acaba de publicar en Pre-Textos un volumen majestuoso, las Obras completas de Ricardo Reis, con las últimas correcciones de Pessoa, escondidas hasta 2008 en revistas que poseía su sobrina-heredera, y la ordenación cronológica de los textos. La única pega para mí es la traducción de los poemas, fallida; pero por fortuna se incluyen los originales, y además está la prosa, que ocupa la mitad del libro. Merece la pena pues.
 
Los lectores de Pessoa hemos ido cambiando de preferencias heterónimas según las épocas anímicas, o tal vez la simple edad. Dejando a un lado el Libro del desasosiego de Bernardo Soares (semiheterónimo), el primer impacto suele producirlo Álvaro de Campos con esta célebre fulminación: "No soy nada. / Nunca seré nada. / No puedo querer ser nada. / Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo". El lector-artista adolescente pasa después a la limpieza pacificadora de Alberto Caeiro: "Yo no tengo filosofía: tengo sentidos", o "Bastante metafísica hay en no pensar en nada". Y a la autoconciencia extrañada del Pessoa ortónimo: "El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente".
 
Con paciencia aguardaba en nuestra vida Ricardo Reis, menos seductor y más difícil al principio, pero que se impone al final. Es el mejor, el más sutil, el más concentrado. Su esmero por la forma deja piedras poéticas (¡diamantes!) que atraviesan el tiempo sin apenas erosión.
 
Ricardo Reis fue, según la biografía que le concibe Pessoa, médico y latinista, librepensador y monárquico, pagano, con un exilio voluntario en Brasil. Acepto la carne (literaria) que le dio José Saramago en El año de la muerte de Ricardo Reis, una de las grandes felicidades lectoras de mi vida (¡aunque detesto al autor!). La cita inicial de la novela era un verso de Reis, fatalista y contemplativo: "Sabio el que se contenta con el espectáculo del mundo".
 
Para Reis la obra de arte ha de ser también filosófica: emoción y pensamiento van juntos. Su tono está entre el estoicismo al que aspira (adustez, disciplina, aceptación) y el "epicureísmo triste" que le diagnostica su hermano. Defiende el paganismo frente al cristianismo, aunque considera que la alegría y la sensualidad están más en el segundo que en el primero, que es, también, "una religión triste". Lo que define al paganismo para Reis es la objetividad, un criterio de realidad y verdad. La ausencia de pecado. Y la fe en los dioses. Propugna el regreso de los mismos, que consistiría en una operación de la mirada: "Los dioses no han muerto: lo que murió fue nuestro modo de verlos. No se han ido: dejamos de verlos". Su ideal, a diferencia del de Nietzsche, es apolíneo.
 
Sus odas, latinizantes, parten de las de Horacio, pero con esta vuelta enriquecedora: se trataría de un "Horacio griego que escribe en portugués". Pese a sus toques arcaizantes, es una poesía plenamente moderna. Mário de Sá-Carneiro le escribió a su amigo Pessoa al leerla: "Ha conseguido realizar una novedad clásica, horaciana. [...] Horacio multiplicado por alma, ¿no podríamos llamar así a Ricardinho Reis?".
 
Tengo desde hace años como libro de cabecera las Odas de Ricardo Reis en la antigua edición (también de Pre-Textos) de Ángel Campos Pámpano. De ella son los versos que cito. Últimamente me impresionan estos, en glorioso hipérbaton: "Cuidas, intransitable, que cumples, apretando / tus infecundos, trabajosos días / en haces de yerta leña / sin ilusión la vida. / Tu leña es tan solo peso que llevas / a donde no hay fuego que te caliente". Son poemas del tiempo que se escapa y el vacío, con sus placeres fugaces (pero placeres) y una noción tan exacta de la contingencia y la caducidad, que produce una serena euforia liberadora.
 
En una oda escribe, dirigiéndose a Caeiro: "Maestro, son plácidas / todas las horas / que nosotros perdemos, / si en el perderlas, / cual en un jarrón, / ponemos flores. // No hay tristezas / ni alegrías / en nuestra vida. / Sepamos así, / sabios incautos, / no vivirla, // sino pasar por ella, / tranquilos, plácidos [...]". Y la última estrofa: "Girasoles siempre / mirando al sol, / de la vida nos iremos / tranquilos, teniendo / ni el remordimiento / de haber vivido". Otra oda empieza: "Sigue tu destino, / riega tus plantas, / ama tus rosas. / El resto es la sombra / de árboles ajenos". Y termina: "Mas serenamente / imita al Olimpo / en tu corazón. / Los dioses son dioses / porque no se piensan".
 
No pensarse: truco olímpico. Lucidez y elegancia.
 

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15.6.25

El Circe de todos los Cerdanes

[Montanoscopia]  
 
1. Recuérdalo tú y recuérdalo a otros: ninguna de las cerdadas de Cerdán es más corrupta que la ley de amnistía de Sánchez. Que, por otra parte, le negoció Cerdán.  
 
2. En la Odisea, la hechicera Circe transforma en cerdos a los hombres. Sánchez, nuestro Circe, los transforma en Cerdanes. ¡Qué mano tiene! Por obra suya, están las instituciones llenas de ellos: Conde-Pumpido, el Cerdán del Tribunal Constitucional; García Ortiz, el Cerdán de la Fiscalía General del Estado; Armengol, la Cerdán de la presidencia del Congreso; Intxaurrondo, Fortes, Cintora y Ruiz, los Cerdanes de las noticias; Broncano, el Cerdán del humor; García Montero, el Cerdán del Cervantes; Tezanos, el Cerdán del CIS; Puente, el Cerdán de los trenes; etc., etc. Además del propio Cerdán, el Cerdán del PSOE.  
 
3. Visto lo visto, el proyecto de reforma de la Justicia del ministro Bolaños podría ser bautizado, técnicamente, como Fuga de Alcatraz.  
 
4. El que todo esto le haya pillado dentro a Idafe es más bello que la Victoria de Samotracia. 
 
5. El perdón truculento del autócrata es un clásico, así como la emocionada felicitación que le prodigan sus esbirros. Hay un poema de Mario Benedetti, quizá el más repugnante de los suyos (y abunda en ellos), que se titula Hombre que mira sin sus anteojos. Es, increíblemente, un canto a las anteojeras ideológicas, sin las cuales todo está desenfocado. En un momento escribe: "el hombre político que en un acto / de incalculable amor / dijo a un millón de pueblo la culpa es mía / y el pueblo empezó a susurrar fidel fidel". El miércoles la que empezó a susurrar "sánchez sánchez" después de que pidiera perdón fue Palomera.  
 
6. Como en las postrimerías del franquismo, de pronto algunos columnistas que se han pasado el sanchismo callados tratan de forjarse a empujones una trayectoria de "antisanchistas de toda la vida". (Solo hay una ciencia social sólida: la antropología.) 
 
7. Qué insondable pereza cuando Feijóo promete ejemplaridad. Ejemplaridad a cargo del partido de la Gürtel, cuya falta de ejemplaridad propició la llegada del PSOE, que prometió ejemplaridad y cuya falta de ejemplaridad propiciará el retorno del PP. Y de este ping-pong abyecto no salimos.  
 
8. La lucha contra la corrupción fue una mera excusa tanto para Sánchez como para sus socios. Lo de estos lo prueba que van a seguir apoyando a Sánchez pese a la corrupción. Siempre se trató de otra cosa. Para Sánchez, de llegar al poder. Para los otros, de socavar la nación y el Estado de derecho; de acabar con el pluralismo; de hacer del sistema político español un régimen ideológico en el que no quepan todos, a diferencia de lo que ocurre con el que llaman despectivamente "régimen del 78". Llevan conseguido mucho. Y a partir de ahora, sosteniendo al Gobierno, conseguirán más aún. Todo lo que va mal les va bien. Así que todo irá peor.  
 
9. Los que tenemos letras, refugiémonos en las letras. He leído un buen libro de poemas, Nuevo en la ciudad nueva, de Juan Antonio González Iglesias (Visor). Me lo recomendó Ignacio Jáuregui, autor del libro de viajes Venecia. Un asedio en espiral (Athenaica) y buen conocedor también de Nápoles, que es la ciudad nueva. Me despido con algunos versos de dos poemas. "Sé / que no debo poner mi corazón / en nada transitorio, pero aquí / todo se muestra suavemente eterno". "Por la preservación de lo sagrado / doy gracias, por las cosas que dispone / el ser humano cuando es humano, / por cada arista de cada columna / tan gentilmente dórica, doy gracias / y por el sol final, que distribuye / oro y serenidad sobre la tierra". 
 
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13.6.25

Minioda a Ábalos

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 01:48
 
Buenas noches. Sin desmerecer a Cerdán, dueño de mi segundo apellido favorito (el primero es Pichardo), mi debilidad es Ábalos. Me terminó de conquistar con sus declaraciones en camiseta gris en el portal de su pisito de Valencia que registraba la UCO. Fui a decírselo personalmente, pero resulta que me tenía bloqueado en Twitter. ¿En qué momento le soltaría yo una fresca cuando gobernaba? Pero ya no gobierna y quisiera hacerle aquí una minioda. Los amantes de la palabra no tenemos más remedio que reconocer que Ábalos es el único político español que habla bien y tiene una dicción perfecta; el único que enlaza directamente con nuestro teatro del Siglo de Oro. El cerebro de Ábalos se asienta en la gramática española y el paso de la sangre por sus venas es sintáctico. Esto no ocurre ni con los escritores españoles, a los que supera en habla y dicción. Además, en su pisito hay "un arsenal de libros". Ya es mala suerte (¿o buena suerte?) que este exponente máximo de la palabra sea también (presuntamente) un corrupto. Me ha recordado a cuando Ernst Jünger recomienda en Radiaciones la lectura de Léon Bloy advirtiendo: "Igual que la luz, tampoco la verdad cae siempre en el lugar agradable". Así, la palabra ha venido a arraigar, en esta su menguada época, en un individuo como Ábalos. Por otra parte, qué espléndido uso le dio al dinero (presuntamente) apañado: ¡mujeres y vidorra, como en los viejos tiempos hedonistas, en que no primaba la predicación sino el disfrute! Y qué cumbre biográfica, según se cuenta, lo de destrozar una habitación de parador nacional con drogas y orgías, como un rolling stone. Solo un artista es capaz de tales explosiones, porque la palabra es un fuego que busca salir como un volcán. ¡A sus pies, maestro!

12.6.25

Popurrí libresco

Popurrí libresco, ahora que está la Feria del Libro de Madrid, que no pienso pisar pero que espío por internet, mareantemente. El año pasado me tocó firmar (¡por única vez!) el peor día de mi vida: aparezco en la foto como velando un cadáver, mi propio cadáver. Pero ha pasado un año y aquí sigo. Eso sí, de lejos.
 
Lo más divertido es que hayan coincidido en Madrid Vivian Solnit y Rebecca Gornick (¿o Vivian Gornick y Rebecca Solnit?), que es como coincidir en una fiesta con el mismo vestido. Son dos autoras que me interesaban en principio. Aunque no las he leído, los elogios que se les prodigaba me las hacían apetecibles. Me ha bastado una hora con cada, la de sus respectivos streamings, para que en mi cráneo rebotara, cuervescamente: ¡Nunca más! Qué soporíferas son, con la adocenada beatería que predican. La beatería del momento, claro está: ¡la de lo woke! Gornick hizo un canto a la política "que emerge de las emociones". Ni se daba cuenta de que estaba cantando de paso el trumpismo, por no decir el nazismo. En cuanto a Solnit, escuchaba embobada a su presentadora Marta Peirano cuando le contaba que con el apagón los españoles volvimos a ser niños. ¡Toma, como con Franco! ¡Nostalgia por la preilustrada minoría de edad!
 
También debió de ser divertida, aunque no la pillé, la charla entre Sergio del Molino y Guillermo Altares sobre "la amenaza autoritaria". Sospecho que hablarían a favor, puesto que son dos verdugos voluntarios de Sánchez (Del Molino, verdugo por omisión; Altares, verdugo por acción).
 
Los de Jot Down, por su parte, denuncian que la directora de la Feria, Eva Orúe, mandó retirar sus revistas de la caseta. Según la normativa, solo se pueden exponer "productos" con ISBN, el identificador que llevan los libros y no las revistas. Pero resulta que Jot Down edita además libros (¡entre ellos mi Inspiración para leer!) y los números de la revista Jot Down suelen contener más calidad literaria que el 95% de los "productos" con ISBN.
 
He tenido una corresponsal a pie de obra: mi amiga Dolores. De entre las historias de la Feria que me cuenta, me decanto por la del dependiente que intentó encasquetarle un libro de las Sinsombrero. Ella que no, y él venga insistir. Y fue que no, claro. Le hago la bromita de que los del 98 deberían ser conocidos, equivalentemente, como los Sinsostén y los del 27 como los Simbragas (aquí me viene un chistecillo, pero no quiero que se me echen encima Gornick y Solnit). Me quedo pensando en el triste destino de las Sinsombrero: han pasado del ostracismo a la saturación sin un minuto siquiera de normalidad.
 
Igual que Manuel Chaves Nogales, por cierto, que es el foco de una polémica tremenda a cuenta de la publicación en la editorial El Paseo, a cargo de Yolanda Morató, de sus llamados (el título es una de las disputas) Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Han participado, que yo sepa, Juan Bonilla, Abelardo Linares, Andrés Trapiello y Ángel L. Fernández; en las páginas de Abc, El Mundo, Zenda y Jot Down. En todos los artículos que he leído se omite un parentesco importante: caballerosamente, pero hurtándole un dato supongo que decisivo al lector. Yo lo omito también (¡no voy a meterme en el fregao, para una vez que escapo a una polémica!). A lo que no me resisto es a transcribir el wasap que le mandé a un amigo sevillano (el gran Carlos Mármol): "¡Cómo vuelan las navajas en la Tercera España, quiyo! ¡La siguiente guerra civil la desatará Chaves Nogales!".
 
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8.6.25

Entre los españoles y yo hay algo personal

[Montanoscopia]  
 
1. Me comen los demonios cuando se intenta exculpar al electorado español con el argumento de que la ley de amnistía no estaba en el programa del PSOE. Lo que sí estaba era el Sánchezprinzip: la certeza de que Sánchez haría cualquier cosa por mantenerse en el poder, incluso aquellas que aseguró que no haría. Como ocurrió en la legislatura que se juzgaba el 23-J y que el electorado español absolvió. 
 
2. Los españoles solo recobrarán la dignidad si pasokizan al PSOE. Obviamente, no lo van a hacer. 
 
3. Digo "los españoles" y no "los votantes del PSOE" porque me refiero al cuerpo social que no expulsó a un elemento como Sánchez masivamente: sin tener que recurrir a sumitas o restitas. 
 
4. Si hay algo inexorable es que el libro de Leire Díez va a existir, para justificar su excusa. Han hecho el chiste de que ya está en ello la amanuense de Sánchez Lozano; chiste la mar de realista. Leo, por cierto, que Lozano ha arruinado la Casa Árabe, cuya dirección le dieron. Siempre me pregunté por qué la enchufaron justo ahí. Caigo en que sería por asociación con el Cide Hamete Benengeli del Quijote, verdadero autor del libro de Cervantes, según Cervantes. Si Lozano es aquel árabe, ¡entonces Sánchez es Cervantes! Eso debió de pensar el que la colocó. Lamentablemente, mi especulación no es realista: implicaría que alguien en el sanchismo ha leído el Quijote
 
5. Bueno, Muñoz Molina sí ha leído y releído el Quijote. Vi la presentación de El verano de Cervantes, que acaba de publicar, y me reconcilié un poco con él. Al final se abrazaron él y su esposa Lindo, con amor. Percibí fragilidad y ternura. ¡Soy un sentimental! No se ha equivocado quien ha dicho: "Montano: convencido de no acabar nunca con ese corazón, pomo de su puerta".  
 
6. Qué entrañables el politólogo y la politóloga de los domingos en El País. Gracias a Trump han vuelto a ejercitar sus herramientas epistemológicas sobre el peligro iliberal, que con Sánchez las tenían oxidadas. En realidad él, que tiene nivel, sí ha hablado en los dos o tres momentos clave (y solo en ellos). Ella, en cambio, se ha limitado a ser siempre cheerleader.  
 
7. Y de pronto cambian al director de El País: Pepa por Jan; o Bueno por Ahrens. El previsible aflojamiento de las riendas les facilitará a los misceláneos lo que les angustiaba: ir preparándose para la llegada del PP, con el que tampoco debe faltarles prosperidad. "¡Vamos a hacernos una foto para la prosperidad!", decía Carmen Sevilla, aquella Melody (Latorre dixit) avant la lettre.  
 
8. La desgracia de las, así llamadas, lenguas cooficiales son sus nacionalistas, que las embadurnan de pestilencia. Lo que de atractivo y seductor puedan tener, por el habla cotidiana y sus poetas (¡y sus locutores del Giro!), los nacionalistas lo arruinan. Si aún se hicieran alegorías medievales, el Catalán, el Gallego y el Euskera (y el Bable y la Fabla, y el Andalú y el Silbo Gomero y el Castúo), se erigirían como gigantes a apalear a sus nacionalistas y limpiarse así la porquería que les ha caído encima con ellos, su genuina amenaza, su aniquilación. 
 
9. No estoy de acuerdo con que se adelanten las elecciones, como piden el PP y Page. Yo quiero que Sánchez agote la legislatura y que los españoles se cuezan todavía más en Sánchez. Y, a ser posible, en la siguiente legislatura también. Y así durante cuarenta años sanchistas, medida que conocen bien los españoles. Les deseo ya lo peor a los españoles. ¡Entre esos tipos y yo hay algo personal! 
 
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5.6.25

Tsevan Rabtan, caballero en la estepa legal

Cuando Tsevan Rabtan, nuestro mongol ilustrado, guardia civil de la lógica, publicó su primer libro, Atlas del bien y del mal (GeoPlaneta), que era un catálogo de anomalías históricas, monstruosidades, violencia y caos, escribí: "Yo encuentro una coherencia estricta entre esto y su pasión por la ley, de la que el abogado Tsevan Rabtan es su mayor defensor. La ley, al cabo, intenta contener, ordenar un poco esa realidad que sin ella sería –justamente– más monstruosa, caótica y violenta". En su nuevo libro, Anatomía de la ley (Deusto), se ocupa de esa pasión suya, con igual perspicacia e inteligencia. Y con la misma regocijada erudición: entre sus razonamientos introduce ejemplos apetitosos de todo el mundo, del Ártico a la China o la India, pasando por Grecia, Roma, Egipto y Bizancio.

Tiene gracia que ahora utilice su nombre artístico o de guerra no para correrías aberrantes sino para su contención. Posee un encanto doble, porque el caudillo mongol va esta vez por la estepa como un caballero andante en defensa de la ley. En el Nickjournal donde lo conocimos, por cierto, tuvo un semejante que también combinaba la barbarie con la Ilustración: el inolvidable Gengis Kant. Otro amigo de entonces, Manuel Toscano, escribe el prólogo de Anatomía de la ley: tan bueno, que el libro va con la mejor reseña incorporada. Al comentarista le queda poco más que recomendar el libro y recomendar el prólogo.

Añadiré, sin embargo, algunas palabras de actualidad. La pertinencia de Anatomía de la ley se ha vuelto acuciante estos días. Menciono dos muestras. Al término de mi lectura del libro el pasado fin de semana, se filtró ya que la ponencia del Tribunal Constitucional avalará la ley de amnistía, lo que estaba cantado porque se trata de un Tribunal de parte. La noticia, con el libro fresco, resultaba para el Estado de derecho aún más catastrófica.

Por su lado, Luis García Montero escribía en El País: "Más que en los partidos, el problema está en los jueces que se salen de su decencia profesional para sustituir a la voluntad del pueblo encarnada en la política. […] Si este tipo de jueces consigue convertir su soberbia en costumbre jurídica, un poder judicial autopoderoso se convertirá en el problema más grave de la democracia. Después de que el CGPJ quedara bloqueado, el único contrapoder que puede enfrentarse a la soberbia judicial es la Fiscalía. Ahora comprendo por qué soportamos en España una desmedida persecución mediática contra el fiscal general. Hay quien no quiere justicia, sino soberbia sin límites dispuesta a borrar cualquier otro tipo de poder democrático". Este la fontanería la hace al aire libre, su cloaca es a campo abierto; y con un embadurne relamido que nos recuerda que, en fin de cuentas, es poeta.

El lector de Anatomía de la ley no dejará de percibir la aberración que supone esa queja de que "los jueces" sustituyan (¡sustituyan!) "a la voluntad del pueblo encarnada en la política". Como afirma Tsevan Rabtan, sin ley sencillamente no hay democracia. Hay, todo lo más, "democracia plebiscitaria": expresión que en La emboscadura de Ernst Jünger aparece como sinónimo de dictadura.

Tsevan Rabtan rastrea las razones históricas del derecho y la ley, y las argumenta con una claridad que no excluye el zigzagueo del ensayo. Analiza la situación de la administración de justicia en España (comatoso). Y proyecta el pensamiento hacia el futuro, en que la Justicia tendrá que vérselas con la IA. Aunque el presente sea malo, ya sabemos que podría ser peor. Tsevan Rabtan aboga por que no decaiga el intento. Termina el libro con Maquiavelo, con su célebre distinción entre la virtù (o esfuerzo) y la fortuna. A pesar de todo, hay que hacer algo: porque la fortuna "muestra su poder donde no se han tomado medidas para resistirla y dirige su furia hacia donde sabe que no se han hecho diques ni barreras para contenerla".

Antes de leer está ya imprescindible Anatomía de la ley, recomiendo la entrevista que le hizo Ricardo Cayuela al autor aquí

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1.6.25

Pecado de fontanería


[Montanoscopia] 

1. Con el primer párpado que abro el sábado, a veces, como ayer, de madrugada, leo el artículo de Antonio Muñoz Molina en El País. Es un vicio que he pillado. No lo leo con el párpado, claro, sino con el ojo, pegajoso de párpado. Son artículos estupendos (AMM es un estupendo articulista, fundamental en mi formación/deformación), pero están como encapsulados en un país que no es España. El Gobierno no aparece nunca. Sí, de tarde en tarde, la oposición. Ayer puso una listilla de gobernantes aquejados de "masculinidad dañina": Trump, Musk, Orbán, Milei, Maduro, Putin, Bolsonaro, Netanyahu. Ya ven quién falta. En Babelia le premian por su buena conducta y lo sacan en portada por su nuevo libro, El verano de Cervantes. No siempre fue así. Hubo un tiempo en que era un poco díscolo. Y se lo hacían saber: no le dedicaban portadas, lo excluían de la lista de los 100 libros del año. Pero AMM se porta bien ahora. Cada sábado es más divertido. Un amigo me dice que sus artículos los escribe ya para mí. 

2. Son deprimentes las inquisioncillas cotidianas en el mundo de la cultura, el insidioso cuelgue de etiquetas. En cuanto uno se desvía un poquito, está perdido. Luego cuesta mucho remontar, si es que se consigue. Queda el regocijo íntimo (también entre la minoría afín): estos ufanos psocialistas y demás son los herederos directísimos de la mediocridad católica española. 

3. A propósito de la fontanera del PSOE Leire Díez, me acuerdo estos días de la maravillosa Cluny Brown. Esta (Jennifer Jones) incurre en "pecado de fontanería" en la película de Lubitsch El pecado de Cluny Brown. En cuanto oye gorgoteos en una tubería, se arremanga y se pone manos a la obra. Por esto pierde a su prometido burgués, cuya madre le censura a Cluny la afición fontanera. Pero hacia el final de la película está una de las más encantadoras (¡y emocionantes!) declaraciones de amor de la historia del cine. El nuevo pretendiente (Charles Boyer), al conocer lo que le sucedió con el anterior, le dice a Cluny que le construirá una casa llena de tuberías, que convocará a la alta sociedad y le dirá: "Señoras y señores, ahora mi esposa va hacer unos trabajos de fontanería". Es tan bonito que no quiero atar la equivalencia con lo que pasa en nuestra política. Le dejo la (fontanera) tarea al lector. 

4. Pongo en el buscador del periódico "UCO" y me señala, además de las noticias sobre la UCO, la noticia sobre el cayuco volcado en la costa de El Hierro, en el que murieron cuatro mujeres y tres niñas. Rimas desoladoras de la actualidad. 

5. La manifestación que ha convocado Feijóo para el 8-J no es contra el Gobierno, sino contra el electorado español. Ese electorado que, sabiendo ya perfectamente quién era Sánchez, no lo expulsó de la vida pública el 23-J de 2023. Como ha escrito Arias Maldonado, al final el electorado que tiene que conquistar el PP es el mismo que consintió y consiente a Sánchez. Ninguna dignidad, pues, si quiere conquistarlo. Esto último sí es alentador para nuestra derecha (no para mí, que persisto en la izquierda): que se le exigiera dignidad sería lo complicado. 

6. Anuncia Renfe billetes a 9 euros para el verano. Ya está The Puentete, el Fu Manchú de los trenes, atrayéndose víctimas. 

7. ¡Le he cogido manía a todo el mundo! No soporto las jetillas de los escritores anunciando sus firmas en la Feria del Libro. El acto surrealista supremo sería ir de caseta en caseta disparándoles con una pistola de agua. 

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30.5.25

Los ozorianos sobrevenidos

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:08

Buenas noches. La muerte de Mariano Ozores ha vuelto a desencadenar un fenómeno entrañable: el de los que se ponen a realzarlo como si fuese Ingmar Bergman. Es cierto que se ha menospreciado al director de Manolo la Nuit, Los bingueros o ¡Que vienen los socialistas!, y está bien que se le defienda con tino como ha hecho nuestro José Ignacio Wert. Pero hay otros defensores a los que se les va la mano y no se contentan con reivindicarlo, divertirse con sus películas o simplemente resaltar su valor sociológico: desde el antiintelectualismo que suelen profesar adoptan la misma pose que sus detestados intelectuales, y pontifican sobre El liguero mágico como si se tratase de El séptimo sello. O sea, que dan pesadísimamente la brasa con Ozores como otros la dan con Godard o Dreyer. Como sucede tantas veces, incurren en lo que critican en los otros. A estos les presuponen postureo, y no conciben que puedan ver una película de Mizoguchi si no es para adornarse. Pero ahora son los ozorianos los que se adornan con Ozores. Se ha recordado que Pilar Miró lo desdeñó diciendo que hacía "cine para fontaneros" (¡o sea, que su filmografía debe de tenerla trillada la hoy famosa fontanera del PSOE!) y por aquella frase los ozorianos dogmáticos están atacando a Pilar Miró. Pero pocas mujeres me han dado tanto placer. Placer cinéfilo, se entiende. Cuando Pilar Miró estuvo de directora de Radiotelevisión Española nos proporcionó un disfrute máximo a los amantes del cine con su fastuosa programación. Porque de eso se trata: de disfrutar. Y si a mí me gusta Rohmer no es por postureo, ni por adornarme, ni mucho menos por elitismo. Es porque sencillamente me lo paso pipa con las películas de Rohmer. Algo que los ozorianos sobrevenidos no parecen comprender.

29.5.25

Todo Bernhard en 'Andar'

La novela corta Andar, de Thomas Bernhard, estaba sepultada en el volumen Relatos que editó Alianza Tres en 1987 (no confundir con el posterior Relatos de bolsillo, 2009 y 2017), con canónica traducción de Miguel Sáenz. La editorial Contraseña ha tenido el acierto de rescatarla ahora en libro aparte, tal como se publicó en alemán en 1971. Y con traducción nueva de Virginia Maza, quien dice en el epílogo que "estas páginas parecen condensar los fundamentos de la prosa de Bernhard". Tiene razón: está todo Bernhard en Andar.

Los bernhardianos españoles somos sáenzianos españoles e instintivamente rechazamos toda traducción que no sea de Sáenz. Se ha escrito que una de las ventajas de Bernhard en español es que su obra (casi) completa tiene un mismo traductor, por lo que hay continuidad estilística en ese Bernhard para españoles de Sáenz. Durante mucho tiempo rechacé Los comebarato (Cátedra) porque era lo único que no había traducido Sáenz, sino Carlos Fortea. Pero mis recientes relecturas de Los comebarato me han reconciliado con esa traducción. Es un Bernhard que no dice "en fin de cuentas" sino "a fin de cuentas", pero la novelita es tan buena que lo doy por bueno. Con el Andar de Maza me ha pasado igual: su Bernhard no dice "deprimición" sino "deprimencia". Pero Andar es una obra maestra y la traducción nueva es magnífica también.

Bernhard escribe Andar en su plenitud, entre dos de sus novelas mayores, La Calera y Corrección, y entre sus dos primeras obras de teatro, Una fiesta para Boris y El ignorante y el demente, junto con otros escritos. Tiene la profundidad y densidad de tales novelas mayores, pero además asoma la ligereza. Y asoma el humor, y de qué manera: hay una serie de páginas cómicas que parecen de los hermanos Marx, con el personaje Karrer (que justo ahí va a volverse loco) empeñado en que el dependiente de una tienda de pantalones le ponga al trasluz pantalón tras pantalón para ver si clarean, porque está convencido de que no son de tela inglesa, como asegura el dependiente, sino de "saldos checoslovacos". La repetición desaforada de esta expresión, "saldos checoslovacos", desencadena la hilaridad lectora.

Al neófito siempre le intimidan las páginas compactas de Bernhard, esos lingotes de prosa sin puntos y aparte. En las cien páginas de Andar hay tres, pero como si no los hubiera: son puntos y aparte sin espacio en blanco intercalado. El habituado a Bernhard, en cambio, sabe que esa aparente muralla no carece de asideros: cuando uno se introduce en la lectura, fluye a la perfección. La escritura de Bernhard es compleja, intrincada, pero en todo momento con sentido; si se sintoniza con ella, se descubre su admirable simplicidad esencial. Tiene que ver con su música, y con la contundente claridad con que traza un mundo. Es por este motivo por el que su dificultad inicial suele derivar, como dice Sáenz, en adicción.

La trama de Andar es mínima (el narrador salía a caminar los miércoles con Oehler y los lunes con Karrer, pero este se ha vuelto loco y ahora los dos días sale a caminar con Oehler, quien le cuenta qué pasó con Karrer), pero está llena de acciones y, sobre todo, de palabras. Unas y otras en un entramado de capas discursivas con un virtuosismo entre mareante y descacharrante. Un ejemplo: "como dice usted, Karrer, dijo Rustenschacher, en palabras de Oehler a Scherrer". La dificultad de asir la realidad con palabras ("todo lo que se dice es cita", decía Karrer y repite Oehler, narra el narrador) se manifiesta en estas emisiones verbales indirectas, que en el fondo asedian un vacío.

Todo Bernhard está en Andar porque, además de las repeticiones, no falta ni uno de sus recursos: la exageraciones y generalizaciones, las estructuras distributivas ("Oehler tiene un sombrero negro y de ala ancha, y yo, uno gris y de ala estrecha"), los "así llamados", la artificiosidad retórica, los paréntesis, las cursivas, las digresiones, la sentenciosidad. Ni faltan sus temas: enfermedad, asfixia, obsesión, pensamiento desquiciado, locura, Naturaleza, Wittgenstein, muerte, suicidio, denostación del Estado austriaco, sacrificio del genio. Sobre estos tres últimos: "Si una cabeza austriaca es extraordinaria, dice Oehler, no hay que esperar mucho para que se mate, solo es cuestión de tiempo y el Estado cuenta con ello".

Está igualmente la execración del nacimiento (y de la “tentación de existir” de Cioran, en la línea de Schopenhauer): "Toda la vida me he negado a hacer un niño, dice Oehler que decía Karrer, a meter a un nuevo ser humano con el ser humano que soy y que está en la prisión más espantosa que se pueda imaginar y que la ciencia califica sin consideración de naturaleza humana". Así como la autoconciencia paralizante: "No debemos hacer de lo que hacemos el objeto de nuestro pensamiento porque en primer lugar caeríamos en la duda fatal y al final en la desesperación fatal".

Andar es también pensar: "Andar y pensar están en una incesante relación de intimidad recíproca, dice Oehler. En el fondo, la ciencia del andar y la ciencia del pensar son una única ciencia". Naturalmente, el pensamiento puede desembocar de pronto en la locura: "Hay un instante, dice Oehler, en que entra la locura. Es un solo instante en que la persona en cuestión está loca de repente". La clave está en detenerse (en detener el pensamiento) justo antes.

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25.5.25

Escalada hacia la desfachatez

[Montanoscopia] 

1. Sánchez en Valencia, siete meses después de las inundaciones. Dice que no había vuelto desde su primera visita para no politizar y que ha estado trabajando en la sombra. Es su estilo, claro. No politizar. Trabajar. En la sombra. 

2. Creo que fue David Mejía el que dijo en La Brújula que la carrera del dirigente del PSOE extremeño Gallardo para aforarse no exhibe precisamente una pulcritud formal que despeje las sospechas de que haya sido capaz de enchufar a alguien en un puesto público. Con la jugarreta de Gallardo ("¿qué Gallardo?" "cualquier Gallardo") culmina, me temo que no de un modo irrebasable, la escalada de nuestros políticos hacia la desfachatez, retomada tras el breve lapso compungido, falso como ellos solos, de no hace ni diez años. 

3. Una de las subtramas apasionantes de la tertulia de Alsina en Onda Cero es la de esos tertulianos (por lo general, tertulianas) que se toman la temporada como unas oposiciones para la Ser. En septiembre se ve el resultado. La postulante del curso pasado, Pilar Velasco, asombrosamente no lo consiguió. Este ha seguido con Alsina, redoblando sus esfuerzos: más meritorios conforme se va incrementando la podredumbre gubernamental. La Ser no puede permanecer insensible a su demanda. 

4. En La Cultureta, ese conciliábulo de parloteadores (¡que, sin embargo, no me pierdo jamás!), entrevistan a Manuel Vicent. En diez minutos cuenta cien anécdotas, enlazándolas una detrás de otra, con incuestionable brillantez. Están, sin duda, muy rodadas. Hasta hace nada yo lo hubiera disfrutado como el que más. Pero ya no lo soporto. Desprecio a su generación. Esa generación que se ha tragado a Sánchez sin chistar. Eso es todo. 

5. "¿Por qué nos odian tanto?", clama Patxi López. Para empezar, porque no es odio sino crítica y a la crítica la llamáis odio. En la crítica se me cuela el desprecio, lo reconozco, pero es ante todo crítica: una crítica muy limpia. Y muy justificada. La respuesta a Patxi podría ser como aquella de La vida de Brian a "¿Qué han hecho por nosotros los romanos?". Siéntate, Patxi, que te lo voy a desmenuzar. (Bueno, no ahora, qué pereza.) 

6. Feijóo ha encontrado por fin la fórmula mágica para derrotar a Sánchez en las próximas elecciones: ¡prometerles 600 euros a los celíacos! La desesperación lleva a eso: a las, así llamadas, soluciones imaginativas. 

7. Mi cita anual con el euskera: la retransmisión del Giro por Euskal Telebista, única cadena en la que lo puedo ver. Acostumbrado todo el año al euskera escupido por nacionalistas y proetarras (ese "vuestro ingrato euskera" que se decía en un poema de Jon Juaristi), siempre me gusta recordar que es un idioma dulce. Con el Giro va fenomenal, por los estupendos locutores y porque está trufado de nombres de lugares italianos y ciclistas, y palabras como ciclamino o maglia rosa. ¡Hasta tengo la sensación de que lo entiendo!, le digo a mi amiga vasca Txani Rodríguez. 

8. Qué bonito cruce en la prensa, sucede a veces. Son dos textos bellísimos. Javier Gomá escribe en El Mundo que un ser humano no tiene definición sino historia, la de su vida, y que cuando esta acaba se desprende su esencia: su esencia aromática. "Esencia como perfume". Y Daniel Gascón evoca en El País a una amiga que acaba de morir y con la que estuvo saliendo: "Han pasado casi treinta años: a veces me quedo parado en la calle sin saber por qué y luego caigo en que me he cruzado con alguien que llevaba su perfume". Hay otros perfumes que se pierden para siempre, aunque la persona esté viva. 

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22.5.25

Proust y la edad


No debía viajar a Madrid en realidad, ya no me sienta bien, pero deseaba ir a la exposición Proust y las artes y había que hacerlo antes de que se echara encima la Feria del Libro, que no pienso pisar. La literatura y las artes son al fin un refugio contra todo, incluidas las pompas artísticas y literarias, proustianamente.

Viajé el sábado en el Iryo, un tren que va por las mismas vías que los del ministro The Puentete pero a la antigua: con suavidad, sin tropezones, con puntualidad; al contrario que los de The Puentete. A los diez minutos había hecho el check-in en el hotel (uno de los de Atocha) y a la media hora estaba en el Thyssen. A propósito, por los altavoces del Iryo no se menciona el nombre de Almudena Grandes (y esperemos que tampoco se mencione el de Julio Anguita al pasar por Córdoba): todo son ventajas.

La exposición es ligeramente decepcionante, pero está bien. Yo esperaba más utilería proustiana, aunque me di por satisfecho con la palabra PROUST enorme de la entrada y la camarita final con unos manuscritos suyos (de correcciones de pruebas) y las primeras ediciones de la Recherche, mientras sonaba con un soplo discreto el tema de Vinteuil. Me sobraban los Rembrandt.

Una amiga me recomendó contratar un guía, pero es lo último que quiero en los museos, y desde antes de haber leído la andanada de Bernhard contra los guías en Maestros antiguos. Me pierdo así datos, conexiones, pero en favor de la burbuja que busco: la que me encierra con algún cuadro de vez en cuando, como con un cuerpo, un cuerpo magnético. Radiaciones a veces, sensoriales, emocionales, incluso filosóficas y espirituales. Proust era entonces una excusa para una colección de obras más o menos evocadoras de Proust, pero que se podían disfrutar sin Proust. A la salida vendían magdalenas.

Después he visto que en la web del Thyssen ofrecen una visita virtual. Y he leído artículos atrasados: una buena presentación de Galo Abrain ("En busca de Proust: su vida y su tiempo a través de la pintura"), una presentación petarda de Fanjul ("Aristócratas y nenúfares: el postureo decimonónico en la visión de Marcel Proust"), una crítica inteligente de Javier Montes ("Marcel Proust en el Thyssen: un paseo fetichista y sin aliento poético") y una síntesis proustiana de Trapiello, con estupenda cita de Azúa ("El milagro de una analogía: Proust").

Fuera aguardaba Madrid, primaveral. Me aseguraron que hasta el día anterior hizo mal tiempo. El fin de semana lo pasé entre encuentros y soledades, y el lunes por la mañana, antes de mi tren de vuelta, fui al Jardincito (el del príncipe Anglona) a recibir mi nueva edad: estos insidiosos 59 que al menos me han sacado de los años con que murió Bernhard. A continuación viene la vejez: para mí los 60 no serán los nuevos 40, sino los nuevos 80. Al borde del pijama de madera, de acuerdo con mi humor schopenhaueriano.

Pero ah! En el Jardincito se estaba divinamente. Había rosas (rojas, rosas, amarillas). Cantaban (¡y revoloteaban!) pajarillos. Las hojas de los árboles las movía un aire fresco de mundo recién comenzado. En mi rostro daba el solecito con el parpadeo de las ramas, renaciéndolo. Desde fuera el sonido del tráfico era casi absolutorio, así como la lejana cruz verde, luminosa, de la farmacia de detrás de la verja. El tiempo recobrado, de repente. Una cierta curiosidad por lo que ha de pasar todavía.

Como en aquellos versos de Gil de Biedma: "Pero también / la vida nos sujeta porque precisamente / no es como la esperábamos". 

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