13.4.25

Trump, 'The Ojete' y el cultureta de partido

[Montanoscopia]
  
1. Menudo papelón el de Trump (y el de los trumpistas españoles no digamos). El Día de la Liberación ha pasado a la historia como el Día de la Lonja. El tipo es un crack, en el sentido del Crack del 29. Lo descacharrante es que sus quejas histórico-económicas son las del independentismo catalán. Las cuentas y los cuentos de Trump, que es una mezcla de Oriol Junqueras, Jesús Gil y Naranjito.  
 
2. Las frases de Jésica en los audios de su declaración ante el juez me parecen de una frescura adorable. He ahí una mujer empoderada, consciente de su poder y su valor, que manda (¡también caprichosilla!). Lo que dio a cambio fue muy poco, salvo que readmitamos la "honra" calderoniana (uno de los puntos reaccionarios de nuestra progresía es la readmisión y rehabilitación de la "honra"). El reverso es la precariedad, el desamparo de Jésica: la volatilidad de lo obtenido. Y ahora, tal vez, la sanción social contra ella, que era la inocente.  
 
3. Hacen en La Cultureta un chiste sobre "el lupanar de Ábalos" y se oyen las risas de todos menos de uno: el cultureta de partido. El mismo que retuiteaba los insultos de Idafe sobre "la fachosfera". Esta semana se ha celebrado en Madrid un homenaje a Albert Camus. Participaban Guillermo Altares y Jesús Maraña. Me comieron los demonios cuando me enteré, pero luego entendí que sí que tienen algo de camusianos los dos: entre la justicia y su madre, escogerían a su madre. Entendiendo que su madre es Sánchez.  
 
4. La confirmación de las informaciones que avanzó Ketty Garat en The Objective sobre Ábalos y demás va haciendo que entendamos la estrategia del Gobierno (y sus gubernamentales): puesto que no podía replicar con la verdad, replicó con el ataque al periódico que la decía. Aún me irrita cuando alguien suelta lo de The Ojete. Suele ser alguien muy ufano, cuya ufanía no parece ser consciente de que está reproduciendo una invención del Poder sobre un medio crítico.  
 
5. La tensión entre el individuo y la historia está bien reflejada en dos de mis lecturas recientes: Poemas escogidos (1962-1996) de Joseph Brodsky (Siruela), y la novela Bárbara Gunz de Rafael Maldonado (Confluencias). La selección de Brodsky, preparada y traducida admirablemente por Ernesto Hernández Busto, permite una aproximación asombrosa en español a una poesía escrita en ruso. El prólogo y las notas contribuyen a la transparencia, que incluye las veladuras propias de los poemas: su apertura de sentidos. De entre los versos que he resaltado con el lápiz, pongo estos: "No puedo decirte que no logro vivir / sin ti pues sigo vivo. Como este papel muestra. / Existo, trago cerveza, ensucio las hojas / y pisoteo la hierba". 
 
 6. El primer acierto de Bárbara Gunz es ese nombre que proyecta una mujer que enamora. Ocurrió con Carlota Fainberg de Antonio Muñoz Molina y con Berta Isla de Javier Marías. Rafael Maldonado ha sabido ponerla para que imante y dé misterio o seducción a una historia múltiple, entrelazada de tramas y personajes que van del Madrid de 1936, en plena guerra civil, al sureño Majer (territorio mítico del faulkneriano, onettiano y benetiano –por fortuna no garciamarqueziano– autor) en la avanzada posguerra de 1958. A estas capas se le añade otra, autorreflexiva del género: la del novelista que escribe la novela en 2004, a partir de ciertos hechos que le cuentan y del nombre de Bárbara Gunz. La buena escritura, la sensibilidad, la capacidad puramente novelística de crear realidades y, de nuevo, la conciencia de las vidas sujetas a la historia (y las historias) hacen de esta una lectura inolvidable. 
 
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