11.4.25

Kafka, el piernas de los piernas

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:21:45
 
Buenas noches. Hasta ahora no me he ocupado del piernas de los piernas de la literatura universal. O sea, un superpiernas él mismo y el padre todos los piernas: ¡Franz Kafka! Su prestigio, para mí incomprensible, arroja cada año toneladas de bibliografía elogiosa. Los dos últimos libros kafkianos son el Kafka del alemán Safranski, una biografía, y Dos tardes con Kafka, de Manuel Vilas, un diccionario kafkiano y, justo es decirlo, bastante piernas. Pero la culpa no la tienen los pobres kafkianos, sino el padre Kafka, que les ha colado su mercancía indigente. A Kafka se le celebra su perpetua lucidez, pero yo solo le reconozco un uniquísimo momento lúcido en su vida: cuando le pidió a su amigo Max Brod que quemara sus manuscritos. En su lecho de muerte, Kafka se dio cuenta de que era un piernas y no quiso dejar rastro. Pero Brod lo traicionó y expuso ante la humanidad que su amigo era, en efecto, un piernas. La experiencia íntima de cada lector es que El castillo, El proceso, América y todo lo demás no vale nada. Pero como se ha instalado el gran equívoco de que Kafka es un genio, nadie se atreve a reconocerlo. El lector kafkiano es, así, un personaje de Kafka: durante su lectura se ha convertido en un escarabajo, pero le da vergüenza decirlo. De este modo la fama de Kafka crece y crece, como la bola (¡justamente!) de esos escarabajos peloteros que son sus lectores. En este sentido, he de rendirme a las alabadas dotes proféticas del autor de La metamorfosis, ya que en este relato predijo lo que iba a ocurrir con sus lectores peloteros. Estos no son unos piernas sino unos patas, o patitas: a seis patitas por cabeza. Una legión de patitas al servicio del piernas Kafka.