[Montanoscopia]
1. Una de mis aficiones malévolas de la temporada ha sido seguir La cena de los idiotés, de la cadena Ser, aunque por los vídeos. Resulta fascinante, porque es como abrir la caja craneal del establishment y contemplar lo que se cuece en su cabecita. Ahí lo personal no es que sea político, es que es directamente gubernamental. Por ello La cena de los idiotés es el Consultorio de Elena Francis del sanchismo. Del mismo modo que Elena Francis se planteaba dilemas cotidianos de la vida franquista que ella resolvía muy franquistamente, Aimar Bretos y sus comensales se plantean dilemas cotidianos de la vida sanchista que ellos resuelven muy sanchistamente. Todavía me parto con el del propietario comprometido (¡propietario y comprometido, vayan fijándose en el engranaje cerebral!) que duda si alquilarle el piso a un inquilino que exhibe la banderita de España en la muñeca. O el del abuelo de un pueblín de Asturias, querido por todos, del que destapan un atroz pasado fascista; una variante de este es el del abuelo franquista del que descubren que era gay (¡tremendo el engranaje cerebral!). Naturalmente, la cosa se adorna un poquito y el tono es desenfadado (¡para eso están Jabois y Caballero!). Pero en los dilemas laten las ansiedades del régimen (una recurrente es la de las tretas admisibles o no para trepar), y bajo su rollo casual asoman los pinchos de una férrea disciplina.
2. Hemos asistido a la cala de otro melón mental con Ana Belén. Cuando la noticia de la corrupción del Gobierno estaba fresca, ella manifestó algunas dudas, ciertos titubeos, con un atisbo de estolidez que no reflejaba precisamente tensión moral. En menos de un mes ha terminado de aflojarse: Ana Belén es una de las firmantes del manifiesto en favor de la corrupción. Ellos lo llaman de otra manera, pero es eso. Y en favor de cosas peores que la corrupción: el debilitamiento del Estado de derecho, la desigualdad perpetua entre los españoles... ¡Vaya la muralla!
3. El PP no deja de tener su utilidad para nuestra salud pública. Gracias a la corrupción de Montoro, han salido muchos a mostrarse preocupados por la corrupción, cuando ya no lo parecía. Gracias a la mentira de Noelia Núñez, han salido muchos a mostrarse preocupados por la mentira, cuando ya no lo parecía. El problema español es semafórico: circulas siempre de acuerdo con el semáforo de los tuyos.
4. Menudo papelón el del PP. Por fortuna, ya avisé unos días antes de que saltara el caso Montoro que no cabía esperar ninguna regeneración por parte de ese partido. Ni del PSOE, por supuesto. Y mucho menos de sus respectivos extremos pútridos, Vox y Podemos-ETA (permítanme que llame a este así tras el sándwich moral que Irene y Belarra se montaron con Otegi). El bipartidismo tiene al menos un sistema de saneamiento, limitado pero efectivo: la renovación de las aguas fecales.
5. A Julio Ramón Ribeyro lo conocí como personaje que competía en soledades en los cafés de París con Martín Romaña, en la novela de Alfredo Bryce Echenique que fue mi preferida absoluta como lector adolescente. Tiempo después salió de La vida exagerada de Martín Romaña y pasó a ser el autor de otro de mis libros preferidos: Prosas apátridas. Ahora ha aparecido un librito delicioso que en su día fue rechazado por demasiado breve: Dichos de Luder, acogido en La Caja Books. Luder es una suerte de Juan de Mairena peruano, que protagoniza escenas como de clochard taoísta y emite frases (los tales dichos) irresistibles. Amontono algunas. "Yo no soy roto ni descosido: soy un remendado". "Casi todos los grandes escritores son unos pesados. Solo la muerte los vuelve frecuentables". "Los clásicos siguen plagiándonos desde la tumba". "No es que yo sea bondadoso. Sucede simplemente que no soy malo. He escogido el cómodo camino de la virtud por omisión". "Toda mi obra es un acta de acusación contra la vida. No he hecho nada por mejorar la condición humana. Si mis libros perduran, será por la perversidad de mis lectores". En otro pasaje le cuentan que un artículo se ocupa de todos los escritores de su generación menos de él. Respuesta de Luder: "Me libré de la redada".
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En The Objective.