Hoy es otro de esos días en que habrá profesores universitarios dando clases en la calle, para protestar contra los recortes. Será esta vez en la Universidad de Castilla-La Mancha, y, como dato irrelevante pero morboso, entre los anunciados está el profesor Wert, hermano del ministro Wert. De entre todas las modalidades de protesta que se vienen produciendo, la de dar clases en la calle es sin duda la más arriesgada. Como a algún peatón se le ocurra pararse a escuchar a los profesores, su indignación no será por sus posibles despidos, sino por el hecho de que ocupen sus puestos. Habrá excepciones, naturalmente, pero hablo en general. Y en general los profesores universitarios españoles son muy malos.
La culpa no es de ellos, sino del sistema que lo permite; y que les ha beneficiado (por enchufismo, por favor político o por peloteo departamental en la mayoría de los casos) en detrimento de otros más capaces. Una vez en sus puestos, me parece legítimo que los defiendan, en tanto trabajadores. Pero que no se extralimiten en la retórica: su reivindicación es estrictamente laboral, y se refiere solo a ellos. Que no lo mezclen con “la mejora de la Universidad”. Porque quizá, entre las medidas encaminadas a tal mejora, debería estar la expulsión del 90% de los profesores actuales y la reocupación de las plazas por otros que las merecieran. Esto suena a quimérico; pero porque la mejora de la Universidad –con semejante lastre– lo es.
Estaríamos, en suma, ante otro caso de equívoco topológico. Los profesores salen a protestar “contra el problema”, situándose a sí mismos al margen: como si no fueran una parte importantísima del problema. Este consiste, sí, en las cosas contra las que protestan; pero también en la baja calidad del profesorado. En los últimos años nos hemos escandalizado con los aeropuertos fantasma construidos en nuestro país. Nuestras universidades son igualmente universidades fantasma. No ya por sus equiparables derroches, sino porque con ellas no se eleva nadie. En sus pistas puede que haya mucho trasiego, sí: pero de vuelos falsos.
[Publicado en Zoom News]