Hay ganillas de marcha revolucionaria, y los que se dedican profesionalmente a la izquierda (mediante la política, las columnas o las tertulias) ven un adoquín levantado y se ponen cachondos. Está de moda decir que Marx vuelve a estar de moda, y todo se interpreta como un signo de que el Capitalismo está a punto de estallar. Lo cual, por cierto, sería un palo para los comunistas chinos, ahora que le han cogido el truco...
Pero si yo ansiara la revolución, en realidad estaría preocupado: las causas por las que se soliviantan los españoles son más bien tirando a reaccionarias. Como ha mostrado Cristina Sánchez en Zoom News, habría, en efecto, contundentes razones para una movilización en el Gamonal. Pero España no es país que se movilice por esas cosas, sino que incluso las premia: nunca se recordará lo suficiente la sucesión de mayorías absolutas que en Marbella obtuvo Gil y Gil. Estoy más con Cristian Campos, que conoce el alma del pueblo y ha señalado como causa de las protestas la defensa reptiliana del parking.
Se trata de una defensa que comprendo perfectamente, porque dar vueltas y vueltas en busca de aparcamiento constituye uno de los grandes suplicios cotidianos. En cada barrio hay un delicadísimo equilibrio de automóviles y huecos, y cualquier achique supone un cataclismo. Las protestas, pues, me parecen legítimas. Pero ver en ello el motor (nunca mejor dicho) de la revolución es propio de analistas algo extraviados.
Nuestros activistas no caen en que la revolución que aquí atisban tendría un carácter eminentemente burgués (y natural de Burgos), cuyo sujeto revolucionario ni siquiera sería el españolito de a pie, sino el españolito con cochecito. Quién iba a decirles a aquellos concursantes del Un, dos, tres que sus herederos terminarían siendo percibidos como bolcheviques. Ahora que el bulevar ha quedado en suspenso, podría acercarse Gaspar Llamazares a tocar con el claxon La Internacional.
Las líneas rojas del pueblo no son las revolucionarias, no. Solo salta de verdad cuando amenazan con quitarle el aparcamiento, o cuando le cierran un canal de televisión, o cuando corre el peligro de desaparecer su equipo de fútbol. Cierto que también se manifiesta a veces por la educación, por la sanidad, incluso por las condiciones laborales. Pero lo que no permite que le toquen es el parking y el circo.
[Publicado en Zoom News]