Por Óscar Benítez
Procedente del mundo televisivo, José Antonio Montano (Málaga, 1966), es conocido en la actualidad por sus columnas en cabeceras como Jot Down, El Español y The Objective, así como por las irreverentes reflexiones que suele desgranar en su cuenta de Twitter. El Liberal ha charlado con él sobre asuntos tales como la destitución de Álvarez de Toledo, la marcha del Rey Emérito al extranjero o la gestión de Sánchez de la pandemia, al que Montano considera «el peor presidente para la peor crisis».
La destitución de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del PP ha sido interpretada por medios como El País como un giro a la moderación por parte de Casado. ¿Es una interpretación correcta?
Es una interpretación correcta de acuerdo con la caricatura vigente: esa que dice que el reaccionario nacionalismo es progresista y el progresista antinacionalismo es reaccionario. Una caricatura en cuya autoría ha participado notablemente El País (con la excepción, por cierto, de sus mejores articulistas: Fernando Savater, Félix de Azúa y Daniel Gascón). Que un periódico que apoya al gobierno Sánchez-Iglesias hable de “moderación” es de risa. Por otra parte, me parece que Cayetana Álvarez de Toledo no era una buena portavoz: era demasiado superior a su partido (y me temo que al electorado español). Creo que en política ella solo podría ser lideresa o nada.
Recientemente, Íñigo Errejón ha reivindicado el escrache como «forma de protesta puntual que visibiliza una problemática social» al tiempo que condenaba el «acoso» y «persecución ideológica» que sufren Pablo Iglesias e Irene Montero. ¿Es una actitud coherente?
Claro que es coherente. Para Errejón es una pura herramienta ideológica, y por lo tanto es buena si la aplican los suyos y mala si se la aplican a los suyos. No está en el “qué”, sino en el “quién” y “a quién”. En el embrutecido ámbito civil que propone hay buenos y malos, que además no lo son según lo que hagan, sino según la ideología que profesen. Errejón es un necio que no ha aprendido nada de la historia. Esto vale también para Monedero y los Iglesias.
En el periodo 2017-2019, la inversión extranjera en Cataluña cayó un 83% respecto al trienio anterior. ¿Por qué datos como éste no parecen hacer mella en el electorado nacionalista?
Porque el nacionalista, para ser nacionalista, ya tuvo que prescindir previamente de la realidad. Todo lo que esta haga a continuación es, como quien dice, un llover sobre mojado. Aun así, nos quedaba la duda de si la fe de los nacionalistas catalanes se retraería ante las pruebas más crudas de la realidad. Pero ya hemos visto que no: era una fe sólida. Son unos buenos nacionalistas, y como buenos nacionalistas hundirán a su “nación”.
Por otro lado, parte del separatismo, con Puigdemont a la cabeza, ha aprovechado el aniversario de los atentados en las Ramblas para alimentar teorías conspirativas semejantes a las que prosperaron tras el 11M. ¿Le sorprende?
Es lo mismo que lo anterior. Lo bueno, para mí, es que siempre me sorprende: nunca termino de acostumbrarme a la bellaquería.
Según el último CEO, el 50% de los catalanes rechaza ahora la secesión. Sin embargo, el 78,3% sigue creyendo que Cataluña tiene derecho a decidir su futuro como país en un referéndum. Pero, ¿es lícito el derecho de autodeterminación en democracia?
No creo que sea lícito. Pero sobre todo me parece absurdo. En un país democrático ese derecho no tiene sentido. La motivación, además, es sórdida: en la medida en que lo piden los ricos y se fundamenta en pulsiones oscuras, como la de extranjerizar a conciudadanos.
Los escándalos del Rey emérito han situado a la monarquía en el centro del debate. ¿Sería la republicana plurinacional que proponen algunos preferible a la actual monarquía constitucional?
En absoluto. En lo de “plurinacional” está el truco del almendruco. Yo estaría por la república, pero una república tan parecida en la práctica a nuestra monarquía constitucional que no sé si merecería la pena el trastorno. Ya he dicho muchas veces que el principal obstáculo para la república en España son nuestros republicanos vociferantes: esos que pretenden un régimen sectario, no uno para todos como el que tenemos en la actualidad. Por contra, el que sí está trabajando con solvencia en favor de la república es el rey emérito. El que haya escogido como país de retiro los Emiratos Árabes es otro importante aldabonazo.
En una ocasión, escribió que uno de los hechos más sintomáticos de la política española era el odio a Ciudadanos, al que no se le perdonaba su «antinacionalismo fundacional». ¿Qué opina del giro impuesto por Inés Arrimadas a la formación, abriéndose a pactar con el PSOE?
Lo de Arrimadas creo que ya da un poco igual. Ciudadanos es un partido póstumo. Tuvo su gran momento y lo dejó pasar. No creo que haya otro. En cualquier caso, le seguiré dando, por cortesía, tratamiento de partido todavía vivo. Esos pactos con el PSOE me parecen bien en la medida en que sean buenos para el país, es decir, que tengan amplitud de miras; y en la medida en que no respalde las majaderías en que el PSOE anda metido (que es el otro aspecto del propósito anterior). Un signo prometedor de esos pactos es el berrinche que se pillan los populistas y los nacionalistas. Berrinche que habría sido épico si Rivera no hubiese tirado a la basura la fuerza que alcanzó Ciudadanos.
Vox ha anunciado para septiembre un moción de censura a Pedro Sánchez, en un movimiento que según PP y Cs solo beneficiará al actual presidente. ¿Es así?
Por supuesto. Los dos presidentes más inanes que hemos tenido, Rajoy y Sánchez, gozaron de la inmensa fortuna de disponer de un poderoso argumento externo cuando ellos mismos carecían de argumentos. El argumento de Rajoy fue Podemos. El argumento de Sánchez es Vox. En ambos casos, el único argumento. Bueno, con el tiempo hay que reconocer que Rajoy sí que disponía de un argumento suplementario en su favor, pero esto solo podíamos saberlo después (en el grado brutal en que ya lo sabemos): no ser Sánchez.
La OMS atribuye las restricciones de viaje a España a las dudas sobre la gestión de los rebrotes por parte del Gobierno. ¿Cómo valora usted la gestión de Sánchez?
Nefasta, ¿no? Ahí están los números fúnebres, sanitarios y económicos, incontestables. Ha sido el peor presidente para la peor crisis. Cuando decretó el primer estado de alarma dispuso de un momento de adhesión general, como si la gravedad de las circunstancias lo hubiese investido de gravitas, e incluso auctoritas. Pero ese momento lo dilapidó en poquísimos días. Es un hombre que ha llegado al poder para dividir y no para unir. Si eso se suma a que no sabe nada, concluimos que solo le queda la propaganda, el Nodo. Y en eso está, con su Goebbelsito de cabecera. Pero hay una apostilla más pesimista: aunque el principal responsable es Sánchez, es el país entero el que ha fallado. España se ha revelado como un país que no funciona.
La actriz Rose McGowan ha desvelado en su cuenta de Twitter que el cineasta Alexander Payne mantuvo relaciones sexuales con ella cuando tenía 15 años, por lo que le ha exigido que se disculpe públicamente. ¿Cree que los artistas acusados de actitudes inmorales deben ser censurados o ninguneados por el público como defiende parte de la izquierda contemporánea?
¡La cultura de la cancelación! Llevo semanas intentando no escribir una columna sobre el tema, como ya han hecho todos mis colegas columnistas. Pretendía singularizarme y ser “el columnista que no ha escrito su columna sobre la cultura de la cancelación”. Y ahora va usted y me hace esta pregunta con la que me tengo que pronunciar. Bien, me pronunciaré: estoy en contra de la cultura de la cancelación. Pero sobre todo estoy en contra de que en español se utilice con ese sentido la palabra “cancelación”.
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En El Liberal.