Derechización. La prensa socialdemócrata habla de la 'derechización' de Andalucía y trata de explicarse qué ha pasado y por qué, con una consternación muy regocijante. La explicación la encontraría en sus propias páginas, si se leyera (si pudiera leerse): en ese PSOE que defiende y que se ha alejado de los votantes que no votan solo por las siglas, sino también por lo que se dice y hace bajo ellas. Hay votantes de simpatías socialdemócratas que, a diferencia de la prensa socialdemócrata, reprueban la alianza de Sánchez con podemitas, independentistas y proetarras; así como su persistente ineficacia en la gestión.
Juanma y Juan. Es curioso cómo se dan un aire los candidatos del PP y el PSOE, Juanma (Moreno Bonilla) y Juan (Espadas): una cierta bonhomía en ambos, un carácter templado, discursos no estridentes (salvo en algún desentono mitinero). Casi podría ser cada uno el candidato del partido contrario. Pero Juan es más como era Juanma antes de verse investido de poder. Eso le ha faltado a Juan: la investidura. Y le ha sobrado la sombra de Sánchez y su Gobierno. Bueno, y también el recuerdo de lo que el PSOE fue (o más bien llegó a ser) en Andalucía.
Dos tazas. Algunos andaluces profesionales (ciertos chirigotistas y Teresa Rodríguez) le han reprochado a Macarena Olona que no sea andaluza, minando así una de las bendiciones (¡y ventilaciones!) de la tierra que dicen exaltar: la de que da igual de dónde se sea. Hay un problema, sin embargo, con la candidata de Vox, y es justo el contrario: su impostación de andalucismo, hasta unos niveles ciertamente embarazosos. El estilo de Vox es el énfasis y a la matraca españolista le superpone ahora la andalucista. ¿No queríamos nacionalismo? ¡Pues Vox nos endilga dos tazas! Un cargante duplicado de la brasa nacional.
Represaliados franquistas. Tan extraviada anda la izquierda que Yolanda Díaz, en una visita a Córdoba no para escuchar sino para hablar (en un mitin), ha pedido el voto "en nombre de los represaliados franquistas". Mucho se tiene que torcer la cosa para que no arrastre masas. Antes dijo una frase reveladora: "En 2018 no ganaron ellos, perdimos nosotras". El masculino para la derecha, el femenino para la izquierda. Género ideológico. La pomposa "¡alerta antifascista!" de Pablo Iglesias entonces era casi una llamada: por favor, que los otros voten mucho a Vox para que nuestro discurso no flote en el vacío.
Voto crepuscular. Aunque lo que el cuerpo me pide es la abstención (¡no llevar una triste velilla en la trágica mojiganga, como el anarquista de Luces de bohemia!), he estado más cerca que nunca de votar al PP. Por castigar a Sánchez y su PSOE (¡desde mi socialdemocracia cada vez más quimérica!). Pero mi resistencia íntima es demasiado fuerte, por más que racionalice sobre la relatividad del voto: ¡mi desclasamiento tiene un límite! Además, no puedo votar al PP mientras exista el riesgo de que gobierne con Vox, algo que no soportaría. Total, que me quedo con el crepuscular Ciudadanos.
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En The Objective.