Si Sherlock Holmes (el bueno, no el de Garci) buscara el elemento común entre las dos cosas que peor van en España, que son la propia España y el PSOE, se encontraría al otro lado de la lupa a Zapatero, que manejó los dos volantes. Su herencia, aparte de la doble ruina, ha resultado ser la memoria histórica, aunque no la de la guerra civil sino precisamente la del zapaterismo: los españoles, pese a lo mal que lo está haciendo el PP, han optado por no olvidar lo mal que también lo hizo el PSOE.
Pero conviene no cargar las culpas en Zapatero. Tanto lo que ha venido después en el PSOE como lo que ha venido después en España, relativizan su figura. Al cabo, no era tanto un culpable como un síntoma del montón de cosas que ya iban mal y que eclosionaron en él. Fue, de algún modo, el antiparche: lo que andaba flojo se terminó de soltar; pero la razón última de que se soltara fue que andaba flojo. Andaba flojo el PSOE, que apoyó sin fisuras a alguien tan menesteroso y tan incapaz. Y andaba floja España, que apostó por la fantasía contra la realidad, como en los mejores momentos de su penoso pasado.
Ahora, en este aniversario sombrío de su victoria en 1982, el PSOE se encuentra con una tremenda papeleta: tiene un líder que no vale, y varios candidatos a sucederle que valen aún menos. Parece que se ha consumado el proceso de “selección adversa” del que hablaba Félix Bayón. El candidato que haría falta seguro que se lo cargaron hace años los trepas del partido, si es que llegó a afiliarse alguna vez. Uno mira al PSOE y le entra un noventayochismo más acusado que cuando mira a España. Y es un noventayochismo que tiene también que ver con España: porque, realmente, esto va a ir peor sin el PSOE.
[Publicado en Zoom News]