Mientras UPyD y Ciutadans siguen subiendo en las encuestas, su situación se ha vuelto complicada. Cada uno tiene un problema y es el otro: se estorban mutuamente. Aspiran al mismo electorado, y si hasta ahora han crecido los dos ha sido porque en la práctica había un reparto del territorio: Cataluña para C's y el resto de España para UPyD. El salto a la política nacional de C's, como Movimiento Ciudadano, altera esta coexistencia. Las paralelas se tocan, y el roce solo puede tener tres resultados: el pacto, la victoria aplastante de uno sobre otro, o la derrota de ambos. Yo creo que, si no pactan, se producirá esto último. Se dividirá drásticamente el voto y la fuerza se malgastará.
Hay una cosa fea en cada uno. En UPyD su empecinamiento en rechazar el pacto, incluso destempladamente, como viene haciendo el diputado Martínez Gorriarán. Y en C's la agresividad con que lo está proponiendo. En la presentación del pasado sábado de Movimiento Ciudadano en Barcelona, Arcadi Espada lanzó una auténtica OPA hostil; hostil por la conminación, aunque fuese disfrazada de amistosa (y fuese realmente, en el fondo, amistosa). Lo que sostiene Espada lo suscribo al completo. Pero me rechina el lugar en que se dice. Esa reflexión en favor del pacto, lanzada de un partido a otro como una pedrada, va en la práctica contra el pacto.
En C's hay además algo raro: una especie de adanismo que lleva a la impresión de que las cosas empiezan desde cero. Me extraña que Movimiento Ciudadano se presente como una cosa absolutamente nueva, cuando Ciutadans tuvo al principio extensiones por toda España. Con el nombre de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía llegó a concurrir a las elecciones generales de 2008. Su fracaso entonces, que fue lo que le dio aliento al otro partido nuevo, UPyD, se debió al error de Albert Rivera de haberse centrado en Cataluña cuando aún no tenía competencia en el resto de España; junto con turbiedades que desactivaron en parte el impulso inicial. Esto posibilitó que UPyD ocupara electoralmente el espacio descuidado. Algo que reforzó en las elecciones europeas de 2009, con el nuevo error que cometió C's con sus asociaciones dudosas. Supongo que el adanismo es un recurso para olvidar estos tropiezos; pero implica una falta de respeto justo a los ciudadanos.
Sea como fuere, Rivera rectificó y se ha asentado como dirigente político. Y hoy su jugada pone en un brete, lo quiera o no, al partido de Rosa Díez. UPyD, en efecto, tiene un problema. Y aunque es inexorable como una bomba de relojería, hasta ahora UPyD, en vez de afrontarlo, se ha dedicado a ignorarlo o a refunfuñar. Lo malo es que C's, con su presión un tanto imperialista, no está contribuyendo a aliviarlo. Tal y como está planteando las cosas, solo podría lograrse algo exótico, imposible: un pacto con vencedores y vencidos.
[Publicado en Zoom News]
28.11.13
26.11.13
Susana Díaz: nada con nada
La consagración de Susana Díaz, la unanimidad en torno a Susana Díaz, la alegría por Susana Díaz, solo prueban una cosa: el PSOE está aún peor de lo que se pensaba. Ese respaldo del 98,6 % que ha obtenido como secretaria general andaluza es un índice exacto de desesperación. Lo alarmante no es que haya salido ella, sino que no haya nadie más que ella. Hace unos meses recordaba Teodoro León Gross en el diario Sur la repuesta que dio el matador Guerrita cuando le preguntaron por el escalafón taurino de su tiempo: “Después de mí, naide, y después de naide, Fuentes”. Ahora en el PSOE está Susana Díaz, después naide, y después naide, naide y naide.
Entiéndaseme, no es que Susana Díaz sea alguien (alguien con preparación, alguien con capacidad, alguien con mérito). Pero entre los nadies es la más destacada. Ha tomado la delantera en algo que necesita con urgencia el político indigente: la investidura del poder. Señalé en otra ocasión cómo todos nuestros presidentes han cobrado prestancia con el puesto, con la extraña excepción de Mariano Rajoy. Con Susana Díaz se ha operado también esa alquimia. Ahora es una nada radiante, frente a las nadas apagadas de sus competidores Madina y Chacón, por ejemplo. Frente a estos es también una nada limpia: una nada con nada, podríamos decir. La de Madina, en cambio, es una nada con zapaterismo; y la de Chacón, una nada con zapaterismo y PSC. Es verdad que la de Susana Díaz es una nada con Junta, pero si el votante del PSOE se fija en eso entonces no le va a quedar nada de nada.
Otro dato esperanzador es el carácter de esponja que todos le atribuyen (sin que aún se haya caído, por fortuna, en llamarla Boba Esponja), lo que ha incluido en estos meses que lleva como presidenta “de los andaluces y las andaluzas” su comprensión del beneficio electoral. Pese a su mala fama, el electoralismo no deja de ser un medio de sintonización del político con los ciudadanos: mediante su propuesta electoralista, el político refleja lo que la ciudadanía le demanda. Una de las causas inauditas del despeñamiento del PSOE es la de su autismo –a medias ideológico, a medias de clase– con respecto al electorado; algo especialmente visible en esa variante paródica del PSOE que es el PSC.
Algo distinto es lo que se sepa hacer luego con el beneficio electoral. La capacidad de absorción puede servir para llegar al poder y quizá para mantenerse en él; pero no para que las cosas funcionen, ni para que salgan las cuentas. Al final, a los otros nadies y las otras nadas que aspiran al liderazgo del PSOE solo les cabe esperar que Susana Díaz se estrelle en la gestión. Algo, lo de estrellarse, que sin duda sabrá hacer muy bien. Casi tanto como sabrían hacerlo ellos.
[Publicado en Zoom News]
Entiéndaseme, no es que Susana Díaz sea alguien (alguien con preparación, alguien con capacidad, alguien con mérito). Pero entre los nadies es la más destacada. Ha tomado la delantera en algo que necesita con urgencia el político indigente: la investidura del poder. Señalé en otra ocasión cómo todos nuestros presidentes han cobrado prestancia con el puesto, con la extraña excepción de Mariano Rajoy. Con Susana Díaz se ha operado también esa alquimia. Ahora es una nada radiante, frente a las nadas apagadas de sus competidores Madina y Chacón, por ejemplo. Frente a estos es también una nada limpia: una nada con nada, podríamos decir. La de Madina, en cambio, es una nada con zapaterismo; y la de Chacón, una nada con zapaterismo y PSC. Es verdad que la de Susana Díaz es una nada con Junta, pero si el votante del PSOE se fija en eso entonces no le va a quedar nada de nada.
Otro dato esperanzador es el carácter de esponja que todos le atribuyen (sin que aún se haya caído, por fortuna, en llamarla Boba Esponja), lo que ha incluido en estos meses que lleva como presidenta “de los andaluces y las andaluzas” su comprensión del beneficio electoral. Pese a su mala fama, el electoralismo no deja de ser un medio de sintonización del político con los ciudadanos: mediante su propuesta electoralista, el político refleja lo que la ciudadanía le demanda. Una de las causas inauditas del despeñamiento del PSOE es la de su autismo –a medias ideológico, a medias de clase– con respecto al electorado; algo especialmente visible en esa variante paródica del PSOE que es el PSC.
Algo distinto es lo que se sepa hacer luego con el beneficio electoral. La capacidad de absorción puede servir para llegar al poder y quizá para mantenerse en él; pero no para que las cosas funcionen, ni para que salgan las cuentas. Al final, a los otros nadies y las otras nadas que aspiran al liderazgo del PSOE solo les cabe esperar que Susana Díaz se estrelle en la gestión. Algo, lo de estrellarse, que sin duda sabrá hacer muy bien. Casi tanto como sabrían hacerlo ellos.
[Publicado en Zoom News]
21.11.13
Franco en salmuera
La diferencia entre nuestros franquistas y nuestros antifranquistas es que a nuestros franquistas nos los comemos un día al año, el 20-N, y a nuestros antifranquistas todos, incluido el 20-N. Cierto que algunos años traen extras, como este 2013 el del asalto de los zopencos de Falange a la librería Blanquerna de Madrid. Pero, aparte de los numerosos tics franquistas de la población (incluida la población que se llama de izquierdas), lo que sociológicamente se mantiene vivo del franquismo es el antifranquismo.
El antifranquismo ha venido a ser la salmuera que ha conservado el cadáver de Franco. Y no en tanto “memoria histórica”, sino en tanto industria que rinde réditos. ¿Cuánto tiempo llevan viviendo personajes como Wyoming del antifranquismo? En su día propuse un ejercicio revelador. Que el lector se diga para sus adentros, en tono fascistoide, “¡Viva España!”. Le sale indefectiblemente con la voz de Wyoming. En nuestra vida cotidiana, muy pocas veces hemos visto a un fascista diciendo “¡Viva España!”; a Wyoming, en cambio, lo hemos visto muchas. Hace lustros que es una parodia sin referente. Una maniobra masturbatoria que sería solo neurótica si no fuese también interesada: la paja antifranquista es su modelo de negocio.
Que treinta y ocho años después de la muerte del dictador el hashtag #20N fuese trending topic en España es otra prueba de que este es un país enfermo. Como el hecho de que en esta columna mía, que es de actualidad, aparezca el franquismo a menudo: precisamente por su (pesadísima) actualidad. Esta vez, no obstante, me había propuesto no decir nada. Pero he fracasado, como el personaje del sketch aquel sobre Chiquito. Quizá lo recuerden, porque fue memorable.
Eran los tiempos en que todo el país imitaba a Chiquito. Tiempos que, dicho sea de paso, son para mí la crema de la Transición: entonces sí fuimos felices colectivamente. En el sketch se presentaba un concurso llamado Intente no imitar a Chiquito. El concursante se situaba bajo un cronómetro y debía esforzarse por no imitar a Chiquito durante un minuto. El intento era agónico, y el concursante se contorsionaba en denodado esfuerzo por reprimirse, mientras el segundero avanzaba. Hasta que al final, cuando ya estaba a punto de lograrlo, estallaba: “¡No puídor, no puídorrrr!”.
No imitar a Chiquito era tarea imposible, como es tarea imposible no enfangarse un 20-N. Aquellos que descorcharon el champán cuando se murió Franco, en realidad estaban fletando un buque de largo porvenir. Un buque, el del antifranquismo, que ya ha durado tanto como el franquismo. Yo tengo en mi nevera preparado un Moët Chandon para cuando se hunda. Entonces sí que podremos celebrar, al fin, que estamos libres del franquismo.
[Publicado en Zoom News]
El antifranquismo ha venido a ser la salmuera que ha conservado el cadáver de Franco. Y no en tanto “memoria histórica”, sino en tanto industria que rinde réditos. ¿Cuánto tiempo llevan viviendo personajes como Wyoming del antifranquismo? En su día propuse un ejercicio revelador. Que el lector se diga para sus adentros, en tono fascistoide, “¡Viva España!”. Le sale indefectiblemente con la voz de Wyoming. En nuestra vida cotidiana, muy pocas veces hemos visto a un fascista diciendo “¡Viva España!”; a Wyoming, en cambio, lo hemos visto muchas. Hace lustros que es una parodia sin referente. Una maniobra masturbatoria que sería solo neurótica si no fuese también interesada: la paja antifranquista es su modelo de negocio.
Que treinta y ocho años después de la muerte del dictador el hashtag #20N fuese trending topic en España es otra prueba de que este es un país enfermo. Como el hecho de que en esta columna mía, que es de actualidad, aparezca el franquismo a menudo: precisamente por su (pesadísima) actualidad. Esta vez, no obstante, me había propuesto no decir nada. Pero he fracasado, como el personaje del sketch aquel sobre Chiquito. Quizá lo recuerden, porque fue memorable.
Eran los tiempos en que todo el país imitaba a Chiquito. Tiempos que, dicho sea de paso, son para mí la crema de la Transición: entonces sí fuimos felices colectivamente. En el sketch se presentaba un concurso llamado Intente no imitar a Chiquito. El concursante se situaba bajo un cronómetro y debía esforzarse por no imitar a Chiquito durante un minuto. El intento era agónico, y el concursante se contorsionaba en denodado esfuerzo por reprimirse, mientras el segundero avanzaba. Hasta que al final, cuando ya estaba a punto de lograrlo, estallaba: “¡No puídor, no puídorrrr!”.
No imitar a Chiquito era tarea imposible, como es tarea imposible no enfangarse un 20-N. Aquellos que descorcharon el champán cuando se murió Franco, en realidad estaban fletando un buque de largo porvenir. Un buque, el del antifranquismo, que ya ha durado tanto como el franquismo. Yo tengo en mi nevera preparado un Moët Chandon para cuando se hunda. Entonces sí que podremos celebrar, al fin, que estamos libres del franquismo.
[Publicado en Zoom News]
19.11.13
El espectáculo de la libertad
Mi consumo audiovisual consiste últimamente, en alta dosis, en vídeos de Antonio Escohotado. Del mismo modo que si uno pone al azar Canal Sur (ese Canal 9 que no muere) hay muchas probabilidades de que le aparezca Juan y Medio, en la pantalla de mi ordenador, si no me encuentro trabajando o en Twitter, suele estar Escohotado. Aunque Twitter no cuenta, porque mis tuits son ya también sobre Escohotado.
Reconozco lo que esta afición tiene de fascinación hipnótica. Voy tras Escohotado como los niños tras el flautista de Hamelín. Algo en cierto modo contradictorio, puesto que Escohotado exalta la razón y este seguimiento es un tanto irracional. Pero es que en él se dan dos seducciones raras, irresistibles: la de la inteligencia (unida al saber) y la de la libertad. Esta última, no en retahíla teórica, sino en acción: en Escohotado atrae ante todo el espectáculo de una libertad en ejercicio.
En nuestro país sectario y compartimentado hasta la asfixia, Escohotado es un sujeto ciertamente singular. Si no estuviera tan gastado, podríamos aplicarle el adjetivo poliédrico. Algunas de sus facetas le permiten ser apreciado por determinado sector; que no tarda en escandalizarse ante otras de sus facetas. Es uno de los suculentos componentes del espectáculo, en especial para los que, como yo, estamos entregados y simpatizamos con la totalidad de sus facetas.
Hace dos decenios la piedra de escándalo fue su Historia general de las drogas. Y muchos de los que se aproximaron a él entonces andan escandalizados ahora con su obra declaradamente anticomunista Los enemigos del comercio (cuyo primer título iba a ser Crítica de la razón roja). Al amor de ella se le han aproximado muchos jóvenes liberales de catecismo (esos de la libertad en retahíla teórica y no en acción), que se disgustan a su vez por la mirada compleja del filósofo y su defensa del Estado.
Debe de ser un gustazo para un librepensador de setenta y dos años verse reprendido por beatos de distinto signo (sean los anarcoindividualistas de la derecha o los neomarxistas de la izquierda, como ese César Rendueles que, en El País, le ha afeado la conducta desde la ortodoxia al heterodoxo). Escohotado se declara hoy en día liberal, y defiende la sociedad comercial frente a aquella otra que llama clerical-militar. Pero pertenece a una estirpe de liberal que vemos poco por estos lares, en que predomina el liberal episcopal: aquel cuyas conclusiones coinciden sospechosamente con las de los obispos.
Pero estos párrafos no son más que una invitación para que lean, o sobre todo escuchen, a Escohotado. Por eso me permito terminar con una pequeña selección de vídeos recientes (hay otros más antiguos que les recomiendo que busquen luego en YouTube, si se quedan con ganas):
–La entrevista en Periodista Digital. Una buena presentación.
–La conferencia "Los enemigos de la realidad". Un brillante recorrido histórico sobre “los enemigos del comercio”. No debe asustar la duración del vídeo: tiene tres horas porque se repite por error técnico; su duración es de hora y media.
–La presentación de Los enemigos del comercio en el Instituto Juan de Mariana. Una charla más divagatoria, que sirve de excelente complemento a la anterior. En el turno de preguntas (muy bueno) aparecen algunos de esos jóvenes liberales de catecismo que le regañan a Escohotado por no demonizar el Estado (sin terminología religiosa, claro: tienen un concepto demasiado elevado de sí mismos).
–Y, por último, algo que no es un vídeo, sino el audio de la entrevista en Carne Cruda (cadena Ser). Un ejemplo divertidísimo de cómo lo de las drogas le permite meterse en el corral disfrazado de oveja, y una vez dentro destaparse como lobo. Impagable la sorpresa (¡el soponcio casi!) del entrevistador Javier Gallego ante los datos contra el comunismo de Escohotado y su defensa del capitalismo.
* * *
PD. Existe una web dedicada a Escohotado.
[Publicado en Zoom News]
Reconozco lo que esta afición tiene de fascinación hipnótica. Voy tras Escohotado como los niños tras el flautista de Hamelín. Algo en cierto modo contradictorio, puesto que Escohotado exalta la razón y este seguimiento es un tanto irracional. Pero es que en él se dan dos seducciones raras, irresistibles: la de la inteligencia (unida al saber) y la de la libertad. Esta última, no en retahíla teórica, sino en acción: en Escohotado atrae ante todo el espectáculo de una libertad en ejercicio.
En nuestro país sectario y compartimentado hasta la asfixia, Escohotado es un sujeto ciertamente singular. Si no estuviera tan gastado, podríamos aplicarle el adjetivo poliédrico. Algunas de sus facetas le permiten ser apreciado por determinado sector; que no tarda en escandalizarse ante otras de sus facetas. Es uno de los suculentos componentes del espectáculo, en especial para los que, como yo, estamos entregados y simpatizamos con la totalidad de sus facetas.
Hace dos decenios la piedra de escándalo fue su Historia general de las drogas. Y muchos de los que se aproximaron a él entonces andan escandalizados ahora con su obra declaradamente anticomunista Los enemigos del comercio (cuyo primer título iba a ser Crítica de la razón roja). Al amor de ella se le han aproximado muchos jóvenes liberales de catecismo (esos de la libertad en retahíla teórica y no en acción), que se disgustan a su vez por la mirada compleja del filósofo y su defensa del Estado.
Debe de ser un gustazo para un librepensador de setenta y dos años verse reprendido por beatos de distinto signo (sean los anarcoindividualistas de la derecha o los neomarxistas de la izquierda, como ese César Rendueles que, en El País, le ha afeado la conducta desde la ortodoxia al heterodoxo). Escohotado se declara hoy en día liberal, y defiende la sociedad comercial frente a aquella otra que llama clerical-militar. Pero pertenece a una estirpe de liberal que vemos poco por estos lares, en que predomina el liberal episcopal: aquel cuyas conclusiones coinciden sospechosamente con las de los obispos.
Pero estos párrafos no son más que una invitación para que lean, o sobre todo escuchen, a Escohotado. Por eso me permito terminar con una pequeña selección de vídeos recientes (hay otros más antiguos que les recomiendo que busquen luego en YouTube, si se quedan con ganas):
–La entrevista en Periodista Digital. Una buena presentación.
–La conferencia "Los enemigos de la realidad". Un brillante recorrido histórico sobre “los enemigos del comercio”. No debe asustar la duración del vídeo: tiene tres horas porque se repite por error técnico; su duración es de hora y media.
–La presentación de Los enemigos del comercio en el Instituto Juan de Mariana. Una charla más divagatoria, que sirve de excelente complemento a la anterior. En el turno de preguntas (muy bueno) aparecen algunos de esos jóvenes liberales de catecismo que le regañan a Escohotado por no demonizar el Estado (sin terminología religiosa, claro: tienen un concepto demasiado elevado de sí mismos).
–Y, por último, algo que no es un vídeo, sino el audio de la entrevista en Carne Cruda (cadena Ser). Un ejemplo divertidísimo de cómo lo de las drogas le permite meterse en el corral disfrazado de oveja, y una vez dentro destaparse como lobo. Impagable la sorpresa (¡el soponcio casi!) del entrevistador Javier Gallego ante los datos contra el comunismo de Escohotado y su defensa del capitalismo.
* * *
PD. Existe una web dedicada a Escohotado.
[Publicado en Zoom News]
14.11.13
Hable inglés
Qué paradójica es la política. El día en que todos pedían la dimisión de Wert (hasta sus compañeros del PP parecían estar pidiéndola sin hablar, como esos secuestrados que deben comunicarse por gestos) fue el día en que se había convertido en el mejor ministro de Educación de la historia de España. Es cierto que por una lección involuntaria; pero a un educador hay que juzgarlo por el resultado, y no recuerdo que ningún otro haya logrado una proeza como la suya: enseñarnos a los españoles una palabra en inglés.
La palabra, pronunciada adecuadamente por un nativo, fue rubbish, que como sintetizó Zoom News (¡haciendo gala de su nombre anglosajón!), puede significar “basura” o “chorrada”. Al principio se utilizó mayoritariamente la primera, en parte por desconocimiento y en parte porque era ideal para zurrarle al ministro (“no la toques ya más, que es basura”). Pero en cuanto se supo que había dos acepciones, cada una de las dos Españas optó por una, como en todo lo que permite la bifurcación. Asistimos así al espectáculo de los progubernamentales defendiendo que lo dicho por Wert había sido calificado de “chorrada”: un mal menor con mucha coña.
Pero la verdad es que este rubbish no está solo. Antes tuvimos el relaxing cup de Ana Botella. Esto indica un plan. Tenemos argumentos para afirmar que el PP se ha marcado un objetivo aún más ambicioso que el de salir de la crisis económica: coger el toro de nuestro déficit idiomático por los cuernos. Y lo está haciendo con una efectividad pedagógica absoluta. No solo nos va mostrando las piezas del idioma, sino también el modo de combinarlas. Y nos anima a esto último diseñando realidades en que sean pertinentes tales combinaciones. Así, la huelga de limpieza de Madrid no es más que un escenario concebido para que digamos: A relaxing cup of rubbish (en la primera acepción).
De la España que va a dejar Rajoy no sabemos con certeza ni si seguirá siendo España, pero sí que habrá hecho sus pinitos en inglés.
[Publicado en Zoom News]
La palabra, pronunciada adecuadamente por un nativo, fue rubbish, que como sintetizó Zoom News (¡haciendo gala de su nombre anglosajón!), puede significar “basura” o “chorrada”. Al principio se utilizó mayoritariamente la primera, en parte por desconocimiento y en parte porque era ideal para zurrarle al ministro (“no la toques ya más, que es basura”). Pero en cuanto se supo que había dos acepciones, cada una de las dos Españas optó por una, como en todo lo que permite la bifurcación. Asistimos así al espectáculo de los progubernamentales defendiendo que lo dicho por Wert había sido calificado de “chorrada”: un mal menor con mucha coña.
Pero la verdad es que este rubbish no está solo. Antes tuvimos el relaxing cup de Ana Botella. Esto indica un plan. Tenemos argumentos para afirmar que el PP se ha marcado un objetivo aún más ambicioso que el de salir de la crisis económica: coger el toro de nuestro déficit idiomático por los cuernos. Y lo está haciendo con una efectividad pedagógica absoluta. No solo nos va mostrando las piezas del idioma, sino también el modo de combinarlas. Y nos anima a esto último diseñando realidades en que sean pertinentes tales combinaciones. Así, la huelga de limpieza de Madrid no es más que un escenario concebido para que digamos: A relaxing cup of rubbish (en la primera acepción).
De la España que va a dejar Rajoy no sabemos con certeza ni si seguirá siendo España, pero sí que habrá hecho sus pinitos en inglés.
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12.11.13
Fracaso de audiencia
Yo trabajaba en una teleserie que más o menos fracasaba en el tiempo en que triunfó Gran Hermano. Entonces el creador y productor nos reunió a los guionistas: “Tenemos que aprender la lección. ¡Ahora ya sabemos lo que la audiencia quiere!”. A los guionistas se nos despertó la esperanza. Al fin el jefe comprendía que no podíamos seguir con nuestras historias poco creíbles ni nuestros personajes acartonados. Debíamos volver a la veracidad, a una cierta espontaneidad. A esas alturas casi podía asegurarse que teníamos la desgracia de estar en una serie y no en un reality; pero nos cabía al menos camuflar la teatralización.
La lección que nuestro jefe había sacado, sin embargo, era otra: “Ha quedado claro que al público le gustan las bajas pasiones, las traiciones, las reconciliaciones, los navajazos, la emoción a flor de piel, la intriga”. En consecuencia, reforzamos justo aquellos elementos que debíamos atenuar o eliminar. “Hay que hacerlo todo más culebrón”, era la consigna. La serie siguió cayendo y fue suprimida en un mes.
Con la Conferencia Política del PSOE ha pasado algo parecido. No parecen haberse dado cuenta aún de en qué ha consistido, y sigue consistiendo, su fracaso: en su huida, con aire de teleserie (de teleserie española, naturalmente; no de la HBO), del principio de realidad. El estado del bienestar, por ejemplo, no se defiende con eslóganes, sino con políticas que lo hagan viable. Si una política merma o hunde el estado de bienestar, esa política va contra él, por más que sus eslóganes lo defiendan. Quizá una de las cosas que están retrasando la comprensión sea que la presidencia de Zapatero tuviese dos fases: esto les ha permitido a muchos socialistas refugiarse en la ficción de que una de las dos fue buena; precisamente la peor. (Puede que hoy en día al PSOE le vaya más la vida en ser antizapaterista que antifranquista).
La impresión, desde fuera, es que no han salido más lúcidos, sino más engañados. Algo que volverá a traducirse en un fracaso de audiencia. Aunque si el objetivo era venderse la burra a sí mismos, la Conferencia ha sido un éxito.
[Publicado en Zoom News]
La lección que nuestro jefe había sacado, sin embargo, era otra: “Ha quedado claro que al público le gustan las bajas pasiones, las traiciones, las reconciliaciones, los navajazos, la emoción a flor de piel, la intriga”. En consecuencia, reforzamos justo aquellos elementos que debíamos atenuar o eliminar. “Hay que hacerlo todo más culebrón”, era la consigna. La serie siguió cayendo y fue suprimida en un mes.
Con la Conferencia Política del PSOE ha pasado algo parecido. No parecen haberse dado cuenta aún de en qué ha consistido, y sigue consistiendo, su fracaso: en su huida, con aire de teleserie (de teleserie española, naturalmente; no de la HBO), del principio de realidad. El estado del bienestar, por ejemplo, no se defiende con eslóganes, sino con políticas que lo hagan viable. Si una política merma o hunde el estado de bienestar, esa política va contra él, por más que sus eslóganes lo defiendan. Quizá una de las cosas que están retrasando la comprensión sea que la presidencia de Zapatero tuviese dos fases: esto les ha permitido a muchos socialistas refugiarse en la ficción de que una de las dos fue buena; precisamente la peor. (Puede que hoy en día al PSOE le vaya más la vida en ser antizapaterista que antifranquista).
La impresión, desde fuera, es que no han salido más lúcidos, sino más engañados. Algo que volverá a traducirse en un fracaso de audiencia. Aunque si el objetivo era venderse la burra a sí mismos, la Conferencia ha sido un éxito.
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7.11.13
Franquismo francés
A todo niño franquista, aquel “niño de derechas” del que hablaba Umbral, le estaba reservado un estupor: cuando descubría que la moneda de Francia se llamaba igual que el viejecito que salía en la tele y mandaba. Yo no me lo podía creer. ¿Entonces –preguntaba con la implacable lógica simétrica de los niños– el Franco de Francia se llama Peseta? Pero unos vecinos que habían regresado de la emigración decían que Pompidou. Este nombre me evocaba las pompas que hacíamos con los chicles, y me imaginaba a los niños franceses pagando sus bazookas y sus cosmos con muñequitos de Franco. Después de todo, ¿por qué nuestras pesetas no se llamaban francos también, si tenían su cara?
Tiempo después, cuando las pesetas llevaban la cara del rey Juan Carlos y nosotros ya no éramos niños franquistas, sino adolescentes de la Transición (este pleonasmo quizá sea lo mejor que hayamos tenido), nos fijábamos en franco como adjetivo. Tanto en su significado de francés, como en aquellos otros que nos gustaban: sincero, claro, libre, exento... Pensábamos ya, a esas alturas, que qué contrasentido que Franco se llamase Franco. El vocablo pasaba entonces a ser para nosotros equivalente de afrancesado, que es lo que hemos querido ser siempre los españoles con simpatía por la Ilustración.
He pensado en esta genealogía ahora que el jefe de estudios del Liceo Francés de Barcelona, Richard Buty, nos ha echado un capote afrancesado (capote de Nîmes, supongo) con su impecable carta de respuesta a la antiilustrada madre catalanista que quería imponer su capricho ancien régime, acostumbrada como está a poder hacerlo en su terruño. Cómo corta el sentido común, cuando se usa tal bisturí racionalista. Monsieur Buty ha venido a decir, por traducirlo castizamente (¡la emoción afrancesada me pone burro!): “Pienso, luego no me toquéis las pelotas”.
El español es nuestra lengua común, sin perjuicio del catalán; y los que firmaron el manifiesto que lo proclamaba en 2008 fueron tachados de franquistas. Supongo que a nuestro buen francés se lo habrán llamado ya (esta vez ni me he molestado en hozar en las pozas del nacionalismo). Pero yo me lo tomaré como relativo a franco, en la acepciones que me gustan: francés (redundantemente) y sincero, claro, libre, exento... Esto ha sido salud pública y lo demás son tonterías.
[Publicado en Zoom News]
Tiempo después, cuando las pesetas llevaban la cara del rey Juan Carlos y nosotros ya no éramos niños franquistas, sino adolescentes de la Transición (este pleonasmo quizá sea lo mejor que hayamos tenido), nos fijábamos en franco como adjetivo. Tanto en su significado de francés, como en aquellos otros que nos gustaban: sincero, claro, libre, exento... Pensábamos ya, a esas alturas, que qué contrasentido que Franco se llamase Franco. El vocablo pasaba entonces a ser para nosotros equivalente de afrancesado, que es lo que hemos querido ser siempre los españoles con simpatía por la Ilustración.
He pensado en esta genealogía ahora que el jefe de estudios del Liceo Francés de Barcelona, Richard Buty, nos ha echado un capote afrancesado (capote de Nîmes, supongo) con su impecable carta de respuesta a la antiilustrada madre catalanista que quería imponer su capricho ancien régime, acostumbrada como está a poder hacerlo en su terruño. Cómo corta el sentido común, cuando se usa tal bisturí racionalista. Monsieur Buty ha venido a decir, por traducirlo castizamente (¡la emoción afrancesada me pone burro!): “Pienso, luego no me toquéis las pelotas”.
El español es nuestra lengua común, sin perjuicio del catalán; y los que firmaron el manifiesto que lo proclamaba en 2008 fueron tachados de franquistas. Supongo que a nuestro buen francés se lo habrán llamado ya (esta vez ni me he molestado en hozar en las pozas del nacionalismo). Pero yo me lo tomaré como relativo a franco, en la acepciones que me gustan: francés (redundantemente) y sincero, claro, libre, exento... Esto ha sido salud pública y lo demás son tonterías.
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5.11.13
Los otros
UPyD y C’s son los otros de la política española. PP, PSOE, IU y los nacionalistas son los unos: los que han venido repartiéndose el bacalao en la democracia y representan, por tanto, el establishment. Pese a los beneficios que esto les reporta, una parte considerable de ellos (el segundo parcialmente, y el tercero y los cuartos de manera decidida) quieren acabar con él: serían unos unos con vocación de hunos. La hache unamuniana se quedaría en este caso aquí, sin traspasarse a los otros.
Una de las curiosidades de nuestra política es que UPyD y C’s, siendo los más excéntricos, resultan algo así como partidos institucionalistas: ponen su acento en la defensa de la Constitución, y lo que con ella se constituye. Por ello son despreciados y acusados, como no podía ser menos en este corral, de “fachas”. Mi opinión es justo la contraria: tengo para mí que son nuestros dos únicos partidos antifranquistas de verdad. Los únicos que han normalizado su relación con España, libres de las determinaciones (en un sentido o en otro) de la momia del dictador.
Mi pecado en política es el intelectualismo, y quizá mi falta de sentido práctico. Para mí UPyD y C’s son, ante todo, partidos fundados por intelectuales a los que admiro: Fernando Savater el primero; y Arcadi Espada, entre más, el segundo. Son fundadores que luego no han estado en el día a día de sus partidos; como yo tampoco lo he estado, desde fuera. Quizá por ello perciben y percibo –intelectualmente– que los dos partidos deberían aliarse. Algo que rechazan los que sí están en el día a día de ellos.
Habrá razones, sin duda. Y es posible que sean convincentes desde dentro. Pero no puedo dejar de pensar que tienen más que ver con el tipo de politiqueo que rechazan que con la gran política que proponen. Resulta paradójico (y también sangrante) que los que comparten el juego de hablar continuamente del PPSOE, no sean capaces de jugar a ser UPyC’s.
[Publicado en Zoom News]
Una de las curiosidades de nuestra política es que UPyD y C’s, siendo los más excéntricos, resultan algo así como partidos institucionalistas: ponen su acento en la defensa de la Constitución, y lo que con ella se constituye. Por ello son despreciados y acusados, como no podía ser menos en este corral, de “fachas”. Mi opinión es justo la contraria: tengo para mí que son nuestros dos únicos partidos antifranquistas de verdad. Los únicos que han normalizado su relación con España, libres de las determinaciones (en un sentido o en otro) de la momia del dictador.
Mi pecado en política es el intelectualismo, y quizá mi falta de sentido práctico. Para mí UPyD y C’s son, ante todo, partidos fundados por intelectuales a los que admiro: Fernando Savater el primero; y Arcadi Espada, entre más, el segundo. Son fundadores que luego no han estado en el día a día de sus partidos; como yo tampoco lo he estado, desde fuera. Quizá por ello perciben y percibo –intelectualmente– que los dos partidos deberían aliarse. Algo que rechazan los que sí están en el día a día de ellos.
Habrá razones, sin duda. Y es posible que sean convincentes desde dentro. Pero no puedo dejar de pensar que tienen más que ver con el tipo de politiqueo que rechazan que con la gran política que proponen. Resulta paradójico (y también sangrante) que los que comparten el juego de hablar continuamente del PPSOE, no sean capaces de jugar a ser UPyC’s.
[Publicado en Zoom News]
1.11.13
Especial Libertinaje
Ha salido el Jot Down nº 5 en papel, especial Libertinaje. Colaboro con un artículo de cuatro páginas titulado "Libertinaje mental", en que hablo de las mentes sucias de Marcel Duchamp y Billy Wilder.
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