UPyD y C’s son los otros de la política española. PP, PSOE, IU y los nacionalistas son los unos: los que han venido repartiéndose el bacalao en la democracia y representan, por tanto, el establishment. Pese a los beneficios que esto les reporta, una parte considerable de ellos (el segundo parcialmente, y el tercero y los cuartos de manera decidida) quieren acabar con él: serían unos unos con vocación de hunos. La hache unamuniana se quedaría en este caso aquí, sin traspasarse a los otros.
Una de las curiosidades de nuestra política es que UPyD y C’s, siendo los más excéntricos, resultan algo así como partidos institucionalistas: ponen su acento en la defensa de la Constitución, y lo que con ella se constituye. Por ello son despreciados y acusados, como no podía ser menos en este corral, de “fachas”. Mi opinión es justo la contraria: tengo para mí que son nuestros dos únicos partidos antifranquistas de verdad. Los únicos que han normalizado su relación con España, libres de las determinaciones (en un sentido o en otro) de la momia del dictador.
Mi pecado en política es el intelectualismo, y quizá mi falta de sentido práctico. Para mí UPyD y C’s son, ante todo, partidos fundados por intelectuales a los que admiro: Fernando Savater el primero; y Arcadi Espada, entre más, el segundo. Son fundadores que luego no han estado en el día a día de sus partidos; como yo tampoco lo he estado, desde fuera. Quizá por ello perciben y percibo –intelectualmente– que los dos partidos deberían aliarse. Algo que rechazan los que sí están en el día a día de ellos.
Habrá razones, sin duda. Y es posible que sean convincentes desde dentro. Pero no puedo dejar de pensar que tienen más que ver con el tipo de politiqueo que rechazan que con la gran política que proponen. Resulta paradójico (y también sangrante) que los que comparten el juego de hablar continuamente del PPSOE, no sean capaces de jugar a ser UPyC’s.
[Publicado en Zoom News]