Mi consumo audiovisual consiste últimamente, en alta dosis, en vídeos de Antonio Escohotado. Del mismo modo que si uno pone al azar Canal Sur (ese Canal 9 que no muere) hay muchas probabilidades de que le aparezca Juan y Medio, en la pantalla de mi ordenador, si no me encuentro trabajando o en Twitter, suele estar Escohotado. Aunque Twitter no cuenta, porque mis tuits son ya también sobre Escohotado.
Reconozco lo que esta afición tiene de fascinación hipnótica. Voy tras Escohotado como los niños tras el flautista de Hamelín. Algo en cierto modo contradictorio, puesto que Escohotado exalta la razón y este seguimiento es un tanto irracional. Pero es que en él se dan dos seducciones raras, irresistibles: la de la inteligencia (unida al saber) y la de la libertad. Esta última, no en retahíla teórica, sino en acción: en Escohotado atrae ante todo el espectáculo de una libertad en ejercicio.
En nuestro país sectario y compartimentado hasta la asfixia, Escohotado es un sujeto ciertamente singular. Si no estuviera tan gastado, podríamos aplicarle el adjetivo poliédrico. Algunas de sus facetas le permiten ser apreciado por determinado sector; que no tarda en escandalizarse ante otras de sus facetas. Es uno de los suculentos componentes del espectáculo, en especial para los que, como yo, estamos entregados y simpatizamos con la totalidad de sus facetas.
Hace dos decenios la piedra de escándalo fue su Historia general de las drogas. Y muchos de los que se aproximaron a él entonces andan escandalizados ahora con su obra declaradamente anticomunista Los enemigos del comercio (cuyo primer título iba a ser Crítica de la razón roja). Al amor de ella se le han aproximado muchos jóvenes liberales de catecismo (esos de la libertad en retahíla teórica y no en acción), que se disgustan a su vez por la mirada compleja del filósofo y su defensa del Estado.
Debe de ser un gustazo para un librepensador de setenta y dos años verse reprendido por beatos de distinto signo (sean los anarcoindividualistas de la derecha o los neomarxistas de la izquierda, como ese César Rendueles que, en El País, le ha afeado la conducta desde la ortodoxia al heterodoxo). Escohotado se declara hoy en día liberal, y defiende la sociedad comercial frente a aquella otra que llama clerical-militar. Pero pertenece a una estirpe de liberal que vemos poco por estos lares, en que predomina el liberal episcopal: aquel cuyas conclusiones coinciden sospechosamente con las de los obispos.
Pero estos párrafos no son más que una invitación para que lean, o sobre todo escuchen, a Escohotado. Por eso me permito terminar con una pequeña selección de vídeos recientes (hay otros más antiguos que les recomiendo que busquen luego en YouTube, si se quedan con ganas):
–La entrevista en Periodista Digital. Una buena presentación.
–La conferencia "Los enemigos de la realidad". Un brillante recorrido histórico sobre “los enemigos del comercio”. No debe asustar la duración del vídeo: tiene tres horas porque se repite por error técnico; su duración es de hora y media.
–La presentación de Los enemigos del comercio en el Instituto Juan de Mariana. Una charla más divagatoria, que sirve de excelente complemento a la anterior. En el turno de preguntas (muy bueno) aparecen algunos de esos jóvenes liberales de catecismo que le regañan a Escohotado por no demonizar el Estado (sin terminología religiosa, claro: tienen un concepto demasiado elevado de sí mismos).
–Y, por último, algo que no es un vídeo, sino el audio de la entrevista en Carne Cruda (cadena Ser). Un ejemplo divertidísimo de cómo lo de las drogas le permite meterse en el corral disfrazado de oveja, y una vez dentro destaparse como lobo. Impagable la sorpresa (¡el soponcio casi!) del entrevistador Javier Gallego ante los datos contra el comunismo de Escohotado y su defensa del capitalismo.
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PD. Existe una web dedicada a Escohotado.
[Publicado en Zoom News]