25.9.14

Rajoy como nasciturus

Se puede afirmar que Rajoy es nuestro gran nasciturus: el que finalmente va a nacer, con cosas como la de Gallardón. Gustazos del poder, venganzas en su punto exacto de frialdad, cadáveres políticos de quienes nunca fueron nada más que morituri... Desde la serie Yo, Claudio no habíamos visto un maquiavelismo (a la romana) de este calibre. Si se trata de maquiavelismo, que es la interpretación por la que yo me decanto.

El bucle de la nueva ley del aborto, finalmente no nacida, ha sido tan absurdo que me cuesta creer que fuera una chapuza sin más. No es que en nuestra política escaseen las chapuzas, pero esta vez me parecía demasiado. Salvo como estricta maniobra de distracción, no tenía ningún sentido revolver un asunto que cuenta con un amplísimo consenso social, tal y como está de desconsensuado el país. Las encuestas que al parecer han asustado a Arriola (susto extraño en un sociólogo) se olían en la calle: las narices comunes eran aquí demoscópicas.

Mi novela es que todo lo tenía pensado Rajoy, desde el momento en que nombró a Gallardón ministro. Quiso tenerlo en el gobierno, para que no diese guerra fuera. Y dentro del gobierno acabar con él. Lentamente, un despellejamiento minucioso; o una reducción a cenizas, hasta soplarlas. Solo hacía falta que el propio Gallardón, como no podía ser de otra manera, se enredase. Ahora se va, y ya tampoco es nada para los únicos para los que era algo: los progres que le daban bola sin pensar darle nunca votos.

Yo, que observo la política con cierta dosis de literatura, estaba sorprendido por un fenómeno que se producía con este presidente del gobierno; o mejor dicho, por un fenómeno que no se producía con él: el poder no le había aportado aura. Suárez, González, Aznar y Zapatero experimentaron un cambio físico: se les notaba la investidura. A Rajoy no. Pero su presidencia rocosa, resistente, ha ido segregando con trabajo un halo, que sigue siendo gris pero al que ya se respeta. O se teme. Porque de esa especie de bruma salen a veces golpes letales, como el que ha recibido ahora Gallardón. "Aviso para navegantes", se lee tras cada uno de ellos. Y los barcos tienden cada vez más a quedarse quietecitos.

Está naciendo un hombre de poder donde menos se esperaba: en el presidente Rajoy. Y ahora se va a China.

[Publicado en Zoom News]