El partido cuyo lema es "Lo que nos une" lleva meses obcecado en resaltar lo que lo separa: lo que lo separa de Ciudadanos, lo que lo separa de sus votantes y lo que lo separa, en consecuencia, de sí mismo. Ciudadanos es el partido al que más se parece. Y las diferencias que sí que se encuentran entre ambos, si se buscan, desaparecen considerablemente en lo que concierne a sus votantes. En efecto, lo que une a UPyD y Ciudadanos, por encima de lo que los separa, es lo que hacía a esos votantes dudar en cada elección si votaba a uno o a otro.
Un votante de UPyD se parece tanto a un votante de Ciudadanos que con frecuencia es el mismo votante: que va oscilando entre uno y otro partido en cada convocatoria electoral. Por el matiz de la separación no merecía la pena la desgarradura, que electoralmente hablando era un desagüe por el que se perdían votos. Este desperdicio se atenuaba cuando en la práctica parecía darse un reparto territorial: Ciudadanos (Ciutadans) en Cataluña y UPyD en el resto de España. Algo que no va a ocurrir en las reñidas elecciones que se avecinan.
Luchando por el mismo electorado, ambos partidos estaban condenados a perder. Y hablo en pasado porque UPyD ha tenido la generosidad de autosabotearse para no ser un estorbo. Todavía le restará votos a Ciudadanos, pero serán pocos y seguramente por última vez (o penúltima, como mucho).
Dos partidos para la misma franja de votantes son demasiados partidos. Que existieran los dos era un inconveniente. Consumada la inconveniencia, solo quedaba restañarla con el pacto. Abortado el pacto, no restaba otra solución que la desaparición o la inutilización (la reducción a la insignificancia) de uno de ellos. Parecía que iba a ser un proceso penoso y feo, pero UPyD ha tenido el detalle de abreviarlo (aunque no de embellecerlo), gracias a su cúpula. No está mal como último (o penúltimo) servicio del partido.
[Publicado en Zoom News]