16.6.15

Primer día del podemismo

El primer día del podemismo ha sido largo, pesado y feo. Y no ha sido más que eso: el primer día. Nos espera una buena. Por fortuna han venido Vargas Llosa e Isabel Preysler a brindarnos un refugio frívolo. El romance otoñal, invernal casi, entre estos dos soles nos envejece a todos; pero nos da calorcillo.

Solo otra pareja ha podido competir con ellos en ese campo: la formada por los meñiques de la nueva alcaldesa de Jerez. Después de darle muchas vueltas, he encontrado una explicación: se trata de un homenaje a sus apoyos. Mamen Sánchez, del PSOE, ha accedido a la alcaldía gracias a los votos de IU y de Ganemos Jerez. Esos meñiques son ellos: peña incómoda con el sistema que ha encontrado una solución para estar sin estar propiamente dentro. El equivalente en dedo del pie al juramento "por imperativo legal".

Pero todo se lo ha chupado el caso de Guillermo Zapata, el concejal de Manuela Carmena en Madrid, y sus tuits antiguos sobre judíos o víctimas del terrorismo. A mí el humor negro me gusta y no lo veo reprobable en sí mismo. Yo lo practico a veces y sé de primera mano que hay chistes que puedo hacer, o celebrar, y que no tienen nada que ver con lo que pienso "en serio" acerca de sus asuntos, ni inciden lo más mínimo en mi conducta. Es necesario zafarse de lo políticamente correcto y no ponerle límites moralistas a la libertad de expresión.

Pero la libertad de expresión no se para ahí: el que emite esos chistes no tiene "la última palabra". Aquel que los repruebe también tiene derecho a manifestarlo, e incluso a calificar como le parezca al autor de los chistes. Mi idea de la libertad de expresión es completa: para todos. El que me molesta es el que se arroga la palabra definitiva y, a partir de entonces, si se le critica, pasa a exhibirse como víctima. No es el humor negro, sino este ventajismo, lo que me repugna.

Esta vez no ha sido exactamente ese el caso de Zapata, que se ha excusado y al final ha dimitido, pero sí el de los frentes de opinión partidarios de Podemos. Estos se han convertido en auténticas máquinas de generar contextos que desactivaran a los desdichados tuits. A mí, como gran partidario de las contextualizaciones, me ha parecido bien. Aunque cantaba que esos mismos frentes de opinión son los que generan descontextualizaciones morrocotudas para desprestigiar a los contrarios, en favor de Podemos. Lo de siempre, pues: propaganda.

Pero lo peor del primer día del podemismo en sus alcaldías han sido los arranques de violencia, como los insultos y amenazas a los concejales de Ciudadanos a la salida del pleno madrileño, según denunció su lideresa Begoña Villacís. Esto ha sido lo grave de verdad. Podemos viene con un pedigrí de resentimiento y revanchismo preocupante. La única esperanza es que traicionen su retórica.

[Publicado en Zoom News]