Siempre me precipito con la penilla. Me lo decía un amigo: "¡Cuidado con la penilla!". Reconozco que en el fondo es un mecanismo de ponerse por encima por la cara: uno proyecta una melancolía hacia la persona en desgracia pensando que esa persona nunca lo va a poder superar. Por no andarme por las ramas: hablo de mujeres, de mujeres con las que he salido. "No sigas con ella solo por la penilla", quería decir mi amigo. Y al final todas han terminado dando muestras de supervivencia muy superiores a la mía. (El mecanismo de ponerme por encima, como era previsible, se debía a que estaba por debajo).
Con Tania Sánchez me pasó igual hace unos meses, esta vez como mero espectador (¡no he salido con ella!). Cuando la pasada primavera se vio excluida del cogollito, le apliqué mis propios fantasmas: estaba fuera de Izquierda Unida, no logró aliarse con Podemos, se quedaba sin sueldo político, se acabó su relación con Pablo Iglesias (que la había dejado, se decía, por otra más joven), se encontraba imputada por tráfico de influencias. ¿Y qué va a hacer ahora –me decía– si no sabe hacer nada? ¡Y ya tiene una edad! (Treinta y seis, pensaba desde la mía provecta: ¡arderéis a los treinta y seis!). Y sin estar en la pomada no la llamarán ni de las tertulias...
Pero no sé si ella llegó a sentirse tan melancólica por su vida como yo (por su vida). En ningún momento flaqueó, ni manifestó culpa, ni reconoció errores, ni expresó tristeza. Me asombró (¡porque nunca aprendo!) su aplomo darwinista: se entregó sin titubeo a la tarea de sobrevivir, de supervivir. La frialdad con que se defendía de las mismas cosas de las que ella había acusado a otros daba miedo. Hablando lento, con firmeza, sin ironía ni restos de compasión. Esta mujer es una máquina de salir a flote. Ha elegido la política como podría haber elegido cualquier otra cosa. Su padre era concejal de IU en Rivas-Vaciamadrid. Ese camino iba bien, que estaba a mano.
Ahora está ya desimputada. Y volverá a tener un sueldo público: su ex va a colocarla en la lista para las generales de Podemos, que es como ponerle un pisito. El que tendría que dar penilla soy yo.
[Publicado en Zoom News]