22.2.22

Cayetana en la declinación de España (y del PP)

Les confieso que no pensaba leer Políticamente indeseable, pese a mi simpatía y admiración por Cayetana Álvarez de Toledo. La razón es que suelo esquivar este tipo de libros, más o menos relacionados con la actualidad. Para esta ya me someto a la trituración cotidiana de la prensa y las redes sociales; que están bien, pero en su sitio. Lo que le pido a un libro es, ante todo, que me saque de aquí: que me aporte otro tempo, que recomponga mis pedazos. Entonces la autora me invitó a que le presentara Políticamente indeseable en Málaga, me lo leí y me pareció una gran lectura. Es lo mejor que se puede decir: un buen libro.

Logra poner la actualidad en perspectiva, transmutándola ya en historia, en historia reciente; con el efecto de que nosotros mismos, que la hemos vivido hace nada, nos sintamos un poco extraños: aquellos hilos de nuestros días ya están solidificados ahí. Además, se nos abren nuevos puntos de visión, maniobras ocultas, comportamientos, interioridades que desconocíamos: la trastienda de lo que vivimos como noticias.

Junto a este cruce de historia y periodismo (las dos especialidades de la autora, con la política), en Políticamente indeseable hay apuntes autobiográficos, o memorialísticos, y reflexiones de gran calado, políticas, morales, culturales y hasta estéticas. Es una obra de plenitud intelectual, cuya singularidad (hacía tiempo que en España no teníamos una obra así) estriba en la combinación de la formación y el pensamiento con el conocimiento directo de la acción política. Me he acordado del extraordinario El pez en el agua, de Mario Vargas Llosa, sobre su experiencia como candidato a presidente de Perú, entrelazada también con sus memorias.

Como Vargas Llosa, Álvarez de Toledo narra un fracaso: el de su relación con el Partido Popular, del que fue portavoz en el Congreso y sigue siendo diputada hasta las próximas elecciones. Una relación que sintetiza con esta expresión admirable (hay muchas expresiones admirables en el libro): “soy militante no simpatizante”. Empieza escribiendo, como ella dice, “desde el socavón”. Pero “sin amargura ni desaliento, incluso con esperanza”.

La alienta el optimismo de la vita activa, que se dispone a dar batallas, con coraje, desde la razón y el espíritu ilustrado: la batalla cultural, la batalla de las ideas y la batalla contra la decadencia. Para esta rescata una hermosa palabra de nuestro Siglo de Oro: “declinación”. Le preocupa de un modo acuciante “la declinación española”, en este tiempo de discordia dominado por los nacionalismos, los populismos, las políticas identitarias y el victimismo sentimental, por lo común chantajista. Estos movimientos disgregadores han sido acogidos por Pedro Sánchez en su gobierno, que cuestiona, unas veces por acción y otras por omisión, el mejor momento histórico de España, aquel en que alcanzó a ser una nación para todos: el de la Transición y la Constitución de 1978. La autora reflexiona enérgicamente sobre estos problemas y alienta el fortalecimiento de su partido para afrontarlos. Pero su partido, ay, también sufre su particular declinación. Es un problema más de los que acucian a la autora.

Y han llegado estos días en que la declinación del PP ha tocado suelo abruptamente, y amenaza con seguir perforando. Alguien dijo en Twitter que antes que el gobierno Frankenstein se ha roto la oposición, que predicaba unidad. Los lectores de Políticamente indeseable hemos sido espectadores privilegiados de esta crisis, que es una expansión a lo bestia de lo que se denuncia en el libro. Al final Cayetana Álvarez de Toledo ha escrito una obra de actualidad candente; que, gracias a su espléndida escritura, en ella seguirá cuando lo demás haya sido borrado. 

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