7.11.24

Lo catastrófico es político

Se solapan catástrofes: naturales, políticas. A la riada de Valencia le sucede, montándose en ella periodísticamente, la victoria de Trump. Los sanchistas dan la nota en unas y en otras. Ellos son también una catástrofe: el peso muerto de España; un tercio permanente del electorado, nada menos. El 23-J del año pasado remataron la catástrofe política española, en la que aún seguimos.

Yo soy antisanchista y soy antitrumpista: las dos cosas simultáneamente, y por los mismos motivos. Soy (con dos o tres en España, no más) la mortadela del sándwich de la Historia. España se ha llenado de ganadores: los ganadores del trumpismo, los ganadores del sanchismo. Los perdedores somos los cuatro mortadelos: los dos socialdemócratas antisanchistas y los dos liberales antitrumpistas que debe de haber como mucho. ¡Unos desgraciados!

El festival ahora, incluso desde el más furibundo antitrumpismo como es el mío, está en las vacas sin cencerro de El País y la Ser: Pepa, Àngels. Si se limitaran a denostar en Trump lo que es exclusivo de Trump... Pero no, denuestan en Trump lo que adoran (¡trumpistamente!) en Sánchez. Dice Pepa calentito sobre Trump que su victoria ha sido un "triunfo de la desinformación" y que las urnas "lo han indultado de todas las mentiras que ha ido contando". Te tienes que reír. A mandíbula batiente.

Pero estábamos en la riada, en la terrible desgracia negligente. "El 98 del 78", como ha dicho Monsalvo. El desagüe (perdón por la proximidad semántica) de todas nuestras incompetencias y miserias. Un desastre a lo grande, porque todo estaba copado ya por los pequeños. Ha sido la cumbre (¡sotánica!) de la "selección adversa" de los políticos españoles de la que hablaba Bayón hace veinte años. Han ido subiendo en los partidos y ocupando todos los puestos de los partidos y sus extremidades institucionales los peores de la sociedad. Los peores en términos absolutos: los más ignorantes, los más zafios, los más inútiles. Los delincuentes civiles.

El patético Mazón del PP, al que por cierto se debe seguramente el renovado mandato de Sánchez, por su saltarín pacto con Vox antes del 23-J, tras las municipales y autonómicas de 2023. El pacto que desató todos los demás, espantando (¡con justicia!) votantes en las generales. Esos son nuestros políticos, del PP, del PSOE y de todos los demás partidos: tipos que solo han demostrado, cuando llegan al poder, que han sabido hacer tres cosas, trepar en el partido (inevitablemente con puñaladas), engañar al electorado y maniobrar para obtener la poltrona. Luego llega la catástrofe y no saben nada. Por eso se acoplan a la catástrofe tan guapamente: es una de las suyas. La destrucción que ocasionan es conjunta.

Y lo del Gobierno, escalofriante. Estas palabras de la ministra de Defensa (se apellida Robles pero es un alcornoque): "Yo no sé si es una emergencia nacional. Estaba centrada en Valencia". Algo en consonancia con las ya tristemente célebres del presidente: "El gobierno central está listo para ayudar [...] Si necesitan más recursos, que los pidan [...] Si no tienen recursos suficientes, que los pidan". Al final, observen la profundidad de la catástrofe, es una cuestión conceptual: el país no es cosa de ellos. Lo de Sánchez es muy fuerte: nadie ha hecho tanto por mandar y nadie ha mandado menos. No pinta nada. Es un figurín, un presidente de escaparate.

Última hora: como señala Máiquez, el Estado ha destinado recursos en plena catástrofe (con calles todavía enfangadas e inutilizadas, comercios y puestos de trabajo arrasados, más de 200 muertos) a detener a los vecinos que le pegaron con un palo al coche del presidente. El trumpismo está aquí.

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