17.7.25

Entre la moderación y el cóctel molotov

He leído el celebrado Moderaditos, de Diego S. Garrocho (Debate). El autor ha acertado a concentrar en este prontuario mi ideal político, que es un ideal formal cuya expresión suprema es la democracia liberal, indisociable del Estado de derecho. Nada hay más progresista para mí que esto, y por ello quienes se dicen progresistas pero lo obstaculizan o corroen me parecen más bien reaccionarios.

Aunque aquí incurro en una de las trampas que señala preventivamente Garrocho, para el que la división entre izquierda y derecha es una inercia arrastrada desde hace más de doscientos años (desde la Revolución francesa, por supuesto). Mi carácter me separa de algunas cosas más del ideal. Por ejemplo, mi sangre caliente, que me hace estallar con demasiada frecuencia. O mi poca paciencia ante las deliberaciones; aunque esto lo compenso con mi admiración hacia quienes deliberan con paciencia. También mi debilidad por el ataque ad hominem, para mí irresistible porque me resulta humorístico. En relación con esto, peco de otro vicio que denuncia Garrocho: la tendencia a pensar que quienes sostienen ciertas posturas lo hacen por mala fe o por interés espurio, por un defecto moral. En el fondo, me temo, soy un moralista. Podría resumir todo lo anterior definiéndome como un moderadito que se aburre, y entonces trata de divertirse contraviniendo el ideal; o al menos dinamizándolo.

Pero el ideal se mantiene como ideal. Garrocho tiene el acierto de vincular la moderación a la valentía política. Los que nos hemos metido en estos fregados intermedios sabemos el coraje que hay que tener para aguantar la acusación de "cobarde": los que la lanzan son la primera piedra de toque de nuestra valentía. La postura matizada, atenta a la complejidad, es la que se corresponde con lo real, por otra parte: el moderadito lo que hace muchas veces es resistir al griterío por respeto a este primer dato del saber.

La mención en un par de ocasiones a Tucídides me ha llevado a una cita que recordaba de El mal de Corcira, de Lorenzo Silva. En Corcira, actual Corfú, se desencadenó la primera guerra civil entre los griegos y el personaje Bevilacqua parafrasea lo que dijo el historiador de ella: "Quienes actuaban de forma temeraria y atolondrada pasaron a ser ensalzados por ser más leales al partido que el resto. En cambio, quien se mostró prudente pasó a ser considerado cobarde, quien pedía moderación se vio acusado de ser poco hombre, y a quien apostó por la inteligencia le achacaron incapacidad para la acción. El que se dejaba llevar por la ira era el que se creía digno de confianza, y el que no, sospechoso. A quien se adelantaba a intrigar, a hacer el mal, o empujar a otro a hacerlo, era al que se respetaba, por astuto".

La paradoja de Moderaditos es que ha llegado a la vez en el mejor momento y en el peor momento. En el mejor momento porque es más necesario que nunca en nuestra historia reciente. En el peor momento porque casi todo parece irreversible ya. Yo mismo decía hace poco, medio en serio, medio en broma, que los buenos chicos constitucionalistas a lo que nos veíamos empujados ahora era a meterle fuego al Tribunal Constitucional. Habíamos sido asépticos patriotas constitucionales a los que de repente les pedía el cuerpo lanzar cócteles molotov.

Aunque, fatalmente moderaditos, eran simples desahogos verbales. Algo que regocijaba a un simpático trumpista, que se reía de mi pasividad. Al menos sé que disfrazarse de bisonte es más ridículo aún. Desde el otro extremo, resuena la pregunta de Lenin: ¿Qué hacer? Yo personalmente no tengo ni idea.

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13.7.25

Parálisis en la pasarela del barco sanchista

[Montanoscopia] 

1. Entre las medidas contra la corrupción que propuso Sánchez en el Congreso no estaba la única que se ha demostrado efectiva hasta ahora: atender a Ketty Garat y sus informaciones en The Objective. Por contra, lo que ha venido haciendo el Gobierno de Sánchez y sus extensiones politológico-mediáticas con esta periodista y este medio ha sido atacarlos. De este modo han estado encubriendo la corrupción, hasta que no han tenido más remedio que reconocerla. Con las investigaciones de la UCO ha pasado lo mismo. Así que un respeto a los verdaderos luchadores contra la corrupción, entre los que no han estado precisamente ni Sánchez, ni sus ministros, ni sus periodistas, ni sus politólogos ni politólogas. 

2. En el debate Feijóo estuvo, en efecto, sucio. Exactamente a la altura (a la bajura) de Sánchez. 

3. Que el PP se presente como "partido regenerador" es cómico, por la trayectoria que tiene y por lo que es. En España no hay regeneración posible, por culpa de los dos grandes partidos y por la de esos personajes entrañables: los españoles. Lo máximo a lo que se puede aspirar es al alivio periódico, mecánico, de cambiarle el agua a las aceitunas. Y ocasionalmente a la expulsión del poder de un autócrata como Sánchez. Esto de por sí supondría un avance regenerador. Pero con el resto de la retórica pepera solo se ilusionarán los ilusos. 

4. La antropología, ya les dije, es la única ciencia social sólida. ¡Qué inagotable espectaculito el del ser humano! Ahora estoy fascinado con los que iniciaron la escapada del barco sanchista pero se han quedado paralizados en la pasarela, como ratas congeladas. Cuando parecía que la caída de Sánchez era inminente tras los primeros audios de Koldo, se pusieron a correr pasarela afuera, contorsionándose con un impostado cabreo: se trataba de esculpir una imagen de disconformidad con el sanchismo que anulara los años de conformidad (o silencio pancista) con el sanchismo; una imagen a la que recurrir ante el siguiente Gobierno, para continuar medrando. Pero como el capitán ha decidido mantenerse en el barco, los supuestos cabreados han ido ralentizando el movimiento, como fotogramas de película de Peckinpah, hasta quedarse quietos como el vizcaíno del Quijote. Y ahí se mantienen los pobrecicos, hasta que se decante la situación. 

5. Escohotado lanzó divertidas andanadas contra el Departamento universitario como célula de represión y obstáculo para el conocimiento. Se podría decir lo mismo de la Redacción de El País, histérica esta semana contra sus columnistas Daniel Gascón y Ana Iris Simón (a esta ni le han publicado la columna). 

6. La politóloga Bascuñán, cheerleader sin fisuras de Sánchez, dice que el problema del sanchismo es el antisanchismo, como escribió aquí nuestro Dudda, pero sin ironía. Ella lo cree a ciegas, y cree que el antisanchismo se estudiará en las facultades. Yo creo que la mermada politología deberá ocuparse más bien, para recuperar algo de credibilidad, de las politólogas (y politólogos) cheerleaders

7. Escribí que Vivian Gornick y Rebecca Solnit eran dos autoras que, sin haberlas leído aún, me interesaban, pero que me parecieron un plomo en sus actos durante la Feria del Libro de Madrid. Pues bien, resulta que ahora Gornick me ha parecido estupenda en la entrevista que le ha hecho Javier Aznar en su podcast. ¡Resulta que la pobre fue un plomo por su entrevistadora, y es de suponer que Solnit también! Las sometieron a un tercer grado de catecismo feminista, sin que la vida apareciese por ningún sitio. Al final se volvió a cumplir lo que decía Pániker: "Todo entrevistado acaba reducido a los límites mentales de su entrevistador". 

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11.7.25

La abuela de Ipanema

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 6:30

Buenas noches. En mi última intervención de la temporada quiero ahorrarles mis rabietas de cascarrabias ultramontano contra todo lo que se mueve y proponerles un movimiento exaltante: el de la música brasileña. Esta es mi gran pasión vitalista. El filósofo Nietzsche decía que "sin música la vida sería un error" y yo digo que "sin música brasileña mi vida sería un error". Hay un aniversario adorable: resulta que la muchacha que inspiró la canción A garota de Ipanema, Helô Pinheiro, acaba de cumplir ochenta y dos años. Aunque la bossa nova triunfó en Brasil en 1959 con Chega de saudade, interpretada por João Gilberto, el bombazo internacional se produjo en 1964 con The girl from Ipanema, cantada en inglés por Astrud Gilberto, con su marido João Gilberto a la guitarra, Stan Getz al saxofón y Antonio Carlos Jobim al piano. Jobim y Vinicius de Moraes, de cuya muerte se acaba de cumplir también cuarenta y cinco años, solían sentarse en un bar del barrio de Ipanema, en Río de Janeiro, y veían bajar todos los días a la playa a la chica que les inspiraría la canción.

La canción tiene un tono celebratorio, pero también nostálgico: porque esa belleza que pasa nos resulta inalcanzable. Esta es la clave de su perduración. En una canción posterior, Carta ao Tom 74, Vinicius recuerda entrañablemente el tiempo en que "nuestra famosa garota ni sabía / hasta qué punto la ciudad turbaría". Luego lo sabría, porque tras el éxito Vinicius y Jobim desvelaron la identidad de la garota, que prácticamente ha vivido de eso toda su vida, así como su hija Ticiane Pinheiro, conocida como A filha da garota de Ipanema. Mas volvamos a Helô Pinheiro. Aquella chica es hoy la abuela de Ipanema, pero se mantiene espléndida y cuando ella pasa el mundo enterito se sigue hinchiendo de gracia y fica mais lindo por causa do amor.

10.7.25

Tour y Sanfermines

Durante esta semana exacta, hay una cada año, tenemos los Sanfermines por la mañana y el Tour por la tarde. Se nos articula así una sacralidad del día, como las horas marcadas de los monasterios: vísperas, maitines... El ciudadano va haciendo su vida (con el chaparrón inevitable, a poco que se descuide, de detritus político), pero en esos dos momentos puede pararse a meditar.

Es una meditación particular, porque no es tranquila, sino emocionante. Es una trepidación, pero con tantos destellos de enseñanzas que se impone su carácter pedagógico. De pedagogía vital, descarnada, arisca; en el filo del tiempo, de lo abismático de lo real, de lo agónico de la acción, de la muerte.

A los Sanfermines me reenganché hace dos o tres años, por el calvillo ese de las retransmisiones (o carequinha, dirían en Brasil), y a las ocho estoy ante la pantalla religiosamente. El corazón en un puño en los minutos que dura el encierro: puñales lanzados sobre la multitud que se apelotona, y que corre a su par, y que cae. Los toros portando esos puñales. De aquellas parrafadas de Dragó sobre qué significa todo eso, emerge una palabra: ¡genesiaco! Rozarse con la muerte para renacer. Algo que técnicamente podríamos hacer en cada instante, en realidad; pero un toro lanzado contra ti ayuda a la simbolización.

El resto de la fiesta me da igual, sobre todo ese chupinazo frecuentemente proetarra; pero el encierro sin caretas, recogido en sus breves minutos, es otra cosa. Justo por Dragó pensé de adolescente hacer una escapadita para rozarme con la afilada intensidad del cuerno, aunque nunca lo hice y ya no estoy para esos trotes. La intensidad solo puede ser ya vicaria, electrónica. Pero alguna chispa efectiva salta durante ese tiempo en suspensión: el peligro contemplado también produce adrenalina. El desayuno luego está más sabroso.

Y por la tarde el Tour, que empezó antes de los Sanfermines y terminará después. En los tiempos del navarro Indurain, la coincidencia del 7 de julio la resaltaban los ciclistas del Banesto con un pañuelo rojo. Me acabo de enterar de que evoca la decapitación de san Fermín en Amiens, por donde pasó el Tour hace dos días. ¡Todo encaja!

En el Tour de este 2025 se subirá Hautacam, donde fue vencido finalmente Indurain, concluyendo su era. Es la montaña que se agigantó aquel día. Y se subirá el Mont Ventoux, el monte petrarquista que vio morir a Tom Simpson. Y vuelve, si no recuerdo mal, una contrarreloj pura, toda cuesta arriba, en Peyragudes.

Escribo después de la contrarreloj en que Pogačar se ha hecho con el maillot amarillo y ya tiene a más de un minuto a Vingegaard. Poca incertidumbre competitiva parece que va a haber. Pero no importa. También la había con Indurain. En el ciclismo lo que cuenta es la estampa: la representación del auto sacramental. Los trances agónicos, el riesgo. El espectáculo de la pelea con el propio límite.

Algo de toro tienen, por cierto, las bicicletas. Las llaman cabras, pero son taurinas. Dragó diría que la conjunción con los ciclistas produce minotauros. El Tour puede verse como unos Sanfermines en que los touros (en portugués) fueran los propios corredores. Los ciclistas tienen además algo de toreros. Recuerdo que Lejarreta tras una caída parecía Manolete tras una cornada.

Así que por la mañana los Sanfermines y por la tarde el Tour. Escuelas sobrias de vida. Algo de agitación emocional, mental. Inyecciones nietzscheanas: inyecciones que nos pinchan los ciclistas, sin que tengamos que pasar un control antidoping después. Después, tras el Tour, lo que viene es la merienda. Que también sabe divino. 

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6.7.25

Tiempo de ventiladores

[Montanoscopia] 

1. Ya está en marcha el Tour, ya hay algo bello y noble garantizado a diario durante tres semanas. El de 2025 es además un Tour premium, como lo es (para mí) todo aquel en que se sube el Mont Ventoux. 

2. Mi vida, a estas alturas del verano, es lo que transcurre en el interior del colchón de vientos suscitados por mis ventiladores. Cuando tengo que salir a la calle, alejándome de ellos, ya no es vida. Tiene que ver con el ciclismo: las ruedas movidas por pedaladas absolutorias. Ruedas mandala, ruedas danza de Shiva: ventiladores éticos. 

3. Está también el ventilador del humorista Leo Bassi y su uso instructivo. Era un ventilador industrial, colocado en el escenario de cara al público. Bassi arrojaba a sus aspas estiércol, que se difundía entre las butacas. Otra buena metáfora del sanchismo: ¡núcleo irradiador! Los culpables son los otros, a quienes, como Ubú, enmierdro

4. Es mucho más limpio lo que hace Ábalos con las mujeres (un intercambio sexual por un precio establecido, sin más historias) que lo que hace Sánchez: eso de untárselas como tocino en pan para su autopromoción. El amontonamiento de mujeres al peso para que salga una foto "feminista" ahora que las encuestas indican una caída del voto femenino al PSOE. Y ellas, las mujeres del partido, acuden al llamado del gañán con sus mejores galas. 

5. Mis amigos Manuel Arias Maldonado y Jorge Bustos no han querido dejar de cobrarse la victoria sobre los que en su día propugnábamos el pacto de Ciudadanos con el PSOE. Aunque algunos, si bien es cierto que soñábamos con la posibilidad, lo que defendíamos ante todo era una posición de fuerza de Rivera que obligara (o desenmascarara si no) a Sánchez. En cualquier caso, hoy está claro que con lo de "la banda de Sánchez" Rivera se quedó corto. Y lo que es más importante: su negativa a aquel pacto nos ha ahorrado a los votantes de Ciudadanos ser cómplices, aun involuntarios e indirectos, de la corrupción del PSOE. 

6. Precisamente estos días he estado leyendo el libro de Arias Maldonado Forever Cinema (Confluencias): monumento cinéfilo. Junto con sus ensayos profesionales de teoría política (es catedrático en la materia) y sus columnas de actualidad en medios como The Objective, el autor viene cultivando una línea de artículos sobre cine (como los de Rancho Notorius), que son los que recopila, organizadamente, en Forever Cinema. El resultado es imponente, por la amplitud, la variedad de registros e intereses cinematográficos y el rigor apasionado con que los aborda. Resalto lo de apasionado, porque asistimos aquí a un buen ejemplo de lo que Eugenio Trías, otro cinéfilo, explicaba en su Tratado de la pasión: que la pasión, lejos de ser un obstáculo para el conocimiento como se suele repetir, es un motor para el mismo. Arias Maldonado ejercita la razón apasionada en sus escritos sobre cine. De pronto se me aparece no como un cowboy de medianoche, sino como el cowboy del mediodía: aquel mediodía del que Nietzsche destacaba la ausencia de sombra, pero que en el cinéfilo Arias Maldonado se perfila como la sombra luminosa del cine. 

7. Últimamente, al final de todas las películas extraordinarias que veo (por ejemplo, Le pont du Nord de Rivette o Las hermanas Munekata de Ozu) aparece: "Subtítulos: Bárbara Mingo". Se ha convertido en un sello de calidad. Filmin debería poner la etiqueta: Subtituladas por Bárbara Mingo. Es un lujazo, porque ella es la mejor escritora española viva. Y digo viva para no ofender a las muertas; entre las que incluyo a casi todos los escritores españoles vivos. 

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3.7.25

Vuelve Anaximandro

Vuelve Anaximandro, aunque en verdad siempre está ahí, con su ley rigiéndolo todo, inexorablemente. Lo que vuelve es nuestra percepción en los momentos espectaculares. En otra situación española no muy lejana, la del 1-O de 2017, recordé a este filósofo griego de los llamados presocráticos, siglo VI a.C.; en el bachillerato de antes todo el mundo lo conocía: "Donde tuvo su origen, allí es preciso que retorne en su caída, de acuerdo con las determinaciones del destino. Las cosas deben pagar unas a otras su castigo y pena según sentencia del tiempo".

Del tiempo o de la realidad. Lo que está pasando con el sanchismo, su descomposición acelerada, es más bello que la Victoria de Samotracia, que también era griega. La realidad acojona. Es de una belleza implacable, inapelable. No deja ningún cabo suelto. Sus leyes sí que son rigurosas, sin un Pumpido que te las acomode. Son leyes básicamente asesinas. La justicia se impone imperialmente. No de un modo barato, ni ramplón; no es el mecánico "el que la hace la paga", sino algo más apabullante: tiene que ver con el engranaje, con el equilibrio intrínseco, con lo que es. Disculpen que me ponga metafísico, pero aún no he comido.

En la política española se podría formular aproximadamente así: lo que está fuera de la Constitución es delito. Ahora lo es también el Tribunal Constitucional, que se ha puesto fuera desde dentro. No me estoy refiriendo a delito penal, sino a delito político. La Constitución instaura un ámbito plural de convivencia, una democracia moderna, un Estado de derecho homologado. Desde 1978, todo el que la ha cuestionado ha incurrido en aberración: la extrema derecha, la extrema izquierda, los nacionalismos (con sus variantes independentistas y proterroristas), los populismos... Lo que pretendo que se entienda es esto: no es que los mencionados sean aberrantes porque quieran, sino porque, si cuestionan el Estado de derecho, ¿qué otra cosa podrían ser? Fuera de la democracia solo está la aberración democrática.

Cuando el PSOE pactó con ellos se volvió aberrante. Fue por impaciencia por el poder, a la que le dieron una cobertura moral para poder digerirla: ¡la lucha contra la corrupción, ja! La corrupción la llevaban a cuestas, y como vemos estos días también en los cimientos. Litros de corrupción corrían por sus venas, como en una mala canción de Ramoncín. A esa luz el esperpento se acentúa: tanto discurso pontificante, tanta admonición, tanta "fachosfera"... El muro del que habló Sánchez no era más que la fortificación de la porquería que quedaba dentro, presidida por Sánchez. La ley terrible es que la corrupción política y la económicomoral iban juntas, eran siamesas. Ahora se van por el sumidero, y si el PSOE no se pasokiza, como ha ocurrido con sus equivalentes de otros países más saneados, es porque aquí el franquismo sociológico se ha agarrado a ese partido.

Hay una mala noticia para los españoles: Anaximandro no hará excepción con ellos. Habrán de pagar su castigo y pena por no haber expulsado con prontitud de la vida pública a un sujeto como Sánchez, ese Calígula electoral. Queda mucha ruina por delante, destrozos institucionales, embrutecimiento ambiente, aniquilación de la conversación pública. De esta se han encargado personalmente una recua de politólogos y periodistas que merecerían ser pasokizados también.

Tal vez, después de todo, la ley de Anaximandro sí que sea además barata y ramplona y descienda hasta el mecánico "el que la hace la paga". Así nosotros. Tendremos lo que nos merecemos. O mejor, como puntualizó Toscano separando la paja sanchista (en la culpa, desdichadamente no en la condena): "Tendremos lo que os merecéis".

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