17.10.13

Estadista a destiempo

Para mi gusto Aznar tiene una gran ventaja sobre los otros expresidentes del gobierno: es decididamente antipático. Lo cual me lo hace más simpático, en comparación. Sobre la antipatía en un político solo hay una cosa que yo aprecie más: la sosería. Aunque esto es algo que me vale ahora, cuando en la lista de expresidentes sosos está Calvo-Sotelo en solitario. Quizá cambie cuando se incorpore a ella Rajoy. (Estoy hablando en todo momento no de la vida, sino de la higiene democrática).

El antipático Aznar, cuánto nos reímos con él. En este caso, sin la habitual prevención, de él. Los dos mejores chistes se referían a su cara, como no podía ser menos. Alfonso Guerra soltó en un mitin (hay que regresar mentalmente al Aznar con bigote para visualizarlo): “Cuando está serio parece Hitler, y cuando se ríe parece Charlot”. Pero fue mejor aún lo de Fernán-Gómez en uno de aquellos programas de Hermida: “Desde un punto de vista actoral, pasa con él una cosa muy interesante: cuando está serio parece el malo de la película; pero cuando se ríe no parece el bueno, sino el tonto”. ¡Grandes risas con Aznar! Yo me reí como el que más; pero mantuve mis reservas. Me parecía sano reírse de Aznar; pero insano, como hicieron tantos, reírse solo de Aznar. (En el humor sectario hay siempre un reverso de seriedad –algo programático– que me incomoda).

Ahora disfrutamos de un Aznar estadista, que por desgracia no coincidió en el tiempo con el Aznar presidente: el estadismo le ha sobrevenido a posteriori. Por lo visto, es de esos seres que tienen el Estado en la cabeza. Y también en la lengua, incluida su peculiar variante del inglés. Si me atengo a sus palabras más recientes, las del lunes en San Sebastián, estoy bastante de acuerdo con el contenido (no tanto con las conceptualizaciones de catecismo ni los énfasis). Pero da igual. Como presidente no estuvo a la altura de su discurso de hoy; y como este es el único sobre el que le cabe operar ya, quizá haría bien en rebajarlo. Para no desautorizar al presidente del gobierno legalmente constituido (al que podemos criticar todos menos él). Y, sobre todo, para no dejarse a sí mismo en evidencia.

[Publicado en Zoom News]