11.8.15

El sueño del 'seny' produce monstruos

Decía Arcadi Espada el otro día que a Cataluña no había que mandar tanques, sino ambulancias. Ambulancias de psiquiátrico, naturalmente. El manicomio catalán, tituló Ramón de España un libro, utilizando una frase que ya circulaba... Y ambos son catalanes: no es Madrit aquí el que está llamando loca a esa región. Una región que presumía justo de lo contrario: de seny, es decir, de sensatez, de cordura.

No sé lo que ha pasado ni cómo ha pasado, no conozco las interioridades de Cataluña lo suficiente. Sé el resultado, porque es palpable: el delirio. Y que los responsables únicos son los nacionalistas. El recurso a la equidistancia –"la culpa es tanto de los nacionalistas como de Rajoy" (o de eso que llaman "el inmovilismo del PP"), algo en lo que incurre hasta uno que sí ha mantenido el seny, como Ignasi Guardans– es en el fondo una resistencia biempensante. Se intenta introducir una lógica ("los nacionalistas no hacen más que reaccionar contra algo o contra alguien, tan culpable como ellos") donde no la hay: unos (los nacionalistas) han perdido la cabeza y punto. Esto es terrible, claro. Pero es que lo que ha pasado (lo que está pasando) es terrible. Literalmente alucinante.

El seny se ha dormido y el campo lo han ocupado los monstruos. Que una región europea, próspera, homologable, lo más parecido a Francia que había en España, tenga una élite política bandolera, que amenaza con saltarse la Constitución democrática vigente y se arrejunta en una lista esperpéntica como la de Junts pel Sí, es algo con lo que no se puede transigir en términos racionales. Sea cual sea el momento en que se cale el melón catalanista, siempre salen bichos. Esta semana ha sido Enric Vila diciendo: "Tendríamos que convertir Cataluña en un Vietnam para los españoles". O el segundo de Ada Colau, el argentino Pisarello (que se dice no nacionalista, pero que tiene los tics del nacionalismo), declarando que el bombardeo de Barcelona durante la Guerra Civil fue como el de Hiroshima (y manteniendo implícitamente que la bombardeó Madrit, como si la capital no hubiese sido bombardeada por los fascistas también). Otro bicho de estos días es el ridículo (¡y tercermundista!) SuperCat. El amigo Hughes ha dado quizá con la clave en su columna de Abc: el método paranoico-jurídico, por el que Artur Mas ha logrado desbancar a Boadella como discípulo de Dalí.

El nacionalismo, que en un momento dado podía tomarse como instrumento del seny, en la medida en que permitía negociar, comerciar, sacar tajada, se ha destapado en toda su obscenidad oscurantista. Yo me lo paso bien en las peleas (verbales) en nombre de la Ilustración, y cuando me salta un sparring nacionalista no dejo de disfrutar con el pugilato. Pero la sensación es la de estar enfangados con enfermos. Están metidos en una campana autocomplaciente, sin dispositivos críticos, con la que resulta imposible toda comunicación, ni siquiera dialéctica. En realidad, como apunté una vez, han creado ellos solos una situación de lo más embarazosa. ¿Y qué se puede hacer ya? ¿Pasar también un poco por locos para que no parezca que ellos son los únicos locos?

[Publicado en Zoom News]