Tenía pendiente la biografía de Jõao Gilberto que ha publicado Libros del Kultrum: Amoroso, de Zuza Homem de Mello (Carlos Galilea le dedicó un programa en Radio 3, con fragmentos y canciones). Me ha impulsado la invitación que me hizo J. F. León de participar la noche del domingo en su Rock'n'Roll Animal para hablar de bossa nova (¡bossa para rockeros: así de rockero es J. F.!). Además de ilustrarlo con numerosas audiciones, he querido hacer bien los deberes releyendo Bossa Nova, de Ruy Castro, que traduje en 2008 para Turner y que se reeditó el año pasado. Ahora que estamos en la Feria del Libro recomiendo los dos; pero ojo: Amoroso solo para muy aficionados y Bossa Nova (¡encendidamente!) para todos. Doy mis razones.
Aunque Amoroso se subtitula Una biografía de João Gilberto, no es propiamente una biografía. No se procede a contar su vida ordenadamente, sino que se hace solo en parte y en tiradas más o menos caprichosas. El autor hace dos cosas muy bien: evocaciones personales del artista brasileño, enriquecidas con evocaciones de otros, y análisis musicales de alto nivel de su estilo y sus canciones. Por esto el libro merece la pena. Y por la muchísima información que contiene, incluso en los capítulos flojos. Zuza Homem de Mello murió en 2020, un año después que João Gilberto y antes de terminar el libro, al que le falta claramente no tanto más trabajo del autor como un editor. La viuda lo presenta como la obra de su vida, pero no lo es. Es, eso sí, una obra amorosa como el título (tomado del sofisticado disco de João Gilberto de 1977): transmite admiración por el artista y retrata su personalidad genial, sin ocultar sus sombras. En el lado de la admiración, insisto, hay reflexiones musicológicas de gran calado.
Bossa Nova, en cambio, sí incluye una biografía solvente de João Gilberto, entre sus muchos hilos. Aunque solo llega a 1990, que es cuando se publicó en Brasil (con alguna actualización en la edición de 2001). El libro me apasionó cuando lo leí por primera vez en portugués y me encantó estar ocupado con él durante meses. Pero no lo había leído desde entonces y me he encontrado con que es todavía mejor de lo que recordaba. No solo por la historia y las historias de la bossa nova que cuenta magníficamente, sino por la escritura de Ruy Castro: llena de vida y vibración, de bossa; con un ingenio elegantísimo y una inteligencia mordaz. Prácticamente no hay ningún párrafo sin su delicia. Por eso se lo recomendaría a cualquier lector: incluso si no le gusta la música brasileña; incluso si no le gusta ni siquiera la música. Basta con que sea un lector.
En su día dije que la bossa nova es la historia de una felicidad, porque es la historia de unos chavales que admiraban a Frank Sinatra en el Río de 1949 y que ven cómo menos de veinte años después, en su disco con Antonio Carlos Jobim de 1967, Sinatra graba la música que ellos promovieron. Para abrir boca he hecho una antología de treinta canciones.
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En The Objective.