1. Los del patriotismo constitucional hemos sido expatriados. (No deja de ser un sueño cioranesco mío de juventud: el estatuto de apátrida.)
2. Defender España, dicen. Y yo respondo: ¿defender este corral? La gran lección histórica de estos días (también la recibieron los españoles en la guerra civil) es que nuestra desastrosa historia no se ha debido a la mala suerte, sino al más puro merecimiento. España es una máquina de tortura fabricada por los españoles, para los españoles. Los pocos periodos apacibles se debieron al sufrimiento directamente experimentado. Un sufrimiento sin herencia: en cuanto va apagándose en la carne de las siguientes generaciones, vuelta a las andadas. Hasta que una generación posterior de perros apaleados refunden otra democracia presentable. Una que habrá de parecerse a esta que los impresentables están volviendo impresentable.
3. En la gran combinatoria política tenía que darse tarde o temprano el Trump o Bolsonaro alto, guapo, seductor, feminista (aunque de redomados ademanes machos) y –a diferencia de la de Trump y Bolsonaro– con la retórica ideológica adecuada: o sea, un Trump o Bolsonaro contra el que la sociedad no tenga defensas y al que apoye el periódico más prestigioso del país. España ha tenido la desgracia de que le toque a ella.
4. Un ejemplo de mi soledad absoluta, de mi aislamiento total, ¡de mi dislocación sin arreglo! Caetano Veloso cantó en su reciente concierto en Madrid su memorable Não vou deixar, escrita contra Bolsonaro cuando este aún estaba en el poder. Dice al principio: "Não vou deixar você esculachar com a nossa história". 'Esculachar', que es lo que le hace Bolsonaro, según Veloso, a la historia brasileña, es un verbo expresivo y difícil. Yo juntaría estas traducciones (más o menos libres): 'manosear', 'tomarse a pitorreo', 'cagarse en' o 'cargarse' (nuestra historia). De perfecta aplicación a Sánchez. Pero allí estaba Veloso, con sus sanchistas amigos españoles celebrando en mono la canción. Solo yo la escuchaba en estéreo.
5. El Gobierno prioriza el catalán en Europa y se enfadan los nacionalistas vascos y gallegos. La investidura, como el fútbol, es una manta corta: si te tapas la cabeza, te destapas los pies.
6. Los que saben catalán señalaron el pobrísimo que habló Rufián en el Congreso pinganillado. Se terminaron sus shows. Gabriel Rufián es la Norma Desmond de la política española: el cine sonoro ha acabado con él.
7. Precisamente me acordé de El crepúsculo de los dioses cuando aprendí esta palabra fastuosa: ¡planchabragas! Erich von Stroheim, que hace de mayordomo (enamorado) de Norma Desmond, le propuso al director Billy Wilder una escena en que aparecía lavándole la ropa interior a su señora. A Wilder le entusiasmó... aunque decidió frenarse esta vez y descartó la escena.
8. "¿Qué es un intelectual?" es la pregunta que David Jiménez Torres intenta responder en La palabra ambigua, que es una indagación ante todo en las respuestas que se han dado desde finales del siglo XIX. En 2023, con el equipo de sincronizada (¡inagotable hallazgo de José Ignacio Wert!) emitiendo sus elaboradas argumentaciones en favor de la amnistía que Sánchez necesita darles a los independentistas catalanes para sacar su investidura, se ve muy bien lo que es un intelectual: el criado argumental del poderoso. Lo que fue la filosofía para los teólogos medievales.
9. El PSOE tiene razón al expulsar a Redondo Terreros o linchar a González y Guerra por no ser fieles a las siglas. A las siglas PSOE: esa marca vacía, sin producto; o con el único producto del poder.
10. Surge la plataforma Tercera España. Demasiado tarde para mí: yo voy ya por la Cuarta o la Quinta...
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En The Objective.