Se les despenalizó la malversación con fines políticos para que puedan malversar cómodamente. También se despenalizó el delito de sedición, para que puedan ser sediciosos sin despeinarse. A los golpistas posmodernos se les va a amnistiar, para que los siguientes golpes posmodernos puedan darlos sin levantarse siquiera de la cama (ni tener que huir en incómodos maleteros). El código penal es tan detallista con los delincuentes, que funciona como un sofá adaptado a sus cuerpos. Por eso ahora, para facilitar aún más la comodidad de los potenciales, se propone despenalizar las injurias a la Corona y el enaltecimiento del terrorismo. Todas estas despenalizaciones son como retratos robots preventivos de sus (presuntos) beneficiarios: casi dictan sus conductas, pasadas y futuras.
Pero me parece que se quedan cortas. Nuestros delincuentes vocacionales con coartada política son como la delicada princesa del cuento a la que el bultito de un guisante debajo de siete colchones le impide dormir. El Gobierno debe mimarlos aún más, por eso propongo otras cuantas cosas que despenalizar y penalizar (imprescindible esto último, porque ellos no solo se sienten incómodos si son castigados, sino también si a su vez no castigan). Así pues, hay que:
Despenalizar el uso discrecional del dinero público no ya con fines políticos, sino con cualquier fin, siempre y cuando los ejecutores y/o beneficiarios sean socios del Gobierno.
Penalizar toda acción de los jueces contra políticos y partidos políticos socios del Gobierno.
Despenalizar el acoso a los niños y las familias no independentistas.
Penalizar la lucha por la igualdad en regiones españolas gobernadas por nacionalistas.
Despenalizar los ataques a tenderetes antiindependentistas.
Penalizar los tenderetes antiindependentistas.
Despenalizar los (¡delictivos!) artículos de Xavier Vidal-Folch, Enric Juliana, Pedro Vallín, Antonio Maestre, Jordi Évole, Íñigo Sáenz de Ugarte, Idafe Sentínez, Billy Andares, Máriam Martínez-Bascuñán, Pilar Rahola, Josep Ramoneda, Cristina Fallarás, Jordi Amat, Jordi Gracia, Rosa María Artal, Javier Pérez Royo, Esther Palomera, Elvira Lindo, Elisa Beni, Azahara Palomeque o Antón Losada.
Penalizar los artículos de Ignacio Vidal-Folch, Fernando Savater, Félix de Azúa, Félix Ovejero, Arcadi Espada, Rosa Belmonte, Emilia Landaluce, Cristina Casabón, Rebeca Argudo, Guadalupe Sánchez, Rafa Latorre, Jorge Bustos, David Jiménez Torres, Antonio Caño, Maite Rico, Francesc de Carreras, Andreu Jaume, David Mejía, Ricardo Dudda, Daniel Gascón o José Antonio Montano.
Despenalizar las ofensas al Rey.
Penalizar las ofensas a Sánchez.
Despenalizar, en suma, todas las penas del código penal que cometan los socios del Gobierno.
Penalizar, en suma, a todos los no socios del Gobierno que cometan las penas del código penal, incluidas las despenalizadas para los socios del Gobierno.
Y, por supuesto (es el fleco que queda), despenalizar los tiros en la nuca. (No disponer de esa posibilidad, siquiera mentalmente, es para Bildu y Cía tener un guisante debajo de siete colchones.)
Gracias a estas medidas, tal vez quieran quedarse en España los que se quieren ir. A costa de que nos queramos ir todos los demás.
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En The Objective.