1. Contaba Elios Mendieta en Málaga esta semana, en la presentación de su libro Memoria y Guerra Civil en la obra de Jorge Semprún, que este autor, cuando aún no había abjurado de su fe comunista, era uno de los beneficiarios de las vacaciones en Crimea con que la Unión Soviética premiaba a sus adeptos. Es también célebre el dispendioso anfitrionaje del rumano Ceaucescu a dirigentes comunistas extranjeros para que disfrutaran de los placeres de su dictadura. Los dirigentes comunistas, entre ellos nuestro Carrillo, salían encantados. Salvando las distancias (que, todo sea dicho, se van estrechando), Pedro Sánchez se lo hizo pasar tan bien a Ursula von der Leyen en su visita de octubre a España que el balance de la presidenta de la Comisión Europea sobre la presidencia española de turno de la Unión Europea, ejercida por Sánchez, es lo feliz que fue en las Colecciones Reales, en la Alhambra y comiendo jamón abanicada por las plumas de pavo real de nuestro presidente. "Me quita el aliento", concluyó en una frase fácilmente descontextualizable.
2. Por su parte, su adorado Sánchez le mentaba el III Reich a otro alemán, Manfred Weber, en un alarde de patanismo como los que acostumbra en España. Ver a Sánchez intentando convertir el Parlamento Europeo en un parlamento basura como ya ha logrado hacer con el español, me ha recordado aquella película con la que soñó Billy Wilder pero que finalmente no pudo llevar a cabo. Aunque en realidad da igual, porque con su título bastaba: Los hermanos Marx en la ONU. Una equivalente podría ser Sánchez por el mundo. Nuestro héroe, después de haberlo demostrado todo en España, decide salir al extranjero para demostrarlo también.
3. No se dice lo suficiente, aunque algunos sí lo han dicho: el gran plagio del plagiador Sánchez es el de la política de Pablo Iglesias. Este le indicó cómo llegar al poder y cómo mantenerlo: ejerciendo despiadadamente, sin complejos, hasta el final, la dialéctica amigo/enemigo. Y si entre los tuyos, entre tus amigos, está lo peor del Parlamento, mejor que mejor. A Iglesias le sobraban bisoñez e infulillas de profesor universitario, que se traiciona por querer explicarlo todo. Y no le acompañaba el físico. Todo esto lo acoge y supera Pedro Sánchez, el Pablo Iglesias perfecto.
4. Lo último del PSOE (o lo penúltimo: con el PSOE ya siempre es lo penúltimo) es haberle entregado la alcaldía de Pamplona a los proetarras. Hay que reformular el viejo dicho de Arzalluz para que quede así: Bildu golpeó el árbol (del PSOE) y Bildu (gracias al PSOE) recoge las nueces.
5. Y mientras tanto Vox con sus voxadas brindándole todo tipo de coartadas a Sánchez. Vox, hay que repetirlo una vez más, es la piedra angular del sanchismo: si ella, el edificio sanchista se desmoronaría. Es cierto que al PSOE nunca le ha temblado el pulso a la hora de acusar de fachas a los demás. A UPyD, Ciudadanos y por supuesto al PP se lo llamaba. Pero una cosa es decirlo en falso (algo que el electorado captaba) y otra decirlo de verdad. Vox le proporciona al PSOE el gustazo de decirlo por fin de verdad. Aunque el PSOE sigue metiendo en la batidora a los otros, mezclando verdad con mentira y en consecuencia falseando siempre.
6. Tampoco se han enterado los voxistas de que la batalla es puramente formal: por las formalidades democráticas. Pero ellos se ponen a verter contenidos espurios (¡religión, nacionalismo, guerra cultural!), echándolo a perder todo. Son como aquellos anarquistas que aprovechaban la Guerra Civil para hacer la revolución. Después solo podía venir la derrota.
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En The Objective.