Cuanto más complejos son los tiempos, más prolifera la gente cargada de razón. Parece una paradoja, pero es lo más lógico: la complejidad es difícil de sobrellevar. La paradoja está en otra parte: en el peso. La gente cargada de razón, aunque está cargada (de razón), se muestra más ágil, más presta a actuar. Los que tienen la razón disipada, sin embargo, tienden a quedarse paralizados, como entorpecidos por la pesadumbre. Con esto vuelvo al principio: estar cargado de razón en el fondo es un alivio. Lo que pesa, realmente, es la conciencia de la complejidad.
Rafael Latorre manifestaba ayer, aquí en Zoom News, un estupor que comparto por quienes, cargados de razón, pretenden tomarse la justicia por su mano. Haciendo abstracción de las protestas concretas (y haciendo abstracción de columnistas como Almudena Grandes o Isaac Rosa que lo que hacen con sus columnas es defender su modelo de negocio: viven del amago coctelero), lo que llama la atención es el aliento antidemocrático. Plantear el problema, quejarse, protestar, intentar que mejoren las leyes son, naturalmente, ejercicios democráticos. Democráticos no solo porque la democracia los permite, sino porque son los que constituyen la democracia.
Lo antidemocrático es el movimiento posterior: el de considerar que, una vez emitida la protesta, ya no hay más que hablar. La pretensión –que podríamos ejemplificar en la proclama de Ada Colau ante los diputados– de que se tiene la última palabra, de que se ha llegado a una postura ya incuestionable, inatacable; una postura frente a la que ya no se puede ejercer una protesta democrática. La pretensión de ser la última instancia que juzga el problema, la que emite el veredicto definitivo, sobre el cual no cabe ya recurso.
La cuestión es que la razón de los que están cargados de razón no es siempre la misma. Hay colisión y enfrentamiento entre las razones de los cargados. Y para que puedan convivir unos con otros hará falta arbitrar un sistema que (¡oh!) se tendrá que parecer bastante a esta democracia representativa que les sabe a tan poco a nuestros cargados de razón.
[Publicado en Zoom News]