15.8.13

El corazón de agosto

Me había reservado esta fecha, en pleno corazón de agosto, para hablar de agosto (y de Agosto), y no voy a permitir que la actualidad me desvíe. ¡La actualidad, que ya no para ni en agosto! No sé si habrá calentamiento global, lo que sí que hay es calentamiento informativo. Los periódicos de papel adelgazan, y será por inercia, o porque los periodistas se han ido de vacaciones: pero el mundo sigue rugiendo. Matanzas en Egipto. Visitas al juez de Cascos, Arenas y Cospedal (que parece nombre de trío de Eurovisión). La recesión que remite... Cuando me quedé de columnista este mes soñaba con serpientes de verano que no se presentan. Pero hablaré de agosto (y de Agosto).

Agosto es una novela que ha publicado mi amiga Txani Rodríguez, que es vasca de Llodio (Álava), pero hace mucha vida en Bilbao y agosto lo pasa en un pueblecito de la serranía de Ronda. Es una hija de emigrantes andaluces en la que no hay conflicto, sino enriquecimiento por los dos flancos. Escribe habitualmente en castellano y lee, entre muchas más cosas, todo lo que se publica en euskera. En una entrevista, en fin, se autodefine como “euskaldún y flamenca”. En su novela aparecen estos elementos; no de un modo autobiográfico, sino en la ambientación y en la trama. Aunque la autobiografía se cuela también, inevitablemente: en los matices, en las observaciones, en la sensibilidad; en la escritura entre analítica y emocionada.

Yo recomiendo Agosto para los doce meses, y por muchas más de las cosas que contiene, pero quiero recordar aquí la que tiene que ver con agosto. Eric Rohmer solía decir que le gustaba situar sus películas especialmente en las vacaciones, porque los personajes son más ellos mismos, están más abandonados a sí mismos (supongo que también en lo malo). Este es el mes en que las noticias, por muy abundantes y estridentes que sean, pasan como por detrás. (Quizá, después de todo, tiene razón el adelgazamiento de los periódicos). El agosto de Txani Rodríguez va unido al sur: es el agosto de una mujer del norte en el sur, que incluso de adulta encuentra allí las vacaciones y la infancia. Para ella, agosto en el norte no es lo mismo; ni el sur en invierno.

Lo cierto es que yo, que soy del sur, veo mejor el sur gracias a la mirada de Txani Rodríguez; como me pasó en su día con la película El Sur, de Víctor Erice. Pero le dejo la palabra a ella. Uno de los personajes de Agosto, Manuela, se despierta de la siesta y se concentra en el sonido del ventilador: “El verano era eso: el murmullo incansable de las aspas. También el olor a gazpacho y sandía al abrir la nevera, el tacto frío de las baldosas al ir al cuarto de baño de madrugada, los susurros de una joven pareja junto a la ventana, las dos puertas abiertas de par en par cuando planchaba a la fresca, la vieja mecedora, el recuerdo casi palpable de los muertos, una vieja maleta en una absurda hornacina que recordaba a un sarcófago egipcio, la luz reventando en los umbrales, la noche perfumada y coqueta, el estrépito veloz de la música de los coches, el camión que traía el pescado, los helados de corte, la visión de la escuela, el santuario de la infancia, la tumba de los padres y de la hermana, el dolor y la alegría intercambiando sus alientos: eso era el mes de agosto”.

Mientras transcribía lo anterior he pensado que parecía un teletipo: el teletipo de las noticias que nos importan en agosto.

[Publicado en Zoom News]