Hay una manera trágica, perturbadoramente luminosa, de conocer a una persona: y es hacerlo justo después de que se haya muerto. Conocerla por el vacío que ha dejado en quienes sí la conocieron. Esa expansión de su existencia, cuando ya no está, mediante el rebote en quienes la recuerdan y se esfuerzan por sacar lo que de ella albergaban. Se produce así una suerte de reanimación, pero de reanimación triste: porque el fallecido recobra una vida que no puede ser ya para sí, sino que es para los demás.
Esta semana ha pasado eso con una de las víctimas del accidente del tren de Santiago. Yo no la conocía, pero sí bastantes de mis contactos de Twitter. Cuando conocieron la noticia, y yo con ellos, me acordé de estos versos de Pere Gimferrer, pertenecientes a La muerte en Beverly Hills: “Yo, que fundé todos mis deseos / bajo especies de eternidad, / veo alargarse al sol mi sombra en julio / sobre el paseo de cristal y plata / mientras en una bocanada ardiente / la muerte ocupa un puesto bajo los parasoles”. Desde entonces ha sido emocionante asistir al esfuerzo de los amigos de Juanan, de @van_Palomaain, por retenerle. Menciono (y enlazo) a Hughes, Gistau, Jabois, Bustos, Ampudia, Hechizada y –aquí mismo en Zoom News– Matamoros.
Pero en la vida, y particularmente en la vida española, las emociones altas no van sueltas. En medio de las elevaciones, siempre hay escupitajos que rebajan. Tampoco se ha librado de los mismos la desgracia del descarrilamiento. De entre todos ellos, destaca la viñeta-basura que publicó El Punt Avui, una de las hojas parroquiales (e inquisitoriales) del nacionalismo catalán. La mala baba no oculta en ellos el esfuerzo que tienen que hacer para desafectarse. Una cabronada así no surge espontáneamente, sino después de una prolongada aplicación en el autoembrutecimiento. El nacionalismo, que en otras ocasiones históricas quizá tuvo su razón, hoy no es más que una pugna por escapar de la naturalidad, y de paso de la humanidad: con los resultados asquerosos que vamos viendo. Al contrario que los amigos de Juanan, trabaja para la muerte.
[Publicado en Zoom News]