29.8.13

Capricho andaluz

Cuando Griñán se despedía anteayer de la presidencia de la Junta de Andalucía, con porte filosófico y canosa barba, me acordé de otro personaje que juntó filosofía, poder y barba: el emperador Marco Aurelio. Es una evocación improcedente por mi parte, pero así funciono. Entre sus Meditaciones (las de Marco Aurelio) hay una que quiero colar aquí, porque es buenísima y porque deja un mensaje perfecto –entre vitalista y melancólico– para el síndrome posvacacional: “Aunque los años de tu vida fueran tres mil o diez veces tres mil, recuerda que nadie pierde otra vida que la que vive, ni vive otra que la que pierde. El término más largo y el más breve son, pues, iguales”.

Pero no es por la sabiduría de Marco Aurelio por lo que me acordé de Griñán, cuyas meditaciones, aunque de tono acogedor, tenían un vuelo más bien gallináceo. Me acordé por lo que dijo de Marco Aurelio el poeta Ausonio: “En solo una cosa perjudicó a Roma: en haber engendrado”. Se lamentaba así del nefasto sucesor del prudente gobernante, su hijo Cómodo, cuya calaña pudimos apreciar en la película Gladiator. (Quizá la decadencia de Roma sea esto: que ya solo la entendamos por el cine). Puede que Griñán haya perjudicado a Andalucía en más de una cosa, pero no parece que ninguna vaya a tener un calado más perjudicial que la sucesora que nos deja: esa mujer a la que Teodoro León Gross llama “la Eredera” y yo “la Bella Deaso”, y que no parece saber de nada, salvo de maniobrar en el partido y entorpecer sus frases con el cansino sonsonete del -os/-as.

Antes de empezar, el gobierno andaluz de Susana Díaz ya tiene nombre: “el Susanato”. Llevamos todo el verano viéndolo venir, y llegaremos al primer día molidos. No soy fatalista, y bien pudiera producirse el milagro de que Díaz resultara una buena presidenta. Pero sería eso: un milagro. Los pronósticos no apuntan en esa dirección, sino exactamente en la contraria. Sé también que soy descortés por no concederle los cien días de rigor, ni siquiera los días previos a los cien días. Pero es que no son cien días sino treinta años, más un zapaterismo. El PSOE sigue adentrándose en la peor de las sendas posibles; la misma que le ha conducido a su desastre actual: políticos sin formación y retórica hueca, falsamente progresista; concepción del partido como salida laboral para mediocres. Me recuerda al viaje sin retorno de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, que fue en el que se inspiró Coppola para Apocalypse Now. Apocalipsis ahora, en la rentrée. Y al final, ya saben: “el horror... el horror”.

[Publicado en Zoom News]