Creíamos que la Transición, como su nombre indica, era ir de un estado a otro. En tiempos de estabilidad pensábamos que ya habíamos llegado, y dudábamos si seguir usando la palabra. Nos sonaba raro hacerlo, pero la seguíamos usando. Esta insistencia ha demostrado que nuestro instinto sabía más que nosotros. Transición es esto en lo que andamos todavía, y camino de algo peor. No peor que lo que teníamos antes, pero sí peor que lo que hemos estado teniendo. Al cabo, echaremos de menos este transcurrir, con su provisionalidad y sus libertades. No estaremos mejor en ningún sitio que en este de paso.
La Transición fue fruto de un hacer, pero subsidiariamente. Lo principal no lo hizo nadie, sino la naturaleza: el “hecho biológico” de la muerte de Franco. Al leerle a Santiago González la expresión “hecho quirúrgico”, aplicada a la operación de don Juan Carlos, me he dado cuenta de que alienta en nosotros una especie de épica de las camas. No las del amor, sino las de la enfermedad y la muerte. Una épica en la que nosotros no estamos. Débiles como sujetos históricos, confiamos en aprovechar los empujones de fuera.
Solo así se explica un artículo tan chocante como el publicado por Isaac Rosa antes de la intervención, “¿Y si el rey muere en el quirófano?”. Nuestros apóstoles de la ruptura, que quisieron romper aunque después de Franco, parecen fantasear con lograrlo esta vez, con la nueva generación: en cuanto la Parca les dé un segundo pistoletazo de salida. Puede ser comodidad, o cobardía; pero también hay un esfuerzo analógico por equiparar a los dos jefes de estado, como siempre quisieron. Por otra parte, se me ocurre que el empeño de otros en favor de la abdicación del rey proviene también de aquella impotencia: para evitar que este se nos muera en la cama. Quitarlo por lo menos un momentito antes.
No es normal que un país no sepa lo que quiere, y que esboce sus chapuzas dependiendo de la frágil biología humana. Es cierto que tanto una dictadura como una monarquía, aunque sea democrática, ensartan el sistema en el cuerpo de un hombre. Pero habría que tener energía para albergar una idea más clara y más sólida. Quienes aprovechan el quirófano para debatir sobre el “modelo de estado” no son estadistas, sino cuervos. Jaime Gil de Biedma hablaba de “España entre dos guerras civiles”. No habrá tal. Pero estos pájaros de mal agüero nos hacen sospechar que la Transición va a ser lo que tuvimos entre dos “hechos biológicos”.
[Publicado en Zoom News]