El debate del estado de la nación acabó como las juergas antiguas: al día siguiente y con guitarra. Ésta sonando en la cabeza de los espectadores, y quizá también en la de los políticos. Al fin y al cabo, desde por la mañana el estado era ya el de la nación que ha perdido a uno de sus grandes hombres, dicho sin exagerar por una vez. Hoy en la prensa quedará poco del debate y habrá mucho de Paco de Lucía. (En la prensa internacional lo mismo, aunque solo de lo segundo).
De pronto hubo una sensación de achicamiento del Congreso, y una relativización de lo sucedido estos dos días. El teatro de la política, no necesariamente en el sentido malo. ¿Qué se puede hacer si no? Pero fuera lo que excede a la política, aquello que marcha sin que la política logre hacer nada por impedirlo. Un hombre que se ha pasado la vida tocando y creciendo. Entregado a su arte, y no opinando de todo. Al contrario que los políticos y que nosotros, los columnistas; aunque opinar intenta ser nuestro arte (bajuno).
Y mañana toca Día de Andalucía. Una muerte emparedada. Nos acechan toneladas de grasa retórica sobre aquel que no se permitió ni un gramo en sus palabras ni en su música. Por otra parte está bien, y es inevitable que sea así. ¿Qué se va a hacer si no? Discursos, pompas, embalsamamiento. Subirse encima del fallecido ilustre por ver si así se asoma un poco...
Pero detrás de estos arañazos hay una inmensa espalda de silencio, como una playa de Cancún. Para tocar y jugar, que en inglés se juntan en play (que es casi playa). Para jugar y morir. Y en ese silencio, solo en él, para el que consiga meterse, seguirá sonando una guitarra.
[Publicado en Zoom News]