La catástrofe futbolística de Brasil, para mí que soy brasileñista, me ha sacado de la dulzura de estas últimas semanas, de las formulaciones que me venía haciendo acerca de la elevación sobre la realidad. Elevación o distancia. Pero para el lector, que no será tan brasileñista, seguirán valiendo. Para él las escribo; y por ver si logro aprender (en esta hondonada) de mis propias lecciones.
La eliminación de la selección española en este Mundial fue una decepción grande, pero duró un día. Luego seguimos viendo partidos (los partidos de los otros) y sin darnos cuenta se fue segregando una felicidad nueva: más suave, más amable, menos intensa, menos apasionada, más limpia, más libre. La menor implicación nos dejó una tranquilidad y una objetividad de sabios. Éramos capaces de disfrutar de la realidad –la realidad de los partidos– sin revolcarnos como cerdos. Yo soy poco futbolero, pero lo observé un poco en mí y mucho en mis amigos que sí son futboleros. En vez de calentones, había un disfrute de sibaritas. Agrado sin penas.
Poco antes del Mundial oí una frase por la calle: “Te lo tienes que tomar con filosofía”. Se lo decía un hombre a otro, y ninguno parecía tener estudios. Me quedé pensando en qué se quiere decir coloquialmente con esa expresión. Tomarse algo con sabiduría. O mejor: tomárselo con distancia. Filosofía (y sabiduría) en este contexto es distancia. Es decir: abrir un espacio entre uno y lo que percibe o vive; un espacio entre uno y el mundo o la vida. Se podría decir también que enfriarse: aunque con un fresco gustoso.
Uno de los heterónimos (o personajes que escriben poemas) de Fernando Pessoa es Ricardo Reis. Y este tiene un verso que utilizó Saramago como cita inicial de su novela El año de la muerte de Ricardo Reis: “Sabio el que se contenta con el espectáculo del mundo”. Reis lleva a un extremo enfermizo su pasividad, pero eso no le resta verdad a su verso. En España hemos sido sabios estas semanas por contentarnos con el espectáculo del Mundial. Aunque para ello hizo falta una operación previa de enfriamiento: que nos eliminasen.
Con respecto a nuestra política calenturienta, ¿no deberíamos contemplarla, quizá, como si ya nos hubiesen eliminado? El problema es que en este campo las eliminaciones son más sangrantes, más del estilo de la de Brasil.
[Publicado en Zoom News]