13.1.23

Este país desesperante

[La Brújula (Zona de confort), 1:24:43]

Hola, querido Rafa Latorre. Al populismo, esa corrosiva corriente antidemocrática, solo se le opone una cosa: el Estado de derecho. Exclusivamente el Estado de derecho, del que el populismo es enemigo. Cualquier otra solución es una falsa solución. No solo falsa: suele ser además una solución populista, que se disfraza de antipopulismo pero únicamente para ejercer de un modo más efectivo el populismo. Esta endiablada estratagema, muy difícil de combatir, es la que sufrimos en España. Lo hemos visto una vez más a propósito del asalto de los partidiarios de Bolsonaro a las instituciones democráticas de Brasilia, una semana después de la toma de posesión del nuevo presidente Lula. Como los trumpistas, los bolsonaristas no reconocen la legitimidad de las urnas y apelan a una razón popular (populista) superior. Por ella se sienten legitimados para ejercer su fuerza contra la ley. Pues bien, en España existe esa misma mentalidad en diversos partidos políticos. Casi todos apoyan al Gobierno. Uno incluso forma parte de él: con tanta intensidad que ha contagiado a la otra parte, incluida su cúspide, el presidente Sánchez, cuyo discurso populista es ya palmario. Un detalle, a la vez síntoma y confesión, fue el énfasis que ponía, al condenar el intento de golpe en Brasil, en el carácter ultraderechista del mismo, por ver si así podía adjudicárselo a la oposición. Pero eludía lo sustancial, que es su carácter populista. Ciertamente reaccionario, pero que suscriben también los llamados populismos de izquierdas cuando les toca. Sin ir más lejos, aquí se habla demasiado últimamente de razones populares (populistas) que están por encima de la Constitución y del Estado de derecho. En fin, estoy siempre dando lecciones elementales y haciendo, como yo digo, el discurso de la Corona, en defensa de las formalidades democráticas. Pero es que este país es desesperante.