[La Brújula (Zona de confort), 1:24:19]
Hola, querido Rafa Latorre. La Real Academia Española, a la que le perdí el respeto cuando le quitó la tilde a 'sólo', ha restituido esa tilde. Lamentablemente, no ha logrado restituir mi respeto. Además, su restitución de la tilde es sólo para los casos de ambigüedad; lo que no ataja la ambigüedad, sino que sigue fomentándola. Esa tilde que nos permitía distinguir en todos los casos cuándo el 'sólo' era adverbio y no adjetivo constituía uno de los instrumentos de alta precisión de la lengua escrita. La Real Academia, al mermar ese instrumento, perjudicó la precisión. Ocurrió entonces lo peor que puede ocurrir, que es la división del uso; que no quedara claro, ya que dependía de cada autor. Unos se empecinaron en seguir colocando la tilde en 'sólo', mientras que otros, aunque contrariados, optamos por quitar la tilde. El daño ya estaba hecho. Por eso no han dejado de parecerme risibles los ufanos solotildistas, con su resistencialismo decorativo: daba igual que ellos siguieran poniendo la tilde, puesto que lo nefasto era la desactivación del instrumento. Si bien es cierto, esto sí se lo reconozco a los solotildistas, que ellos no tendrán que restituir la tilde en sus escritos de estos últimos trece años. Los demás sí: tendremos que hacer de paleógrafos de nosotros mismos. Igual que tuvimos que hacerlo con nuestros escritos anteriores, cuyas tildes nos delataban como antiguos. Los que nos dedicamos a escribir tuvimos esa experiencia melancólica de ver cómo la escritura de nuestros primeros textos ya no se ajustaba. Ahora vuelve a ajustarse, pero a costa de desajustar la de estos trece años sin tilde. En fin, me hace gracia que el primer texto en que he vuelto a usar la tilde en 'sólo' lo haya escrito para la radio, donde las tildes no se ven.