28.1.24
'El País', Savater, lecturitas y charcutería
26.1.24
En la juventud y en la vejez, Savater
[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:43:05]
Buenas noches. Han echado a Savater de El País. O mejor: Savater ha hecho que lo echen de El País. La situación era ya insostenible. No por cómo es Savater, sino por cómo es El País, por el periódico en el que se ha convertido. Savater sobraba en El País, como sobrábamos los viejos lectores: aquellos para los que El País era ante todo el periódico de Savater. Su expulsión es una clarificación. He recibido la noticia con melancolía, pero confieso que también con regocijo, porque prueba que Savater sigue vivito y molestando. Ha estado toda su vida así, se dice pronto. Ha escapado del embalsamamiento. La fórmula se puede enunciar fácilmente, aunque lo difícil es llevarla a la práctica: ha estado siempre contra los curas, contra los opresores, contra los pesados, contra los estafadores intelectuales, contra los cenizos. Su talento ha sido saber detectar (y detestar) a los de cada época, porque van variando. Esa habilidad admirable es la que le ha dado vidilla, y a sus lectores con él. Para muchos, entre los que me cuento, Savater ha sido el gran revitalizador. Pero aunque nos lo hemos pasado pipa con sus polémicas, hay un Savater aún mejor, que corre el riesgo de quedar ensombrecido por los fogonazos del otro: el Savater puramente escritor, mi escritor favorito, el número uno para mí. El dueño de la prosa más ligera y transparente, ágil, crujiente, vibrante, emocionante, divertida. Como dijiste, querido Rafa, en la memorable entrevista que le hiciste la noche de Reyes, su obra maestra es su autobiografía: Mira por dónde, que tiene esa continuación triste que es La peor parte, igual de buena. Ahora publica Carne gobernada, otro bello libro memorialístico, escrito con ese "estilo tardío" que celebra en el prólogo. En la juventud y en la vejez, Savater.
25.1.24
Porno duro y terrorismo blando
21.1.24
Insolencias, listas, ideas y pajas con DNI
19.1.24
Todos los filósofos hablan de Sánchez
[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 4:05:43]
Buenas noches. Lamento traer de nuevo a Pedro Sánchez a esta sección que, pese a sus participantes, sigue siendo más o menos cultural. Pero es que el presidente insiste en invadir nuestro terreno. No solo publica libros, sino que hace sus pinitos en filosofía. Ahora ha citado a Aristóteles: "La verdad es la realidad". Le ha dado un significado sanchista, pero esto no es lo importante. Lo importante es que a Sánchez se le ha metido el gusanillo de la filosofía y ha descubierto que también puede darles un significado sanchista a los demás filósofos. A Tales de Mileto, que afirmó que "el agua es el origen de todas las cosas", habría que interpretarlo así: "Sánchez es el origen de todas las cosas". Lo de Heráclito es diáfano: "Nadie se baña dos veces en el mismo Sánchez". Sócrates: "Solo sé que no sé nada... si no me lo sopla Sánchez". De Platón es el mito de la caverna, que hay que entender como "caverna mediática": aquella que se opone a Sánchez. Los teólogos de la Edad Media decían que "la filosofía es la criada de la fe", o sea, de la fe en Sánchez. La modernidad empieza con el célebre razonamiento de Descartes: "Pienso, luego voto a Sánchez". Para Hume lo principal eran los sentidos, y nadie quita el sentío como Sánchez. Kant distinguía entre el fenómeno y el noúmeno. Está claro que el que es un fenómeno es Sánchez; ¡y un noúmeno si se lo propone! Nietzsche habló del superhombre, que no hay ni que decir quién es. Y Wittgenstein dijo que "de lo que no se puede hablar es mejor callar". Salvo que se sea Sánchez. Pero el favorito del presidente es un filósofo medieval que, como él mismo, le echaba huevazos. Por supuesto, hablo de Duns Scroto.