De amor, deseo y política trata Carne gobernada. De lo contingente ("en elogio del tiempo convertido en suspiro"). De los temblores del cuerpo y las propulsiones de la imaginación. De los vicios que refuerzan, como el alcohol. De la edad debilitadora. Del sexo como "ancla de misericordia". De los baños en el mar. Hay un pujante canto al amor romántico y una gloriosa apología de las guarras. El recuerdo vivo de Pelo Cohete y los revolcones con K. Hay anécdotas y reflexiones. Razones y exabruptos. El pasado y el presente. San Sebastián, México, Italia. Literatura, cine y sueños. El tono es el de una cierta languidez con nervio, como una variación grata del Savater joven y el maduro. A los lectores que lo hemos apreciado siempre nos gusta esta prolongación recopilatoria, con paso distinto. Escribe de su ruptura con la izquierda, pero sigue defendiendo una socialdemocracia liberal. Sin los oscurantismos vigentes de los izquierdistas oficiales. El efecto podría pasar hoy por reaccionario: los catecúmenos lo azuzan en esa dirección. Pero avanza por las páginas con una encantadora libertad, entre despreocupada y destemplada, a ratos insolente o faltona, con esa "segunda inocencia, / que da en no creer en nada" de que habló Antonio Machado. Es por lo demás un libro entrañablemente sentimental.
Los duros y certeros párrafos dedicados a El País, que parecen escritos para promover su expulsión, se leen ya como un epitafio. Epitafio más del periódico que de Savater. Aunque el espíritu de la época va con el periódico. Un signo es que uno de los colaboradores con los que se mete, Sergio del Molino (que se prestó a escribir un artículo contra él por encargo del entonces jefe de opinión, el maniobrero Jordi Gracia), ganó a los dos días el premio Alfaguara de novela, dejando a Savater como colgado del denuesto infructuoso. En otros tiempos era Savater el que ganaba los premios. Recuerdo que Salvador Pániker contaba en sus memorias que, cuando perdió el nacional de ensayo de 1982 con Aproximación al origen porque se lo dieron a Savater por La tarea del héroe, su competidor le parecía "insultantemente joven". Aquello ya se terminó, con la sabia colaboración del protagonista: era el precio de seguir vivo, disgustando cuando había que hacerlo. Entre los miembros del jurado del Alfaguara estaban este año los capitostes de la cultura Juan José Millás, Rosa Montero y Manuel Rivas, que nunca han meado fuera del tiesto sino siempre dentro, con soporífera previsibilidad. El libro de Del Molino será bueno. El anterior, Un tal González, era muy bueno. El mundo sigue su implacable marcha, antisavateriano.
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En The Objective.