[La Brújula (Zona de confort), 1:23:49]
Hola, Rafa Latorre. Yo querría haber hablado esta semana del joven que se disparó en el pene por accidente, que es la noticia que más se ajusta a mi perfil. La contó aquí Juanjo de la Iglesia, quien resaltó el meollo del asunto: el joven lo hizo encima sin licencia de armas. Pero se ha interpuesto una vez más el presidente Sánchez, así que me voy a tener que ocupar de algo serio. La reforma del delito de sedición va a consistir finalmente en la eliminación del delito de sedición. Ahora se llamará "desórdenes públicos agravados", y aún deberemos sentir alivio por que ponga agravados. Pues, de acuerdo con el espíritu de la nueva ley, le pegaría más bien facilitados: "desórdenes públicos facilitados". Facilitados por el Gobierno, cuya política parece de fomento de la sedición. Esta sonaba a delito anacrónico solo porque, desde Tejero, no parecía que nadie lo pudiese cometer en nuestra democracia. Pero resulta que lo cometieron los independentistas catalanes hace cinco años: o sea, ellos actualizaron el delito. Las penas que se reducen ahora son no para un delito quimérico, sino para un delito ejercido recientemente y por sujetos que aseguran que lo volverán a hacer. La llamada judicialización de la política estaba en proporción directa con la delincuentización de la política. Ahora Sánchez no pretende tanto desjudicializar la política como desdelincuenciarla. Pero no impidiendo que los delincuentes delincan, sino eliminando la figura penal del delito que cometen. Y todo porque los necesita para mantenerse en el poder. Por enlazar con la noticia que me hacía tilín (¡me resisto a dejarla escapar!), tal vez Sánchez le haya disparado simbólicamente en el pene a alguien. No sé si al Estado de derecho, al PSOE, o incluso a sí mismo. Lo ha hecho, eso sí, con licencia de armas.