Hola, querido Rafa Latorre. El presidente Sánchez volvió a repetir este miércoles, en otra de esas insufribles sesiones de control al Gobierno, una idea dañina; quizá la más dañina de cuantas repite, que no son pocas. Cuando la portavoz del PP, Cuca Gamarra, le reprochó de nuevo sus pactos con los independentistas, Sánchez le dijo: "Ustedes que van repartiendo carnets de españolidad y de constitucionalismo y resulta que cuando estaban en el Gobierno fue cuando España estuvo cerca de poder romperse". Lo ha dicho Sánchez tantas veces que ya ni reparamos en su gravedad. Pero es un escándalo. Para el presidente del Gobierno de España el asalto al Estado y a la Constitución que llevaron a cabo los independentistas catalanes hace cinco años tuvo unos responsables que no fueron los independentistas catalanes, sino el Gobierno de España. Que entonces, claro, era del PP. Hay varias perversiones enroscadas en la frase de Sánchez. La más soez es que considera que los responsables de la agresión fueron en realidad los agredidos. Pero esta lógica invertida se funda en una idea más perversa aún: que el agredido fue el Gobierno de España, el Gobierno del PP, y no España, no el Estado español. Es decir, que los independentistas le dieron el golpe al PP y no a todos los españoles, incluidos los socialistas e incluidos, sobre todo, los catalanes no independentistas. Alarma en el presidente del Gobierno esta parcialidad, esta incapacidad de tener una visión íntegra, integradora, del Estado. Pero claro, de no haber sido parcial y de no haber sido incapaz no habría pactado su llegada al Gobierno con aquellos que pocos meses antes habían atacado el Estado y la Constitución. Este pacto, que ha renovado en su segundo mandato, es tan aberrante que debe justificarlo con infamias como esa que repite.