2. (Un último aspecto del asunto Karla Sofía.) Tuiteamos con desesperación. Decimos burradas desde la derrota, desde la exclusión o la autoexclusión. No aspiramos a nada, a ningún logro, a ningún reconocimiento. Con la toalla tirada, nuestro desahogo es Twitter. Soltamos ingeniosidades, exabruptos, macarradas. No dejamos títere con cabeza. Ignorantes de que el triunfo llegará un día. Y se volverá a marchar. Justo por aquellos desahogos, que tenían razón para siempre, de forma siniestra: nos anclaban en el fracaso.
3. No debe cundir el pesimismo: con Trump, con Sánchez y con todos nuestros problemas acabará el asteroide que puede chocar con la Tierra el día del sorteo de Navidad de 2032. Hay un 1% de probabilidades (muchas más de que nos toque el Gordo), pero es que sin el asteroide las probabilidades serían del 0%. En las fluctuaciones electorales no cabe confiar: Sánchez volverá a ser presidente en 2027 y 2031. En cuanto a Trump: es un pato cojo de siete patas. Su manera de hacer "más grande" Estados Unidos será muy similar a la de Chávez, que empezó haciendo "más grande" Venezuela con la revocación del límite de mandatos. Pero el asteroide nos puede salvar. Un magnicidio masivo, que sería de paso el parvicidio (¡el pequeñicidio!) de todos los demás, entre los que me cuento melancólicamente. No quedarían cabos sueltos. El crimen perfecto, al fin. Aunque solo fuera por la falta posterior de detectives.
4. La célebre frase de Benjamin "No hay documento de cultura que no lo sea a la vez de barbarie" quedaría reformulada, si la última ocurrencia de Trump se llevara a cabo, así: "No hay documento de turismo que no lo sea a la vez de barbarie". Lo sórdido en este caso (ocurre también en el de Sánchez) no está tanto en el patán que propone como en los verdugos voluntarios que jalean su propuesta y se prestan a ejecutarla. La idea de Gaza como resort, con sus hipotéticos turistas, me hace recordar los versos de Gimferrer: "mientras en una bocanada ardiente / la muerte ocupa un puesto entre los parasoles".
5. Por invitación de Abascal se cita en Madrid lo más nutrido de la xenofobia internacional (valga la paradoja): los "patriotas" Orbán, Le Pen, Salvini, Wilders. Faltan Puigdemont, Orriols y Otegi, aunque estos (junto con el anfitrión) pertenecen a la xenofobia nacional. Con todo, ninguna de las frases ultraderechistas pronunciadas estos días están a la altura de las que dijo Otegi sobre los extranjeros como peligro para "la identidad nacional" (vasca). Otegi debería haberse ido de vinos por Madrid con sus colegas xenófobos, y sintiéndose además el primus inter pares: al fin y al cabo, ninguno de los otros (¡por el momento!) está directamente vinculado con el asesinato, el secuestro y la extorsión, instrumentos patrióticos por excelencia.
6. El énfasis de Sánchez (y sus ministros y sus periodistas) en la lucha contra la mentira certifica que la verdad conserva su prestigio. Sigue haciendo falta recurrir a ella para sellar la otra.
7. Después de haber leído por cuarta vez Hormigón, creo que es mi novela favorita de Thomas Bernhard y sin duda una de las mejores, siendo buenas todas. La propondría para empezar, tras el aperitivo de Mis premios. Hoy 9 de febrero es el aniversario de su nacimiento. El miércoles 12 será el de su muerte. Próximas sus trabadas fechas fatales.
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En The Objective.