He debutado en la radio. Rafa Latorre, nuevo director de La Brújula de Onda Cero, ha tenido el detalle de ofrecerme una columna los viernes, sobre las 20:20 h. El título de mi seccioncita es Zona de confort. Pondré aquí cada semana el audio y el texto, con un título exclusivo para este blog. El primero, "La radio".
[La Brújula (Zona de confort), 1:24:55]
La radio
Buenas tardes, querido Rafa Latorre. No sabes la ilusión que me hace que hayas pensado en mí para La Brújula. Es que la radio fue mi primera vocación. Luego me decanté por escribir, tal vez empujado por mi voz poco radiofónica. Pero de los trece a los dieciséis años yo lo que quería era ser locutor. Los locutores eran mis ídolos. Y en realidad lo han seguido siendo, porque nunca he dejado de escuchar la radio. Todo empezó una mañana que no fui al colegio por enfermedad y puse la radio. Estaba Luis del Olmo en su primera época de Protagonistas. Me dejó fascinado la combinación de entretenimiento e intimidad. Esto último, la intimidad, es lo que no tenía la tele. Recuerdo que grabé en una cinta uno de aquellos programas, en que intervenía Gila, y me lo puse muchísimas veces: increíblemente, la magia no se agotaba. Luego vinieron más locutores. Por citar a unos cuantos: Alejo García, Julio César Iglesias, Juan Manuel Gozalo, Fernando Argenta, Araceli González Campa, El Loco de la Colina, Jesús Ordovás, Ramón Trecet, Carlos Galilea, Carlos Pumares, José María García, Javier Ares, José Luis Balbín, Javier Sardá y el señor Casamajor, Concha García Campoy, Gemma Nierga y, por supuesto, Carlos Alsina y Juan Ramón Lucas. Y un nombre de Málaga, que es mi ciudad: Antonio Guadamuro. Lo precioso es que, gracias a la radio, mi primera cultura fue por transmisión oral. Antes de leer a Vargas Llosa o a Borges, por ejemplo, yo ya los había oído hablar en la radio. Quizá el gran poder de la radio sea que es compatible con la vida. Puedes escucharla mientras estás viviendo, haciendo otras cosas. Y siempre que se está haciendo otra cosa y escuchando la radio, al menos una de las dos cosas nunca falla: la radio.