Está ocurriendo algo rarísimo, que no deja de ser coherente con la mentalidad (o tal vez solo la estrategia) de quienes lo enuncian. Hablan de que cuando el PP llegue al poder, si llega, en las próximas elecciones generales acabará con la democracia, destruirá la Constitución, perseguirá a los disidentes. Volverá Franco, más o menos. Al fin y al cabo, nunca se fue.
Suena fuerte, pero así lo dicen. Con una contundencia que hiela la sangre. Con un desparpajo que inaugura otra rama, aún más perturbadora, de las fake news. Se trataría ahora de una posverdad hipotética y previa: ¡la preposverdad! En la puesta en escena del enunciado hay miedo, "sincera preocupación", conciencia "progresista"... Es un teatro tomado demasiado en serio. Es en realidad, aunque se disfrace de lo contrario, una amenaza.
El otro día puse las perlas de Pérez Royo en un artículo reciente en El Diario: "Hasta que se vuelva a respetar la Constitución, el desorden irá a más, hasta que lleguemos a un punto de no retorno, que no tenga solución en términos constitucionales". Pérez Royo es uno de esos constitucionalistas españoles (¡abunda el género!) que han escogido su especialidad del mismo modo que un criminal hubiese escogido ser criminólogo.
Escribió igualmente en el artículo: "La derecha española únicamente acepta la democracia a beneficio de inventario. Si estoy en el Gobierno, la acepto. Si no estoy en el Gobierno y no tengo esperanza de estarlo en las próximas elecciones, impugno el sistema". Es un parrafito curioso. La veracidad de lo que afirma habría que comprobarla fuera del parrafito, en la realidad. Pero no hace falta salir a la realidad para comprobar que el parrafito ejerce aquello que denuncia o dice denunciar. En efecto, el parrafito impugna o deslegitima a "la derecha española".
Lamentablemente, no se trata aquí de un articulista aislado, sino que son legión: toda la intelectualidad gubernamental está ahí, cada individuo con la intensidad y explicitud que les permita su vergüenza (hay bastantes con muy poca). Y también el propio Gobierno, que alienta irresponsablemente esa deslegitimación y ese aire de amenaza sobre el futuro triunfo de la derecha. El presidente Sánchez no es una excepción.
El exvicepresidente Iglesias dijo este lunes una más de sus barbaridades delirantes en el mainstream radiofónico que le da la Ser todas las semanas (¡hasta dejó pequeño a Pérez Royo!): "O nos ponemos las pilas todos los demócratas para enfrentar a una derecha que no tiene escrúpulos, cuyos brazos mediáticos, cuyos brazos judiciales, cuyos brazos en el Estado van a hacer todo lo que permita la ley, y lo que no permita la ley también, para recuperar algo que consideran su cortijo, que es el Consejo de Ministros; o nos ponemos las pilas en serio o algunos de los que estamos aquí vamos a terminar en sitio mucho más desagradables".
Hay tal cantidad de falsedad y ponzoña en su abyecta y repulsiva parrafada que convierte a la Ser, durante sus minutos, en una estricta radio basura. En primer lugar, se arroga el estar entre "los demócratas" (¡él, el defensor de dictadores, golpistas y proetarras; el dudoso tiranuelo que él mismo es en todas sus actuaciones!) con exclusión de "la derecha". Esta perra división entre "demócratas" y "antidemócratas" con independencia de lo que digan las elecciones: unas elecciones que se celebrarán democráticamente y según el Estado de derecho. Y a continuación, de nuevo, la deslegitimación de aquellos a los que acusa de deslegitimadores.
Están preparando el terreno para algo muy chungo. La sociedad española, por fortuna, no va por ahí. Hoy. Pero estos infames harán todo lo posible para que vaya.
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En The Objective.