5.5.23

La Rochefoucauld y nuestra política

[La Brújula (Zona de confort), 1:23:50]
 
Hola, querido Rafa Latorre. El gran moralista francés del siglo XVII La Rochefoucauld escribió una máxima que se ha hecho célebre: "La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud". Es tan fina, que su paradoja es transparente: enuncia una verdad literal. El vicio que no es hipócrita se exhibe abiertamente como vicio. Esto nos permite sospechar que tal vez no tenga noción de lo que es la virtud. En cambio, el vicio hipócrita sí sabe lo que es la virtud. Al menos, lo suficiente como para imitarla. Es un vicio que no quiere mostrarse como tal, sino disfrazado de virtud. Tiene de virtuoso ese reconocimiento de que la virtud es lo que debe aparecer. El vicio que disimula, pues, tiene estropeada la conducta, pero no el entendimiento. Este está sano, porque sabe qué es el vicio y qué es la virtud. Con nuestros partidos e intelectuales gubernamentales sucede lo mismo. Cada vez que la oposición incurre en vicios como los que ellos practican a menudo, se precipitan a denunciarlos con una furibundez que me resulta reconfortante, porque indica que, mientras ellos mismos practicaban el vicio, no habían perdido la noción de en qué consiste la virtud: simplemente estaban esperando a que pasaran a incumplirla los otros. La suya es lo que yo llamo una moralidad semafórica, ya que se ejerce de acuerdo con el semáforo ideológico o partidista. Si está en rojo, es decir, si son los míos los que incurren en el vicio: ¡silencio! Si son los otros, verde: ¡a criticar! Fernando Savater, en el editorial de despedida de la revista Claves de Razón Práctica, califica a nuestros intelectuales gubernamentales de "aquiescentes, silentes y plegables". Son sobre todo plegables. Pero su hipocresía política le rinde homenaje a la buena política: esa que no practican.