31.1.25

La lucha de mandos a distancia

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 2:14
 
Buenas noches. En los ochenta se puso de moda contraponer políticamente el Norte y el Sur. Se volvió tan pesada la cosa, que el añorado Juan Cueto protestó. Dijo que se había cambiado la lucha de clases por la lucha de puntos cardinales. Él, que dirigía la revista Cuadernos del Norte, se mosqueó con el disco que hicieron Joan Manuel Serrat y Mario Benedetti: El sur también existe. Dicho sea de paso, este disco fue para mí de justicia poética. Siempre he sostenido que Serrat es el asesino de Antonio Machado, porque la musiquilla que les metió a sus poemas los liquidó literalmente. Pues bien, la poesía se vengó y Benedetti asesinó a su vez a Serrat, puesto que este ya nunca se recuperó del disco que hicieron juntos. Pero parezco Yolanda Ramos mareando la perdiz por falta de guión, porque lo que yo quería decir es que la lucha de clases ya ni siquiera es la lucha de puntos cardinales, sino algo más banal aún: la lucha de mandos a distancia. Desde que el Gobierno puso a David Broncano a competir con Pablo Motos, y lo puso también a dar las campanadas de Nochevieja junto a Lalachús, hay montones de comentaristas que cantan las virtudes políticas de esos programas de televisión promovidos y bendecidos por el Gobierno. De pronto ver tales programas te hace políticamente bueno. El vicio que es siempre ver la tele se convierte de pronto en virtud, en virtud política. Mariola Cubells, por ejemplo, escribe que por primera vez vio las campanadas "con ilusión, con interés genuino", que ya hay que tener ganas. Pero claro, es que por primera vez las campanadas servían para comulgar con el Gobierno. Igual que ver a Broncano como misa diaria. Nuestra izquierda ha descubierto que el prime time también existe.

30.1.25

Estuve a punto de morir junto a Juanito Valderrama

Viví unos años en Antena 3 Televisión, porque me contrataron como guionista y el horario era de echar allí el día. Fue poco después de su inicio, hace ahora 35 años. Tengo pues una memoria, incluso sentimental, de aquellos encierros maratonianos con el edificio burbujeando de famosos, los fijos y los de paso.

Las plantas eran amplias y despejadas. La redacción de Pepe Navarro, que era la mía, se encontraba en un extremo. Justo enfrente estaba la de Jesús Hermida, en la que siempre celebraban cumpleaños, y a su lado la de Nieves Herrero. A veces, cuando empezaba el programa de esta, en su equipo apostaban en qué minuto haría llorar al invitado.

Podría contar mil anécdotas, pero me caben unas pocas. Un día a los guionistas nos dio por imitar a José Luis López Vázquez: "Señorita, es usted un monumento, ¡mo-nu-men-to!". Entonces sonó el teléfono y era él. Casi le repetí la imitación. También solía llamar el novio de una redactora, que le había dado nuestro número por discreción. Él era el compositor del anuncio del turrón El lobo, que terminaba con un aullido. Así que avisábamos a nuestra compañera aullando: "¡Auuuuuh!".

Un día llegó para el programa Sabor a Lolas, de Lola Flores y Lolita, Leopoldo María Panero, que se pasó horas de aquí para allá bebiendo cocacolas. Pregunté luego en el bar y me dijeron que había consumido como cincuenta.

Por aquel tiempo apareció Boris Izaguirre, que se deslizaba como una esfinge y a sus espaldas susurrábamos: "Es el guionista de La dama de rosa". Durante unas semanas me cruzaba continuamente con Fofito, que hacía Trilocos. Un día, en el comedor, les solté a mis compañeros: "¡Me persigue Fofito!". Miraron con discreción a la mesa de atrás. Me volví y allí estaba Fofito.

Estábamos en la fase terminal del felipismo e hicimos montones de sketches sobre las fiestas y la fuga de Luis Roldán, sobre el piano de Narcís Serra, sobre José María Aznar. Un puntazo era que el mismo imitador de este, Daniel de la Cámara, imitaba también a Felipe González. De manera que a veces poníamos a Aznar hablando como González y al revés, lo que fomentaba la carnavalada.

Ya por el 2000 adquirí la costumbre de subir, justo después de comer, al estudio desde el que se emitía las noticias del mediodía. Yo tenía de perfil, tras un panel de cristal, a Matías Prats y Susanna Griso. Me gustaba sentir la tensión de los minutos previos. Entonces sonaba la sintonía, Prats y Griso saludaban y yo me iba.

Pero el momento más notable fue cuando estuve a punto de morir junto a Juanito Valderrama. De vez en cuando bajaba a los platós a ver un rato los directos. Por aquellos pasillos laberínticos encontré a Valderrama, que se había perdido. Me dijo a qué programa iba y lo conduje a la salita de invitados. Por el camino le fui diciendo cómo era el ídolo absoluto de mi abuelo, la de veces que había puesto en casa sus casetes. Abrí la puerta de la salita y nos salieron unos cuantos tipos malencarados, apuntándonos con metralletas. Resulta que otro invitado era el arrepentido Portabales, que llevaba su escolta.

Una mañana, allá por 1994, nos llegó a la redacción un guionista de prueba. Era mayor, melifluo, anticuado. Le preguntamos qué era lo último que había hecho en televisión y nos dijo que trabajar con Isabel Tenaille. El socavón temporal que se me abrió al oír el nombre de aquella presentadora de los setenta es el que se les ha debido de abrir a los lectores de este artículo.

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26.1.25

Con Sánchez el polígrafo se convierte en sismógrafo

[Montanoscopia]  
 
1. Me hace gracia que los trumpistas españoles se enfaden cuando llamo patán a Trump. ¡Si lo jalean precisamente por ser un patán! 
 
2. Mi diversión ahora son los artículos antitrumpistas de El País. El 90% de lo que le reprochan a Trump es de aplicación a Sánchez, al que celebran.  
 
3. "Quién va a defender la verdad, si no somos nosotros". Lo dice Sánchez ante un auditorio de militantes. Su frase, sin embargo, es lo segundo más aterrador del vídeo. Lo primero es el silencio del auditorio.  
 
4. Escribe Tonia Etxarri que habría que ponerle el polígrafo a Sánchez. Bien, pero con Sánchez el polígrafo se convertiría fácilmente en sismógrafo.  
 
5. Las últimas declaraciones del presidente son apoteósicas. Tras el fracaso de su decreto ómnibus, ha dicho que hay grupos parlamentarios que "quieren causar dolor social". En El País, el patito Cué traduce las intenciones de Sánchez: "El Gobierno dejará que se vean los efectos del no del PP y Junts a la subida de las pensiones". Formidable manera de politizar el sufrimiento, como Stalin con las hambrunas. Solo que endosándoselas a la oposición. (Siguiendo el guión, los sindicatos van a manifestarse contra esta.)  
 
6. Leo el artículo que escribió Peláez para el Abc sobre la fiesta de los premios Zenda: "España como debería ser". Me ha trastornado, porque yo en teoría defiendo lo mismo. Siempre he defendido lo mismo: una transversalidad entre todo tipo de personas en que la política no es un factor determinante. Pero ya estoy fuera. Desprecio demasiado. Me revolvería estar en la misma fiesta que un Rufián o, sobre todo, un ministro Bolaños. Por lo que representan, por lo que hacen; por lo que (sobre todo el segundo) siguen haciendo. Me he salido o me han echado. Mi misantropía se ha impuesto.  
 
7. Me alegra encontrar a Víctor Márquez Reviriego en una entrevista de The Objective. Hacía mucho que no sabía nada de él. Era uno de mis favoritos en la mejor tertulia que ha habido jamás: la de Balbín en Antena 3 Radio. Allí se cumplía el ideal de Peláez, que era (y sigue siendo, como ideal) el mío. Cuando empecé a leer la prensa, con catorce años, descubrí a Reviriego como el autor de un libro de conversaciones con Felipe González: Un estilo ético. En vísperas de las elecciones de 1982 salió en El País el manifiesto en apoyo del PSOE que firmó todo el mundo, incluido Reviriego. Solo que este mandó una carta al director para aclarar que habían puesto su nombre sin su consentimiento. Aquello me llamó muchísimo la atención. Con el tiempo me he dado cuenta de que fue heroico.  
 
8. Ha muerto Antonio Jiménez Millán, poeta y profesor. Aún más que sus poemas, me gustaba cuando recitaba en clase a Baudelaire, Laforgue, Eliot o Apollinaire. En su voz conocí el Prufrock, La tierra baldía y Zona, así que le debo mucho. Era por la mañana siempre y por la ventana entraba la luz de finales de los ochenta.  
 
9. Caigo asombrado en que 1975 fue en realidad el Año Bernhard. Thomas Bernhard publicó Corrección y El origen (primer tomo de su pentalogía autobiográfica), y estrenó La fuerza de la costumbre y El Presidente. Fue también el Año Jarrett. Keith Jarrett grabó el 24 de enero (este viernes hizo cincuenta años) el concierto de Colonia, cuyo disco salió el 30 de noviembre. Tuvo que tocar en un piano malo, porque no le consiguieron el previsto Bösendorfer, que era, por cierto, el del Malogrado de Bernhard. Eso le obligó a improvisar su improvisación y en vez de malograrse se consagró. 
 
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23.1.25

El Errejón sexual

Tampoco he querido ver, pero también he visto las declaraciones de Elisa Mouliaá e Íñigo Errejón ante el juez de Madrid. Este es tan bueno como la jueza de Badajoz que interrogaba a David Sánchez. Y tan peculiar como ella. Tal vez su poder, un poder fundado en el conocimiento, es lo que les da tanta personalidad y desparpajo. El lenguaje está más vivo en este juez y esta jueza que en las mortecinas palabras de Juan José Millás, como estas que ha tuiteado para servir (¡trumpistamente!) a Sánchez: "Todo el mundo tiene jefe menos los jueces. Cada uno va a su bola". De jefes sabe Juanjo.

Yo confío, como en la jueza de Badajoz, en el juez de Madrid. He visto los vídeos completos de Mouliaá y Errejón y su trabajo es admirable. Conduce los interrogatorios con sabiduría, con la finalidad de cada caso en la cabeza, atajando reiteraciones, barriendo hojarasca, yendo al grano, por escabroso que sea, impulsando expresiones rectas que el relamido Errejón evitaba. ¡Hasta le hace pronunciar al monaguillo la palabra "follar"! Y dice también "teta", "culo", "meter hasta el fondo" (la lengua) ¡y recupera el fastuoso "magreo"! No juzgaré por lo tanto en su lugar, sino que me limitaré a lo mío, que es lo antropológico.

Las declaraciones de la denunciante y el denunciado, una detrás de otra, componen una película. Como no los estoy juzgando, los creo a los dos. Los hechos que no se corresponden se los endoso al perspectivismo. Este es fruto de los puntos de vista de cada cual, de la verdad no libre de fantaseo, de la volátil (¡y activa!) memoria, tal vez de la mentira o ciertas tácticas en provecho propio, de que nos montamos el relato autobiográfico con técnicas fatalmente narrativas y de que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. El resultado es un cruce entre Rashōmon y La comedia sexual de una noche de verano (aunque era otoño).

Ella deseaba una bonita historia de amor (su posibilidad al menos) y él meterla. Más que con el juicio, que seguramente ganará Errejón, ella lo ha noqueado ya con varias cosas que ha soltado de él (al margen de la agresión que se juzga): lo torpe que era, que le dio el beso más asqueroso de su vida y la mención de su frasecita final dándole las gracias porque por ella había aprendido para futuros encuentros. El político aparece como un patancete en sus relaciones con las mujeres. Aunque con unas actitudes ritualizadas que deben de haberle dado sus frutos. Al contarlo, el Errejón sexual es una mezcla de Woody Allen y Chiquito de la Calzada.

En el hecho de que nos hayamos enterado de todo esto (¡es lo que no he querido ver, pero he visto!) está lo que me interesa. El erotismo, que los poetas románticos exaltan como fusión de dos seres, está aquí expuesto (¡obscenamente!) en sus rudimentos mecánicos e hidráulicos. Y qué sordidez kafkiana tener que estar hablando de estas cosas ante un juez, en la situación formalizada de un juicio, trayendo gestos, suposiciones, sensaciones. Los dos de pie, vulnerables, y siendo grabados para que los veamos (¡ilícitamente!) luego.

Por lo demás, qué tontería el sexo. ¡La mencionada mecánica! ¡La mencionada hidráulica! "Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman", escribió Cernuda. Y Larkin: "Follar es como pedirle a otro que te suene la nariz". He salido del juicio con ganas de meterme en la Cartuja. ¡Pero está la Cartuja de Parma! ¡Y en la que se encerró Antonio Gala, quien según me cuentan se puso morao!

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19.1.25

Nos esperan cuatro años de gloria cómica

[Montanoscopia] 

1. Mañana 20 de enero (día del flechado San Sebastián, patrón de Río de Janeiro, cuyo nombre completo es San Sebastián de Río de Janeiro) comienza la segunda era Trump. En la primera este fue apenas un patán. Hoy es un patán entre patanes, con equivalentes en numerosas naciones, incluida España. En esta nación hay dos figuras estrafalarias: por un lado, el trumpista español; por el otro, el sanchista antitrumpista. Nos esperan cuatro años de gloria (para mí, de gloria cómica). 

2. Que tenemos los peores políticos de nuestra democracia es una verdad tan contundente como la de que tenemos el peor electorado de nuestra democracia. Desde el 23-J no hay políticos culpables, sino ciudadanos culpables. 

3. A propósito de lo anterior, yo ya solo veo las barrabasadas de los políticos en relación con los votantes que se las consienten. Si estos no se las consintieran, no las harían. 

4. Ahora que en España se desmonta el Estado de derecho, va Errejón y llega a él. Una de las termitas que han contribuido a derruirlo lo reclama ante la puerta del juzgado para defenderse. Un hermoso destello universalista de pronto. Tan hermoso como melancólico, puesto que lo emite un sujeto para salvar su culo. 

5. Los barones del PP aplaudiendo a Mazón el Noqueado es una de las escenas más deprimentes de la política española de los últimos tiempos, y eso que abunda en ellas. También es patético el cortejo del PP a Junts. Feijóo anda, simultáneamente, como pollo sin cabeza y como vaca sin cencerro. Más que sus virtudes, se visibilizan sus carencias. Lo que tal vez quiera decir, en el peculiar contexto español, que está preparado para gobernar. 

6. Con una sola palabra, Nacho Vigalondo le hace el mejor homenaje al recién muerto David Lynch. En La Cultureta de la mañana (Onda Cero), dice que acerca de sus películas siempre se menciona lo extraño, lo grotesco, lo siniestro, lo bizarro; mientras que Lynch habla de ellas en términos de belleza. Esta es la palabra. 

7. Sobre La Cultureta de la noche (en la que no está Vigalondo) tuve una epifanía: es como una sesión de los hermanos Marx en la que Rosa Belmonte fuese Groucho y todos los demás Harpo tocando el arpa. 

8. Desde Bélgica me manda Antonio de la Fuente su libro editado en Chile Camino de Santiago (Laurel). Este Santiago es a la vez el de Chile y el del camino. En 1929 su padre asturiano salió de Barcelona a bordo del Conte Verde, barco que ilustra la portada, y llegó a Buenos Aires. Por allá se quedó. El autor nació en Chile, vive en Bélgica, pasa temporadas en España y ha viajado por muchos países. Nos conocimos en uno aéreo, Internet, donde fue Josepepe y ahora es Materlín. Camino de Santiago, hecho a partir de las entradas de su finísimo blog (pínchenlo por la transcripción de la presentación del libro: aquí), es el dietario perfecto. O la bitácora perfecta: bitácora de un viaje que es siempre el viaje a la realidad. Al misterio, la sorpresa, la poesía, la curiosidad, la gracia (y esporádicamente el horror) de la realidad: la de los días excepcionales en alguna parte del mundo y la de todos los días en el rincón de siempre. Con su mirada y su escritura, con su sensibilidad y su pensamiento, con su piedad risueña, Antonio de la Fuente ha escrito un libro hospitalario. Como dije en su día de los Diarios de Iñaki Uriarte, es imposible que Camino de Santiago no le guste a un buen aficionado a la lectura. Así que léanlo. 

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17.1.25

Visita al Museo de Cera

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 5:25

Buenas noches. Aunque en mis viajes a Madrid jamás piso un museo que no sea el del Jamón, en el último cedí a uno irresistible: el Museo de Cera. Éramos diez, entre ellos David Mejía (¡a él pongo por testigo!). Fue una visita instructiva. El Museo de Cera viene a ser una destilación pop de la historia y de la fama. En lo que se refiere a la historia, los personajes antiguos se mantienen, mientras que los modernos van mudando. En cuanto a los famosos, la escabechina es terrorífica. Ya no queda casi ninguno de mi anterior visita, en los años ochenta. Hicimos una reflexión filosófica: seguramente la cera de los nuevos es la de los viejos, reutilizada por el demiurgo. Algo divertido del Museo de Cera es que en él no ha entrado todavía el ministro Urtasun: hay imperialismos y machismos a punta pala, lo que resulta refrescante. La maja vestida tiene unos globos bajo el corpiño que suben y bajan al ritmo de su respiración artificial. Sí han retirado el tremebundo muñeco del torero Granero, suspendido en el aire por una cornada en el ojo. Era el favorito de los niños. Y está arrinconado y vacío el tiovivo en que daban vueltas los payasos de la tele y, como sobraba un caballito, pusieron a José María Íñigo con ellos. Las estatuas oscilan entre lo ridículo y lo espantoso, aunque están hechas con cariño. La obra maestra es la nariz de cera de Cleopatra, que como sabemos cambió la historia. Ante la silla de Franco todos hacíamos contorsiones para que no nos sacaran una foto que arruinaría nuestras carreras. Pero lo mejor fue cuando vi a mis amigos confundidos entre las figuras del salón. Parecían bultos de cera ellos mismos. O sea, que ya nunca se sale del museo.

16.1.25

El hermano de Sánchez es mi hermano

No he querido ver, pero he visto la declaración del hermano del presidente Sánchez ante la jueza de Badajoz. No la he querido ver porque las filtraciones judiciales son, pese a su frecuencia en España, impresentables y deberían impedirse o perseguirse. Pero una vez que ha estado a la vista la he visto, con un interés profesional no incompatible con el morbo.

Me ha fascinado el espectáculo; el espectáculo del hermano menor de Pedro Sánchez, David Sánchez, tan parecido a su hermano mayor que sirve para investigar (física y psicológicamente) a este, pese a que el investigado (judicial) es el otro y por eso ha ido a declarar.

Estas comparaciones por semejanza, con desenfoque o sustracción, son instructivísimas. Dicen mucho aunque no se acierte a formularlo. Hay como un trastorno ontológico, algo inquietantemente carnavalesco. Más que de esas personas en concreto, hablan de todas las personas: del hecho mismo de ser persona, quizá. (Ya se sabe: persona es máscara.)

Yo asistí a un ejemplo que me dejó turulato (¡a veces en mis columnas se cuelan palabras de Rosa Montero!). Un amigo mío salió un tiempo con una chica que era absolutamente celosa: ella pensaba que cualquiera se lo podría quitar. Mi amigo era un tirillas no muy agraciado físicamente, pero ella sentía que todas lo deseaban. Rompieron pronto y años después conocí al sustituto, aquel con el que ella se había casado y tenido hijos finalmente. Era como un vaciado deserotizado de mi amigo: como una versión de cartón, más bajito, más escuchimizado, menos inteligente, aún más feo. Mirarlo era fascinante, con mi amigo en mente.

Con David Sánchez me ha pasado también. Pero aquí era más sutil el eco, ocasionado por un ligero desenfoque y no por una gran sustracción como en el ejemplo de antes. De pronto estaba ahí el presidente, en una versión algo más lerda, más estólida, más huevona, más blanda. Una versión sin voluntad de poder, ni maliciada por el poder. De un cinismo, podríamos decir, inocentón. O sea, no realmente un cinismo, sino una aspiración acomodaticia a la vida buena y fácil que las circunstancias regalan. Era como Pedro Sánchez interpretando un papel; y el mencionado desenfoque permitía ver mejor a Pedro Sánchez.

Pero no quisiera embalarme con mi antisanchismo. Así que aparco a Pedro y me quedo con David. Mientras lo estudiaba me he dicho: "¡Hipócrita Montano, el hermano de Sánchez es tu hermano!".

Cuántas coincidencias, en verdad. Su amor por la música, su amor por Portugal. ¡El haberse casado con una japonesa! Algo que la vida no me ha puesto delante pero que hubiera agradecido (aunque ahora me están haciendo tilín las surcoreanas). Y naturalmente el enchufe, el enchufe (¡librarte de unas oposiciones!) para un puesto vacío (¡vivir sin trabajar!). Encima, la pasión por la fonética nominalista: ese pseudónimo David Azagra, tan espléndido.

El hermano menor es un tipo fantástico que se ha consagrado al arte y a la vida. Con la suerte de que le ha venido dado aquello a lo que todo ser humano debe aspirar legítimamente: no dar ni golpe. La Justicia, ay, no debe detenerse. Pero esto no me impide contemplar a ese personaje trágico que soy yo mismo. O hubiera podido serlo, con un hermano mandón.

Ahora la sucia política, las viles intrigas, le alteran la vida que había alcanzado este buen hombre. La vida que yo hubiese firmado que fuese la mía. A pesar de la incomodidad de esos telediarios en que, con mi mismo cuerpo y mi misma voz, aparece un presidente (¡mi hermano!) que lleva la vida que yo no querría llevar ni loco.

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12.1.25

Sánchez hace ¡chas! y Franco aparece a nuestro lado

[Montanoscopia] 

1. Los que en España apoyan al dictador Maduro, de Zapatero a Monedero, son los que nos predican democracia todo el santo día. El que estas dos cosas vayan juntas nos permite formular un límpido axioma: la democracia que predican es exactamente antidemocracia. Uno de cuyos corolarios sería que aquellos a los que ellos acusan de antidemócratas son justo los demócratas. 

2. Me cuentan en los corrillos madrileños que los dos máximos dirigentes del PSOE en los ochenta aseguran que solo hay una manera de echar a Sánchez: votando al PP. Y que van a hacerlo, pero que no lo pueden manifestar. Lo entiendo, por una última fidelidad al partido. Aunque es una tremenda contradicción. Yo también la tengo. Se puede enunciar claramente: si Sánchez es tan nefasto como decimos, ¿no habría que dejarse de finuras y votar al PP? El asunto lo tengo atravesado. Me resisto a perder mi finura de votante fino. Al fin y al cabo, sería claudicar ante Sánchez y dejarlo entrar en mi papeleta, haciéndome votar lo que no quiero. Hoy por hoy (en mi auto-CIS) estoy entre Izquierda Española y la abstención. (Finura e inutilidad vienen a ser lo mismo.) 

3. La hábil respuesta de Felipe González a la pregunta de qué era el cambio que propugnaba en su cartel electoral de 1982, Por el cambio, fue: "El cambio es que España funcione". A mis 16 años recuerdo que me pareció una frase al mismo tiempo anticlimática y esperanzadora. Para mí, joven Rimbaud, el cambio no podía ser otra cosa que "cambiar la vida". Pero el regeneracionistita que habitaba en mí proyectaba un alivio de país eficiente. Diez años después vino el Ave, que llegaba a su hora. Y cuarenta después, con Sánchez y con Puente, el Ave falla más que una escopeta de feria. El sanchismo es que España no funcione. 

4. Me pareció estupenda la versión de Libertad sin ira que hizo Jimena Amarillo ante Sánchez en el acto 1/100 de la conmemoración franquista que he retitulado ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! El problema está en la canción de Jarcha, tan pegadiza como casposa. Ya lo era en 1976. Hubo un momento delicioso, sin embargo, en mi audicióN. En un compás (les invito a que lo comprueben) la música hace un quiebro y parece que se va a transformar en la canción juvenil de Christina Rosenvinge ¡Chas! Y aparezco a tu lado. De manera que Franco estaba ahí, en la ceremonia, empujando. Sánchez hace ¡chas! y Franco aparece a nuestro lado. 

5. Lo de Franco, evidentemente, es una cortina de humo. Lo ha escrito Félix Ovejero, que propone que no se hable más de Franco para deshabilitarla. Estoy de acuerdo, pero vuelvo a incurrir en contradicción: ¡a mí no se me puede quitar este caramelito! Pienso seguir haciendo chistecillos del acto 1 al 100 del sanchista ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! 

6. La cortina de humo, por otra parte, intentan que sea bien operativa: el día 1/100 se lo pasaron los psocialistas identificando al PP con Franco. De eso, como es natural, se trataba. 

7. Precisamente Ovejero presenta este jueves en Barcelona, junto a Jahel Queralt y el autor, (Pos)verdad y democracia, de Manuel Arias Maldonado (librería Alibri, 19h). Este libro importante está siendo ignorado por los medios oficialistas, y eso que hace un análisis preciso de las tergiversaciones de la verdad de Trump. El problema es que no oculta que también es de aplicación a Sánchez. 

8. Ni Jordi Gracia salva el libro de Justo Serna contra Fernando Savater. Aunque Gracia aprovecha su crítica para arremeter contra Savater en plan muy Serna. 

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9.1.25

Lanata en el lago Baikal

En 2005, no sé por qué, me puse a escuchar la radio por las tardes y descubrí a Jorge Lanata. Acababa de volver a Málaga de mis años en Madrid y no me puedo creer que se vayan a cumplir veinte años: este y no otro será mi aniversario de 2025. (Lo de "la frente marchita" solo me suena raro porque es muy poco tiempo.)

El programa era el de Gemma Nierga en la cadena Ser, en el que me enganché a las conversaciones sobre libros entre Almudena Grandes y Juan Cruz (¡a veces me aficiono a mis detestados!) y a lo que llamaban "tertulia de latinoamericanos", con Jorge Lanata, Jaime Bayly, Boris Izaguirre y Álvaro Vargas Llosa (luego se incorporó Santiago Roncagliolo): purita delicia.

Al único al que no conocía era a Lanata, aunque sí sabía qué era el periódico que fundó, Página/12, por un amigo argentino que me hablaba de él en los tiempos en que era difícil ver prensa de fuera. Tampoco conocía su aspecto, así que me pasé unos años seducido por su voz exenta, como con los locutores de antes. Me gustaban todos en la tertulia (¡hasta Alvarito!), pero mi preferido de lejos era Lanata.

En el curso de aquellos años fundó otro periódico, Crítica, junto a Martín Caparrós (de cuya existencia me enteré entonces). Tuvo al menos un titular memorable, cuando ganó Obama en 2008. Al cierre de la edición no se sabía el resultado del martes electoral, así que tenía que poner algo que sirviera tanto si ganaba como si perdía. Fue brillante: "Martes negro". Y cuando Cristina Kirchner volvió a ganar en 2011 propuso en la radio (su periódico ya había cerrado) este titular: "54% de bótox".  

El programa de Nierga se acabó y me quedé con ganas de más Lanata. Lo busqué por internet y fue el momento en que su aspecto se acopló a su voz: con disonancia al principio (¡qué gordo era!), con absoluta armonía después. Le cogí (¡disculpen, argentinos!) más afición aún, devoción casi. Se activó en mí el fenómeno fan. Lanata tenía carisma.

Su regreso a la televisión argentina con Periodismo para Todos me pilló, así, asomado y pude ver todos los programas, que ponían al día siguiente en la web. Como eran los años duros de la crisis en España, formulé esta humorada: "Me refugio de los problemas de España en los problemas de Argentina". Me regocijaba también la excentricidad de estar tan informado de lo de allá desde acá, en plan vicio privado.

Esa fue la cumbre de su popularidad e influencia, me entero ahora, con lo de "la ruta del dinero K.", lo de "la grieta" y tantas otras cosas por las que ya no somos tan distintos en España. Su panoplia de caricaturas de políticos estrafalarios, inútiles y corruptos, de la presidenta para abajo, la tenemos también. Podrían servirnos igualmente de lección sus reflexiones lúcidas contra el "periodismo militante" (que obviamente no es periodismo). El kirchnerismo, por cierto, lo acusaba de "golpista". ¿Les suena?

Seguí después a veces su Lanata sin filtro de Radio Mitre por YouTube, donde supe de Jorge Fernández Díaz, que acaba de ganar el premio Nadal. Pero lo que recuerdo ahora que se ha muerto (sus trabadas fechas fatales: 1960-2024) son las entrevistas que le hacían (hay muchas en internet: era un Orson Welles del periodismo) y los documentales que grabó para la productora Turner.

En uno visitaba el lago Baikal y lo imagino ahora allí, adentrándose con su ropa polar en la muerte. Solo que aquel extremo del mundo, frío, alejado, resultaba, resulta, cálido y cercano por Lanata. 

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8.1.25

Contra Franco

Me había quitado de los manifiestos, pero este lo he firmado (¡tal vez sea el último!): "Contra Franco".

5.1.25

El estoicismo no es lo mío

[Montanoscopia] 

1. El propósito de imperturbabilidad estoica con que empecé el año fracasó al segundo día. El 1 lo conseguí, gracias a que estuve solo. El 2 tenía comida catacumbística y nos tocó el peor camarero de Málaga, advenedizo en nuestro antro tradicional. Resistí un poco pero acabé estallando. Ahí naufragó mi 2025 entero. Para mí ha sido, técnicamente, un año de un día. Irles me dijo con sorna: "Desengáñate, Montano: el estoicismo no es lo tuyo". Luego le confesé a Arias: "Quise ser Epicteto. Me resigno a ser Bernhard". Creo que me haré (¡estoicamente!) unas camisetas con lo de Irles: "El estoicismo no es lo mío". 

2. "Comienza el año de Carmen Martín Gaite", leo. Pobrecilla. Tendrá que compartirlo con Franco. 

3. Sánchez les ha traído carbón a los Reyes: el día 8 en el Reina Sofía, precisamente. Los Reyes no irán a recogerlo, pero justo ese es el carbón: darles ocasión a los opinadores (ya han empezado) a que propaguen que los Reyes son franquistas. 

4. Ya que la Transición se ha terminado, me permití el 28 de diciembre una inocentada de las que prohibía Cebrián. Aprovechando que era sábado, enlacé en Twitter el artículo de Muñoz Molina en El País celebrando que por fin nuestro gran escritor crítico, la conciencia de España, el propietario de esa "voz moral" construida durante más de tres décadas, le afeaba algo a Sánchez. Muchos picaron: pincharon y se encontraron solo con un bonito artículo navideño. ¡Inocentes, inocentes! 

5. Quizá Sánchez se ha precipitado al conmemorar la muerte de Franco. Al final, lo que se recuerda de 1975, además de una flebitis y una coronación, es el Gobierno de Arias Navarro. Aquí detecto otro guiño narcisista: después de todo, Sánchez es el presidente menos pulcro con la democracia desde aquel (y con más mérito que aquel, porque aquel ni siquiera tenía democracia a la que guardarle pulcritud). Ya se ha dicho que después de 1975 los socios de Sánchez –populistas, nacionalistas, independentistas, proetarras (muchos tocan varios palos a la vez)– no tienen nada que celebrar. Pero se me ocurre una cosa más, una última cosa más: la fundación en 1976 del diario El País, que les apoya y les ríe las gracias a todos ellos, y demoniza a sus críticos. Así que en 2026 pueden tener un último aquelarre juntos. Y después chitón: ¡que llega la democracia! 

6. Vi tranquilamente las campanadas por Lalachús, que la verdad es que estaba guapa (además de buena la joía). Pero entre el trasteo con la botella de champán y el último asalto del año al turrón, solo me enteré de las estrictas uvas. El resto lo he sabido después. Sobre la estampita religiosa, los católicos que piden represión no son conscientes de la superioridad de su religión (hoy) sobre la islámica (hoy): dejan traslucir su nostalgia inquisitorial. Pero mejor fue lo de la otra cadena, con Pedroche y su vestido de leche materna. Ojalá pronto un hombre con otro vestido (un taparrabos al menos) de leche paterna. 

7. Quizá porque en 2024 murió un amigo de mi edad y sus "trabadas fechas fatales", como escribía Borges en un poema sobre un cementerio ("Convencidos de caducidad / por tantas nobles certidumbres del polvo..."), han resultado 1966-2024, por primera vez he sido consciente de que después de las campanadas se nos cambia la cifra última, por otro año al menos. 

8. Me hacen gracia los optimistas. Arcadi Espada y Yaiza Santos celebran en su podcast las buenas noticias globales que da Kiko Llaneras en El País: ¡45! Y es verdad que el mundo va mejorando. Hasta que empeore definitivamente. 

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2.1.25

San Enero

1 de enero. El sol se cuela por la persiana, pero no he salido. Lo haré esta tarde y será, supongo, una de esas tardes huecas, prometedoras, de la fecha inaugural.

Es mediodía. A esta hora debería estar preparando mi almanaque, mi agenda, mi moleskine, esas configuraciones del tiempo en papel; mis pistas para 2025. Pero me toca columna. Aun de esta modesta manera, comienza mi año laboral. Con la cabeza como en suspensión.

La primera mitad de la mañana la he dedicado a terminar lo que ayer dejé a medias: una conferencia sobre Epicteto y la película Antes del amanecer. Han sido como grapas que han abrochado un año al otro. También una cita de Nietzsche que puso anoche Toscano y he releído mejor.

Con la conferencia sobre Epicteto de la Fundación March, que empecé a escuchar ayer mientras sobre el Mediterráneo quedaban los rositas o naranjitas del último crepúsculo, me adelanté sin darme cuenta al Año Franco que propone Sánchez (¡una genuina propuesta de futuro la del presi!). Y es que al conferenciante Carlos García Gual lo presenta Lucía Franco (¡Franco, Franco, Franco!), con lo que queda inaugurado este pantano por mi parte.

Epicteto, por cierto, dice Gual que es una palabra griega que significa adquirido o comprado. Se refiere en su caso a que fue comprado como esclavo de niño. Pero se puede afirmar entonces, en buen griego, que Sánchez tiene muchos epictetos (¡y epictetas!). Algunos ya se han precipitado a cortar lonchas de Franco del jamón gubernamental para complacer al amo.

La conferencia es interesante y nos permite comprender por qué Epicteto y los demás estoicos tienen sitio principal en las librerías: por el hincapié en que uno ha de centrarse en lo que depende de uno y aceptar lo que no con deportividad. Se dice fácil, pero requiere un aprendizaje áspero. Yo, de espíritu poco penitencial, aceptaría la lección estoica con un único añadido: entre lo que de uno depende están también las canitas al aire, ¡los momentos epicúreos!

Antes del amanecer, de Richard Linklater, me ha impresionado menos que cuando la vi por primera vez a finales de los 90. Julie Delpy me ha parecido más guapa y encantadora aún, y Ethan Hawke más insoportable aún. En realidad, la película la he revisitado por ver Viena. Pero de nuevo estaba ahí la angustia temporal: esa metáfora del día único, del encuentro único. La intensidad mientras van avanzando las horas hacia la despedida... Naturalmente, la película concentra en un día lo que es la vida entera, lo que son todos los días. Así que bien para empezar el año.

Pero mejor aún es lo de Nietzsche. Toscano trajo el fragmento de La gaya ciencia consagrado a San Enero (Sanctus Januarius, por el dios Jano, el dios de las puertas y de estas encrucijadas del calendario, con una cara que mira hacia atrás y otra hacia delante) y lo he releído esta mañana.

Nietzsche propone ver belleza en la necesidad de las cosas, con una suerte de estoicismo juguetón. Gual señalaba esta asociación nietzscheana en su conferencia: el amor fati celebrado por Nietzsche, que Gual traduce como "amor a nuestro fatal destino". Y escribe Nietzsche: "Amor fati: ¡que ese sea en adelante mi amor! No quiero librar guerra a lo feo. No quiero acusar, no quiero ni siquiera acusar a los acusadores. Apartar la mirada: ¡que esta sea mi única negación! En definitiva, y a lo grande: ¡quiero ser, un día, alguien que solo dice sí!".

Es difícil (¡y más para un columnista en estos tiempos!), pero para el año nuevo no se me ocurre propósito más elegante.

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