31.1.25

La lucha de mandos a distancia

[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 2:14
 
Buenas noches. En los ochenta se puso de moda contraponer políticamente el Norte y el Sur. Se volvió tan pesada la cosa, que el añorado Juan Cueto protestó. Dijo que se había cambiado la lucha de clases por la lucha de puntos cardinales. Él, que dirigía la revista Cuadernos del Norte, se mosqueó con el disco que hicieron Joan Manuel Serrat y Mario Benedetti: El sur también existe. Dicho sea de paso, este disco fue para mí de justicia poética. Siempre he sostenido que Serrat es el asesino de Antonio Machado, porque la musiquilla que les metió a sus poemas los liquidó literalmente. Pues bien, la poesía se vengó y Benedetti asesinó a su vez a Serrat, puesto que este ya nunca se recuperó del disco que hicieron juntos. Pero parezco Yolanda Ramos mareando la perdiz por falta de guión, porque lo que yo quería decir es que la lucha de clases ya ni siquiera es la lucha de puntos cardinales, sino algo más banal aún: la lucha de mandos a distancia. Desde que el Gobierno puso a David Broncano a competir con Pablo Motos, y lo puso también a dar las campanadas de Nochevieja junto a Lalachús, hay montones de comentaristas que cantan las virtudes políticas de esos programas de televisión promovidos y bendecidos por el Gobierno. De pronto ver tales programas te hace políticamente bueno. El vicio que es siempre ver la tele se convierte de pronto en virtud, en virtud política. Mariola Cubells, por ejemplo, escribe que por primera vez vio las campanadas "con ilusión, con interés genuino", que ya hay que tener ganas. Pero claro, es que por primera vez las campanadas servían para comulgar con el Gobierno. Igual que ver a Broncano como misa diaria. Nuestra izquierda ha descubierto que el prime time también existe.