29.9.15

Nacionalismo abusón

No hay nada más divertido que ir archivando vídeos de la campaña y revisitarlos (¡cinéfilamente!) después, una vez conocido el recuento: casi todos los candidatos (es decir, los perdedores, que por definición son casi todos) parecen estar haciendo campaña contra sí mismos. Con una puntería suicida, tienen dicho en la grabación justo aquello que más les puede humillar. Así, por ejemplo, Pablo Iglesias, cuyo vídeo de Coleta Morada invita ahora a un combo de palomitas con fanta de naranja (esta última en homenaje a Ciudadanos, por supuesto; como la luna del eclipse). O la retahíla en blanco y negro de la cúpula del PP, con Rajoy y Soraya a la cabeza, balbuceando en catalán frases que quedarían ridículas hasta en español. Floriano declaró en su día que les había faltado "un poquito de piel". ¿Y para solucionarlo ponen espectros?

Pero para ridículos, los nacionalistas. Ridículos y sangrantes. Comparando los resultados (ese insuficiente) con las escenificaciones fascistoides de la campaña (que reclamaban unanimidades) la cosa ha quedado como un gatillazo del Duce. ¿Tanta propaganda, tanto llamamiento a la adhesión inquebrantable, tanta prensa (¡y televisión!) del movimiento para que obedezca menos de la mitad del electorado? ¡Ahora se entiende por qué en los regímenes fascistas no hay elecciones! ¡No vaya a ser que "los nacionales" no satisfagan el gusto de los sacerdotes de la nación!

En los vídeos aparecen los candidatos de Junts pel Sí ("la nueva Trinca", según Julio Tovar) hablando en nombre de "los catalanes"; en una abusiva primera persona del plural que hoy vemos que se corresponde con menos de la mitad del electorado. Para decirlo crudamente (haciendo algo que no se debe hacer con los nacionalistas, que es tomarlos en serio): para ellos, "los catalanes" son menos de la mitad de los ciudadanos de Cataluña. ¿Qué son, entonces, esos otros que numéricamente constituyen más de la mitad? ¿Esos que, puesto que no les han votado, no puede considerarse referentes de sus "los catalanes"? Parece claro que "no catalanes". O extranjeros. Es lo que pasa cuando "catalán" no es un gentilicio civil y neutro, sino una denominación ideológica. Entonces en ese "los catalanes" de los nacionalistas, como en ese "Cataluña" de los nacionalistas, unos caben y otros no. Es una apropiación excluyente de lo que es de todos.

El abuso del nacionalismo empieza por las palabras. Metáfora de los abusos que siguen, y seguirán.

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PD. Esta es mi columna número 287 en Zoom News, y la última. Le agradezco el seguimiento al lector, y le invito a que me siga siguiendo. Gracias a la llamada de Rafael Latorre en noviembre de 2012 he podido hacerme el oficio de columnista. Ha sido un placer trabajar para él y para Agustín Valladolid. Y al lado de mis compañeros, a los que les deseo suerte y les doy también las gracias. Hasta pronto.

[Publicado en Zoom News]